Ana María Ibarra
Amar la vida y vivirla con alegría a pesar de la enfermedad y las adversidades, es la enseñanza que el joven Roberto Corral Barragán, Beto, dejó en su familia, amigos y en todas las personas que lo conocieron y lo vieron luchar contra el cáncer.
Aunque Beto perdió la batalla, lo hizo con entereza y siempre con una sonrisa.
Un niño muy especial
Siendo el menor de los tres hijos de Roberto Corral e Isela Barragán, Beto nació con un carisma especial y con gran habilidad en los deportes.
“Beto fue especial. Fue operado a los dos años de edad ya que no le bajó un testículo. Salió del hospital y él andaba como si nada hubiera pasado, no se quejaba, no lloraba”, recordó Roberto.
Desde muy chico, Isela lo encaminó hacia el deporte. Con tres años de edad comenzó a practicar Taekwondo y béisbol. Tiempo después ingresó a equipos de futbol.
“Fue muy sobresaliente en los deportes, llegó a representar a Ciudad Juárez. Casi siempre obtenía el primer lugar. La herencia que nos dejó Beto son sus trofeos, sus medallas”, dijo el padre de Beto.
Suceso anunciado
Siendo Beto un niño, su padre recibió un mensaje en un sueño.
“Escuché que Beto no nos iba a durar mucho tiempo porque él era un ángel. Fue algo muy extraño. Sólo se lo comenté a mi esposa y a mis papás”, dijo Roberto.
Beto tenía 16 años cuando inició su odisea en la enfermedad. La alerta fue una inflamación en el párpado derecho, que fue tratada como sinusitis. La inflamación aumentó y después de algunos estudios se diagnosticó un tumor maligno llamado Rabdomiosarcoma.
Entonces a Roberto recordó aquellas palabras en el sueño, diez años atrás.
El médico advirtió que no había en Juárez quien lo atendiera y esas palabras cayeron en la familia como un balde de agua helada.
“Beto comentó que al escuchar las palabras del doctor le vino a la mente su vida como en una película. Fueron momentos de tensión, miedo, desconcierto”, dijo Roberto.
“Beto me abrazaba y me decía que no me preocupara, que él se encontraba bien”, Recordó su mamá, Isela.
La lucha
El matrimonio Corral comenzó a buscar médicos y alternativas para atender a su hijo, pidiendo a Dios los iluminara.
“Una tarde fuimos al Santísimo en Nuestra Señora de la Paz. Le pedí a Dios que me pusiera en el camino a las personas indicadas”, señaló Roberto.
“Creemos que las decisiones más fuertes de nuestra vida son un carro, una casa o un negocio, pero decidir quién atienda a un hijo es mayor, porque es su vida la que está en juego”, dijo Isela
Mientras lidiaban con el dilema, llegó el doctor Julián Carrillo, un neurocirujano vecino de la familia, quien se interesó en el caso de Beto y lo sometió a una cirugía y quimioterapia.
La lucha de Beto contra el cáncer duró ocho meses y en ningún momento se escuchó al joven renegar ni cuestionar su enfermedad, al contrario, siempre se le vio alegre, positivo, haciendo su vida normal, como cualquier joven y a pesar de las quimioterapias nunca se debilitó ni padeció los estragos del tratamiento.
“El doctor sugirió que dejara la escuela, pero Beto no aceptó. Estaba en quinto semestre de bachillerato. No quisimos limitarlo, más que nada viendo su actitud positiva”, dijo Roberto.
“Con su tratamiento, Beto fue mejorando, le empezó a crecer el cabello y había un 97% de que sanara”, agregó.
La despedida
La familia Corral fue invitada a la misa para enfermos de cáncer en San Lorenzo el 4 de febrero del 2015, donde Beto presentó su testimonio.
“Aún en los momentos difíciles hay que ser felices”, dijo Beto aquel día.
“Tengo a mi familia, tengo a mis amigos, estoy aquí y soy feliz”, recordó Roberto las palabras de su hijo.
Semanas después, Beto fue hospitalizado. El tumor había hecho metástasis al cerebro y Beto se había hecho inmune a las quimioterapias. Fue un tiempo por demás difícil de enfrentar.
“Beto les dio las gracias a sus hermanas por haberlo cuidado. Prácticamente fue como una despedida”, expresó Roberto con un nudo en la garganta.
En sus últimos días, Beto estuvo consciente, recibió visitas de familiares y amigos, siempre entusiasta y haciendo planes para cuando saliera del hospital.
La mañana del lunes 23 de febrero del 2015, estando acompañado de sus padres y su tío, Beto anunció que quería dormir.
“El doctor entró a revisarlo y nos anunció que Beto ya no reaccionaría positivamente. Su cerebro se estaba apagando y ya no había nada qué hacer”, recordaron sus padres.
Así, su familia se despidió de él agradeciéndole por todo lo que hizo en cada uno de ellos.
Legado de enseñanzas
“Honestamente, después de que Beto se fue, me enojé con Dios y le reclamé. Me costó muchísimo aceptar que Dios tenía destinado otro camino para mi hijo”, expresó Isela con lágrimas en los ojos.
“La principal enseñanza que nos dejó Beto es no preocuparnos en las adversidades sino dar buena cara. Es muy difícil, pero él lo pudo hacer, nunca tuvo miedo”, agradeció Roberto.
Ahora, Isela es voluntaria en Aprocancer y junto a su marido participa en el grupo “Renacer, padres en duelo”.
“Ha sido un proceso fuerte, y lo único que puedo hacer es poner un granito de arena. Él le echó muchas ganas, fue muy feliz, ahora nos toca seguir”, finalizó Isela.
La historia de su vida, en el teatro
Una de las personas impactadas con la historia de Beto fue Rubén Torres, director de teatro, quien al conocer su historia se enamoró de la fortaleza proyectada por el joven en la enfermedad, y quiso plasmarlo en una obra.
“Beto nunca se sintió enfermo, siempre quería que lo vieran normal. A pesar de la inflamación del ojo, la caída del cabello, cejas, siempre se sintió vivo. Sentí la necesidad de proyectar hacia el público la fuerza de este joven”, compartió Rubén, consciente de los muchos casos de cáncer que se presentan en México.
El dramaturgo recordó que ya tenían todo listo para presentar la obra cuando Beto falleció, por lo que dejó que pasara el tiempo para volver a platicar con el matrimonio Corral.
“Beto supo que se iba a montar una obra de teatro y aceptó. La familia me dio su autorización para presentarla. Desde entonces se viene presentando cada año”, dijo Rubén.
El autor escribe obras con historias y personajes de la vida real, tocando las emociones de los espectadores, buscando a la vez, un cambio personal y social. Como hombre de fe siempre pone su trabajo en manos de Dios.
“Él es quien me guía al escribir. Le doy gracias a Dios porque Él puso este don en mí”, afirmó al hablar sobre la obra de Beto.
“Beto me enseñó lo que es la fortaleza. Él sufrió cirugías, quimioterapias y era alegre, vivía, jugaba, bromeaba y sonreía. Estaba lleno de vida. En esta ciudad tenemos la costumbre de estar renegando por todo, de estar enojado por todo. Beto a pesar de su cáncer estuvo fuerte, lleno de alegría, de fe, de paz”, resaltó Rubén.
“Los invitamos a vivir esta experiencia de fe, de amor, de fuerza, a darse la oportunidad de conocer esta historia porque puede que lo estés viviendo, ven a llenarte de fortaleza”, invitó.
Obra teatral “Beto”
Viernes 01 de noviembre
Foro Cultural Miléz (Constitución 643 nte.)
7:00 pm
Sábado 02 de noviembre
Teatro de la Nación (Panamá y 20 de Noviembre)
7:00 pm
$100 pesos