Diana Adriano
Cada año, apenas concluyen las Fiestas Patrias, los fronterizos van observando cómo el ambiente se llena de detalles alusivos al otoño, pero de manera notoria también, al Halloween, festividad propia del país vecino, que se celebra el 31 de octubre. 
Conforme se acerca esta festividad, se puede ver en las tiendas la oferta de disfraces y dulces, incluso en algunas viviendas se observan decoraciones alusivas a la celebración, que como se sabe, resalta el horror, los monstruos, las brujas y otros elementos “de miedo”.
Y aunque la cultura del Halloween se ha normalizado, sobre todo en esta zona fronteriza, donde el 31 de octubre se observa cantidades de niños pidiendo dulces en las viviendas o negocios, es importante descubrir que esta fiesta celebra lo opuesto a la fe católica, que exalta el bien, la amistad con Dios y la paz.
En este sentido, el padre René Acosta, director del Instituto Diocesano de Teología, responde a esta entrevista para explicar ¿Qué debemos saber como católicos sobre el Halloween?
Aquí la entrevista:
¿De dónde surgió el Halloween?
Es cierto que existe la influencia de una tradición pagana en el origen del Halloween. Esta es la celebración celta llamada «Samhain» en la cual se buscaba dar culto a los muertos, ofreciendo sacrificios de todo tipo para “liberar almas”, recibir su visita y tener contacto con ellos. Para evitar que los espíritus malignos les hicieran daño, acostumbraban disfrazarse para camuflajearse. Esta fiesta se celebraba a principios del mes de noviembre.
Sin embargo, el origen del Halloween, no solo está en la cultura celta. En realidad es la mezcla de dos tradiciones. Una, la ya anteriormente mencionada; pero la otra es la tradición católica, por la celebración de la solemnidad de Todos los Santos. Recordemos que esta celebración se realiza en honor de aquellos santos que gozan de la vida eterna en la presencia de Dios, pero que no aparecen en santorales o no son “conocidos” por el mundo.
Inicialmente la fiesta de Todos los Santos se celebraba en mayo, pero el Papa Gregorio III en el siglo VIII cambió de fecha al 1º de noviembre, por la dedicación de la Capilla de Todos los Santos en la Basílica de San Pedro en Roma. Y, más tarde, en el año 840, el Papa Gregorio IV instituyó la Fiesta de «Todos los Santos» como celebración universal, teniendo su celebración vespertina en la «vigilia» para preparar la fiesta (31 de Octubre).
Así, en la noche previa a la fiesta litúrgica se celebraban las vísperas de esta solemnidad, llamándosele (en inglés) «All Hallows’ Eve» a este momento, lo que se traduciría como “víspera de todos los santos”. Con el paso del tiempo, por la contracción de las palabras y la modificación en su pronunciación, el nombre del día fue cambiando para terminar en la palabra que hoy conocemos: «Halloween».
¿Qué dice la Iglesia católica del Halloween?, ¿los católicos pueden celebrarlo?
La participación del cristiano en la celebración del día de Halloween es un tema que comúnmente causa controversia por las dudas sobre su origen y el sentido de la misma celebración. Y aunque la Iglesia Católica no tiene una condena oficial universal sobre el Halloween como tal, es importante conocer las advertencias que con claridad ha pronunciado sobre sus posibles desviaciones y las alternativas propuestas por ella, centradas en la santidad y la esperanza en la Vida Eterna.
Por eso, la invitación es a ir más allá de buscar una respuesta simplista a la pregunta de si el Halloween es pecado o no. Busquemos informarnos sobre la historia de esta celebración y conocer la voz de la Iglesia para que, a la luz de la fe, podamos realizar un adecuado discernimiento sobre la posibilidad de participar en este tipo de festejos.
Existen diversas recomendaciones pastorales que nos recuerdan que ciertas celebraciones de Halloween pueden favorecer una mentalidad de terror, magia o superstición, y esto es contrario al Evangelio, como se menciona en el Catecismo de la Iglesia Católica en los numerales 2116 y 2117. No podemos olvidar, pues, que el cristiano está llamado a celebrar la vida, no la muerte; la santidad, no el pecado; la luz, no las tinieblas. Podríamos, entonces, pensar en que como cristianos podemos celebrar el Halloween mientras no haya una mala intención al hacerlo, sin embargo, el peligro está en banalizar la figura del mal o abrir la curiosidad hacia lo demoníaco u ocultista.
¿Por qué se dice que la fiesta del Halloween se relaciona con aspectos como la magia y el ocultismo? ¿El Halloween se relaciona con la violencia, el horror y el demonio? ¿Por qué y qué debemos pensar de ello?
Por el hecho de que en el origen pagano de esta celebración se buscaba conectar con los muertos o invocarlos a través de médiums y sacrificios (incluso humanos), este día se ha ido identificando con grupos neo-paganos, satánicos y ocultistas. Así, la fecha es aprovechada como un día especialísimo para realizar actos totalmente contrarios a la vida y al Evangelio: misas negras, cultos espiritistas y otras reuniones relacionadas con el mal, como la brujería o el ocultismo, incluyendo profanaciones de la Eucaristía, lamentablemente.
Además, la mercadotecnia y el cine han ayudado mucho a la distorsión de esta fiesta pues, además del tinte misterioso y obscuro, se le agrega el tono terrorífico y macabro que atrae a muchos. Son muchas las películas y series relacionadas con esta fecha donde se exalta la violencia de manera muy gráfica. Esto, al mismo tiempo, causa la atracción de algunos para disfrazarse de personajes malignos que aparecen en este tipo de producciones, pasando así de disfraces inocentes a otros cada vez más sangrientos.
Y aunque el Halloween no tiene orígenes satánicos como tal, hoy en día para muchos que comparten estas creencias es una celebración del ego, del deseo y de la transgresión sin límites o, también, una oportunidad para hacer invocaciones demoniacas.

Ante nuestra cercanía con EU, donde el Halloween es una fiesta arraigada ¿qué debemos hacer como católicos?
Siendo vecinos inmediatos del país donde el Halloween se comercializó y extendió principalmente, nos vemos muy influenciados por este tipo de celebraciones y expresiones: fiestas de disfraces, niños pidiendo dulces, películas de terror, decoraciones sobre monstruos y fantasmas, etcétera. Sin embargo, creo que más allá de simplemente rechazar y evitar esta fecha, podemos como Iglesia intentar “re-evangelizar” el Halloween. Es decir, volver a esta parte católica bellísima de sus orígenes.
Por ejemplo, hoy en día hay parroquias y colegios católicos que promueven celebraciones alternativas a las comerciales, como el “Holywins” (que traduciríamos como “la santidad vence”): festivales o eventos especiales donde los niños se disfrazan de santos o ángeles, recordando que todos estamos llamados a la santidad (no olvidemos que el 31 de octubre es la Víspera de todos los Santos). Junto con ello podemos hacer oraciones y visitas a nuestros difuntos, así como ofrecer la Santa Misa por su eterno descanso. Podemos también ofrecer catequesis o pláticas sobre esta fecha, pero sobre todo resaltando nuestro llamado a la santidad, nuestra esperanza en la Vida Eterna y el triunfo del bien sobre el mal por Jesucristo.

































































