Desde su inauguración, Casa Betania ha tenido como prioridad la vida espiritual de los hermanos migrantes …
Diana Adriano
La migración es un fenómeno que ha estado presente en la historia de la humanidad desde tiempos remotos. A lo largo de los siglos, las personas han abandonado sus hogares por una variedad de razones, como la búsqueda de oportunidades económicas, la seguridad, la libertad, etcétera.
En este aspecto, la religión católica ha desempeñado un papel significativo en la vida de los migrantes, consuelo, apoyo emocional y una sensación de comunidad en momentos de incertidumbre y cambio.
Este es el ejemplo de Casa Betania, un proyecto de la parroquia Nuestra Señora del Rosario que desde su inauguración el 25 de mayo del 2022, ha buscado ser un lugar de encuentro y fraternidad para compartir el camino y la vida de la comunidad con los hermanos migrantes en esta frontera.
Ubicada a un costado de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, entre las calles Begonias y Juan Mata Ortiz de la Colonia Bellavista, Casa Betania -cuyo significado es Casa del pobre- es también un espacio que anima a construir la comunión, el servicio y la amistad.
Apoyo espiritual
Si bien al erigir el proyecto se pensó en la importancia de brindar cobijo y alimento a los migrantes, se pensó igualmente en lo importante de ser una fuente de apoyo emocional y espiritual para las personas en movilidad que en los últimos años han llegado por miles a Ciudad Juárez.
Así lo explica el padre Felipe Ramos, párroco de Nuestra Señora del Rosario y encargado de Casa Betania:
“Los migrantes por el hecho de ser personas humanas tienen todas estas necesidades, no solo materiales, sino espirituales, emocionales, de acogida y escucha. Aquí se han confesado conmigo los migrantes, hemos empezado a bautizar a los niños migrantes, tenemos ya algunos niños preparándose para que reciban su primera Comunión”.
Igualmente habló de la importancia de la fe y la oración, que pueden proporcionar consuelo y esperanza para los momentos de soledad y aislamiento que viven estas personas.
“La figura del sacerdote es importante en este ámbito de la migración, porque para ellos es crucial que esté presente, ya que es alguien con quien se sienten escuchados, consolados y con quien pueden contar. En Casa Betania tratamos de hacer esto, darles apoyo espiritual, además de un plato de comida y ropa, que sabemos que también es fundamental”, agregó el sacerdote.
Fuente de consuelo
Actualmente, en la comunidad hay cuatro niños migrantes que se están preparando para recibir su primera Comunión. Los menores, que provienen de países como Honduras, Guatemala y Venezuela, han estado viviendo en la ciudad con sus familias desde hace varios meses.
El padre Felipe compartió que la preparación para recibir el sacramento ha sido un proceso emocionante para estos niños, ya que les brinda la oportunidad de profundizar en su fe y hacer una conexión más fuerte con la Iglesia Católica.
Aunque pueden estar lejos de sus países de origen, la religión ha sido una fuente de consuelo y esperanza para ellos durante su difícil transición a un nuevo país y una nueva cultura.
“Cabe resaltar que la mayoría de los migrantes que asisten aquí son católicos, y al primer lugar al que vinieron a buscar ayuda es la Iglesia. Casa Betania abre sus puertas cuatro días a la semana; lunes, miércoles, viernes y sábado. Cada día atendemos de 250 a 300 personas, y la comunidad local ha acogido a estos niños y sus familias, ofreciendo apoyo y asistencia práctica ”, explicó el párroco.
La comunidad parroquial ha impartido clases de Catecismo y ha organizado actividades para ayudar a los niños a prepararse para su primera Comunión. Anteriormente, otros dos niños migrantes, que ya se encuentran en Estados Unidos, se prepararon con éxito y antes de cruzar la frontera pudieron recibir su sacramento.
Un servicio que sensibiliza
El padre Felipe expresó que el ser párroco de esta comunidad, con una realidad tan diferente a la que le había tocado servir anteriormente, ha sido una experiencia de encuentro con Cristo en la persona hambrienta. Una práctica de cercanía.
“Me parece que como sacerdote y pastor, no hay experiencia más bonita que esta”, dijo.
Agregó que la situación también le ha permitido promover una sensibilización de la comunidad hacia la persona migrante.
“El migrante no es un enemigo, es un hermano al que hay que acoger, y un hermano al que hay que ayudar en lo que se pueda”, dijo el sacerdote.
Así lo constata María Elena Cisneros, una de las feligresas de la parroquia, voluntaria en la atención a los migrantes.
“Me motiva prestar mi servicio como voluntaria porque Dios nos dice en su Palabra, ‘tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber…’Regularmente solo somos dos personas los sábados, junto al padre, por lo que nos sentimos agradecidos cuando una persona nueva viene y presta su servicio con nosotros”, dijo.
“Siempre vemos la mano de Dios cuando entregamos nuestro servicio, y veo que a Dios le gusta esta obra porque son muchos migrantes los que pueden tener un lugar de refugio y de acompañamiento, un lugar en el que no se sienten solos”, abundó.
Obra de amor
El padre Felipe agradeció enormemente a la diócesis y a todos los que han trabajado y aportado su ‘granito de arena’ para que esta obra de amor pueda seguir adelante.
“Me gustaría también agradecer al señor obispo por su apoyo en todo lo que hemos hecho. A todos los católicos quiero decir que esta obra no es mía, ni de la parroquia del Rosario, sino de toda la diócesis, por lo que esperamos que con el apoyo de todos seguir haciendo lo que Dios nos pide hacer: amar al prójimo”, concluyó el padre Felipe.
Algunas necesidades de Casa Betania
– Voluntarios. “Nuestra comunidad es muy trabajadora y entregada completamente al servicio, sin embargo, es una comunidad pequeña, por lo que siempre necesitamos más manos voluntarias que quieran ofrecer un poco de su tiempo para atender a tanta gente”
-Desechables de cualquier tipo
-Latas de atún, verduras mixtas, frutas, etcétera.
-Carnes de cualquier tipo
-Verduras de cualquier tipo
-Botes de salsa de tomate
Contacto
656 612 1937
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