En el marco del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, el director relata la obra de apoyo que ha brindado la organización a través de los años
Ana María Ibarra
Un problema de salud pública sigue siendo el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH)/sida. Si bien se ha mejorado en los tratamientos y la tasa de mortalidad suele ser baja, aún sigue habiendo casos en Ciudad Juárez, principalmente en los jóvenes, lo que indica que se ha descuidado la prevención. Así lo compartió Davide Dalla Pozza, director de la Tenda di Cristo, en el marco del Día Mundial de la Lucha contra el Sida.
Fue en el año 2000 cuando el padre Francesco Zambotti llegó a Ciudad Juárez para fundar la Tenda di Cristo, en atención a enfermos con VIH/sida.
Davide llegó como voluntario en el 2003 y desde entonces se quedó en la frontera para dirigir la obra.
“Cuando llegué estaban los primeros huéspedes. Empecé los programas como comunidad terapéutica. Llegamos a tener más de 50 huéspedes y construimos otro dormitorio. Con medicamento logramos bajar el índice de personas que necesitaban un albergue”, recordó Davide.
Reactivarlos a la comunidad
La mayoría de las personas que llegan a la Tenda, dijo el director del centro, son canalizadas de los hospitales o de la calle.
“La primera fase en la atención es la recuperación física. Tenemos enfermeros y médico. También se les prepara documentación, porque algunos vienen sin nada. El gobierno nos ayuda con el medicamento, pero antes se les hace una valoración para conocer su situación. Con el medicamento hay una recuperación y empiezan a activarse en la comunidad”, señaló.
En esa etapa de recuperación, mencionó, los huéspedes comienzan a tener una vida saludable, a levantarse temprano, involucrarse en el aseo e integrarse en varias actividades que hay en la comunidad.
“La Tenda ha crecido mucho. Tenemos muchos programas, no sólo para personas con VIH, sino también para jóvenes en conflicto con la ley, mujeres que salen de la cárcel, programas de prevención de VIH en escuelas, de salud mental. Tenemos una plantilla de 50 personas en estos programas. Estamos en una zona muy conflictiva y la Tenda es un punto de referencia para todo el suroriente de la ciudad”, destacó.
La mayoría de los programas, aclaró, están en la Tenda, pero otros en áreas de la comunidad y escuelas secundarias.
‘No hay que bajar la guardia’
La enfermedad del sida, dijo Davide, se está incrementando en personas jóvenes, lo que indica una baja en la prevención.
“La enfermedad existe todavía, no hay que bajar la guardia. El tratamiento ha mejorado mucho, antes se tenía que administrar mucho medicamento, hoy son sólo un par de pastillas al día y se ven buenos resultados. El medicamento hoy es mejor y más barato”.
Para Davide, otro aspecto importante en el tratamiento es la atención emocional y espiritual, no sólo lo médico. “La persona que tiene VIH/sida tiene abandono y soledad muy fuerte. La vida de comunidad le ayuda mucho a levantar el ánimo”.
Si bien la Tenda sigue atendiendo a personas con VIH, conscientes de que sigue la problemática, Davide reconoció que han bajado los huéspedes, pues ahorita cuentan con 20 personas en tratamiento.
“Los casos han sido fuertes en todos estos años, hay muchas situaciones difíciles. Ahora llegan migrantes que en su deseo por buscar una vida mejor, aparte de sufrir violaciones, secuestros, sufren de la enfermedad de VIH. Muchos traen también enfermedades como la tuberculosis, o con parálisis. Es difícil la atención cuando no se tiene ayuda de la familia”, lamentó.
Y añadió: “Aunque el 5 por ciento de los huéspedes en la Tenda son migrantes, con la nueva política de Estados Unidos se deportará a los enfermos y débiles, tenemos que estar preparados para la emergencia que venga”.
Fundamental, la parte espiritual
La Tenda, compartió el entrevistado, busca que la comunidad que se acerca a la organización tenga más de atención terapéutica con un programa de un año y medio con las fases antes mencionadas, sin embargo, hay personas que llevan ya hasta diez años en la Tenda di Cristo, que dicho sea de paso, ha salvado muchas vidas.
“Después de la primera etapa, que es la salud física, nos enfocamos en la segunda etapa que es la recuperación psicológica, que aprendan actividades, que hagan plan de vida, para que finalmente puedan salir a trabajar y ahorren dinero para hacer una vida afuera de esta comunidad”.
No obstante, dijo, a veces se quedan en el centro por varias razones. Una de ellas por el deterioro físico en el que se encuentran y ya no pueden afrontar la vida en la sociedad.
“Otra es que se enamoran de la comunidad y se quedan como voluntarios. Tenemos un área para voluntarios, que es parte de la filosofía del padre Francesco, de que quienes terminen el programa se queden a servir”, resaltó.
La parte espiritual, añadió, es fundamental, sin importar el credo de los huéspedes, pues aunque fue fundada por el sacerdote católico Francesco Zambotti, la Tenda busca la manera de que tengan ese auxilio espiritual para que puedan apegarse a la vida otra vez.
“Vienen voluntarios de parroquias que rezan rosarios y preparan alimentos. Es importante que vean que no están solos y eso les ayuda en la parte espiritual”.
Necesitan voluntarios
Con casi 25 años de haber sido fundada, la Tenda di Cristo sigue teniendo necesidades, pues se requiere de darle mantenimiento a los salones, además de que hay que seguir ampliando la construcción.
“Requerimos alimentos, aunque siempre llega la providencia, a veces sí se batalla. Invito a las personas a que vengan y conozcan. Es un lugar de vida y no de muerte. Invito a todos a que sean parte de la Tenda, sabemos que hay muchas personas jubiladas, médicos, enfermeros, psicólogos, nos hacen falta muchos voluntarios, aquí hay oportunidad para todos”, invitó.
En frase…
“Tenemos muchos programas, no sólo para personas con VIH, sino también para jóvenes en conflicto con la ley, mujeres que salen de la cárcel, programas de prevención de VIH en escuelas, de salud mental”.
Davide Dalla Pozza, Director de La Tenda Di Cristo 16