- Señor ilumina nuestra caridad para no dejar pasar las oportunidades de servir a nuestros hermanos.
Pbro. Javier Gómez/ Párroco de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos
Excelente domingo les dé Dios dentro de esta situación que estamos viviendo, afectados por una pandemia que no entendemos, de una lluvia de informaciones contradictorias ante las que a veces no sabemos ni qué pensar o qué hacer.
El mensaje del evangelio de este domingo nos ilumina con algunos elementos para procesar las situaciones problemáticas que se nos presentan.
El pasaje del evangelio de San Mateo, muestra la reacción de los apóstoles ante una multitud que los rodea y la problemática que esto representa:
* Están en despoblado.
* Un gran número de gente.
* No han comido, ni ellos ni la gente.
* Están cansados, ellos que llegaron remando y han pasado todo el día sirviendo a los necesitados.
* Y la gente también está cansada.
A los apóstoles solo se les ocurre una solución: Señor despide a la gente, ya es tarde, que vayan a buscar qué comer. Y Jesús, viendo que les falta mucho en su proceso de maduración, los impulsa a buscar solución: “Denles ustedes de comer”
Esto los impulsa a buscar solución: “Sólo tenemos cinco panes y dos pescados” y Jesús complementa: “Tráiganme los panes y los pescados”.
Entonces Jesús bendice los panes y los pescados y se los da para que los distribuyan entre la gente.
Reflexión
El creciente número de necesitados de nuestra Iglesia Diocesana, nos presenta un reto similar, ¿Cuál es nuestra postura?: ‘Despídelos Señor’, o ‘Señor tengo’…
Si tenemos, presentemos a Cristo lo que somos y tenemos, con generosidad, con la confianza de que Él ya está haciendo su parte: ‘Comieron todos hasta saciarse y con las sobras se llenaron doce canastos’.
Pero también hay otros necesitados, los que comparten nuestra cuarentena: necesitados de paciencia, atención, comprensión, perdón, escucha, consuelo, paz, alegría y esperanza…
Busca en el arsenal de dones que Dios te ha dado y repártelos entre los más urgidos de tu casa.
Cristo en su generosidad nos enseña que la misericordia divina no se agota ante la magnitud de la necesidad del hombre. Y, a la vez, nos enfrenta a nuestro propio egoísmo.