Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucho amor de padre y pastor. Primer domingo de Adviento. Iniciamos un nuevo Año litúrgico. Estos cuatro domingos serán de preparación para la Navidad.
Adviento, una palabra que va a ir conduciendo todo este tiempo de esperanza, de espera del nacimiento del hijo de Dios.
Hoy el evangelio de san Mateo nos invita a dos cosas fundamentales en la espera de la Navidad: A estar preparados. Siempre, el cristiano debe estar preparado para encontrarse con el Señor. Recordamos históricamente el momento de su venida. Hoy viene nuevamente a nuestro encuentro y cada día me tengo que preparar para encontrarme con Él. Pero un día será su segunda venida, no sabemos cuándo, por eso hay que estar siempre preparados, estar en vela, es decir atentos, vigilantes, en oración, no distraídos, sino bien enfocados.
El domingo pasado, celebrando Cristo Rey decíamos que hay que enfocarnos en Cristo, Rey del Universo; es esa tendencia: enfocarnos, estar preparados en la espera del hijo de Dios.
Dice Mateo: así como sucedió en tiempos de Noé, también sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: hay que estar en vela y bien preparados, porque la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo de Dios.
Isaías, en la primera lectura nos dice: en días futuros el monte de la Casa del Señor será elevado en la cima. Y habla de varias circunstancias extraordinarias y bellas. Una, pueblos numerosos, mucha gente, muchas naciones de todas las razas, acudirán al encuentro del Señor que viene.
Será el árbitro de las naciones y el juez de pueblos numerosos, nos traerá la paz, la armonía, la alegría, la vida, la salvación. Y anuncia por eso la esperanza de un cambio, de algo mejor: ‘…ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, vendrá la paz’.
Seguimos en el tema de la paz ante tanta violencia, las noticias lamentables de guerras, asesinatos y muertes, pero dispongámonos a recibir al Salvador. Y eso implica un cambio, vivir en paz, nada de guerras, ni de espadas, ni odios, ni rencores.
Y termina Isaías con una motivación de ánimo: ¡En marcha! Así también yo te digo, querido hermano, pongámonos en marcha durante este Adviento. En marcha al encuentro del Señor, caminemos a la Luz del Señor.
Por eso, como respuesta al salmo responsorial dice: ‘Vayamos con alegría al encuentro del Señor’. Ese debe ser el tono, la actitud día con día: ir caminando con alegría, con fe, en vela, con disponibilidad, pero repito, con las buenas obras.
Como dice la oración colecta: ‘Concede a tu pueblo el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene a nosotros, para que mediante la práctica de las buenas obras busquemos poseer el Reino de Dios’.
¿Cómo estamos en vela? ¿Cómo nos preparamos? Con buenas obras, con la oración, la contemplación de la Palabra de Dios, pero con algunas obras.
Palabras fuertes de san Pablo en la segunda lectura, que nos invitan a reflexionar. Tomen en cuenta el momento en que vivimos. ¿Qué está sucediendo en mi país, en mi ciudad, en mi familia? Ya es hora que despierten del sueño, estamos adormilados, tenemos que tener una nueva actitud de esperanza y conversión, pues nuestra salvación está más cerca
Entonces viene la propuesta de san Pablo: ¿Qué tenemos que dejar?, ¿Qué hay que cambiar?, desechemos las obras de las tinieblas, ¿Qué tinieblas hay en mi corazón, en mi familia, en la sociedad? Traigo este coraje, este mal pensamiento, me he portado mal aquí, allá. Pues desechemos todo y revistámonos con las armas de la luz, es decir, de Cristo, de Dios, de su amor,
Y dice san Pablo, ‘Comportémonos honestamente’, nada de comilonas, nada de lujurias ni desenfrenos, atentos a esos días que vienen, que nos pueden dar la tentación de caer en eso. Nada de pleitos, reconcíliate, perdona, cambia. Y san Pablo vuelve a repetir: ‘Revístanse de nuestro Señor Jesús’.
Estamos en espera del Salvador que viene a salvarnos. Serán cuatro domingos de Adviento y en este tiempo hay fiestas importantes de María: la Inmaculada el 8 de diciembre, Santa María de Guadalupe, el 12 de diciembre, como una figura también importante de Adviento, san Juan Bautista. Y la última etapa en novenario, las posadas. Todo esto nos debe enfocar nuestra mirada y corazón en Cristo, estar atentos y no distraernos en cosas superficiales.
Los animo a vivir este tiempo en la oración, en la vigilancia. Dios los bendiga y los fortalezca.