La cruz es el recordatorio visible del amor infinito de Cristo, que nos enseña el verdadero camino hacia la vida eterna. Integrante de la Escuela de la Cruz encontró en el emblema del cristiano no sólo esperanza, sino reconciliación consigo mismo, con Dios y con los demás…
Diana Adriano
En el tiempo de Cuaresma, la Iglesia invita a mirar con profundidad el misterio de la cruz, no como símbolo de derrota, sino como signo de victoria y redención.
La cruz es el emblema del cristiano, el recordatorio visible del amor infinito de Cristo, que nos enseña el verdadero camino hacia la vida eterna. También nos revela nuestra vocación más profunda: amar, servir y reconciliarnos con Dios y con nuestros hermanos.
“El que quiera seguirme, que tome su cruz cada día”, nos dice el Señor. Este llamado sigue vigente y, en nuestros días, encuentra eco en los corazones de muchos fieles que han descubierto en la cruz un nuevo sentido para sus vidas.
Tal es el caso de Conrado Roberto Sánchez Estrada, integrante del movimiento Escuela de la Cruz, quien compartió su testimonio de conversión, fe y transformación.
Un encuentro que cambió su vida
“Pertenezco a la parroquia Santa Teresa de Jesús Revolución y actualmente estoy injertado en la Escuela de la Cruz, un movimiento para varones casados por la Iglesia. Viví el encuentro del 21 al 24 de julio de 2017, y fue ahí donde todo cambió para mí”, expresa Conrado con serenidad y gratitud.
Al principio, admite, era renuente a participar. La vida, como ocurre con muchos, giraba en torno al trabajo, al cumplimiento de responsabilidades externas, y quedaban de lado otras dimensiones esenciales: el diálogo, el afecto y la presencia en el hogar.
“Sentía que con llevar el sustento a casa era suficiente, pero ahí, en ese encuentro de tres días, conocí a Dios de una manera muy directa. Sentí su presencia y entendí que muchas cosas en mi vida no estaban bien. La relación con mi esposa, con mis hijos… había frialdad, distancia, errores”, dice.
El retiro le abrió los ojos. No sólo descubrió lo que debía cambiar, sino que encontró las herramientas espirituales para hacerlo. El testimonio de otros hombres, la oración, la Palabra de Dios y la cercanía fraterna lo impulsaron a emprender un camino nuevo.
Reconciliación y misión
Para Conrado, la cruz de Cristo es ahora el centro de su vida. “Antes vivía cargando una cruz sin saberlo, pero desde ese momento en la Escuela de la Cruz tuve la oportunidad de tomar una decisión: seguir en el camino equivocado o caminar con Cristo. Y decidí seguirlo”.
Su transformación ha sido profunda y sostenida a lo largo de los años. Inició en el apostolado de pláticas prematrimoniales, se integró más a la vida parroquial y descubrió las muchas necesidades que existen en la comunidad, comprometiéndose a ser parte activa de la Iglesia.
Uno de los cambios más significativos fue en el ámbito familiar. “Antes no podía siquiera dar un abrazo a mis hijos. Ahora es diferente. He aprendido a expresar el amor, a pedir perdón, a dar gracias. Mi esposa y mis hijos —Frida Angélica, de 21 años; Braulio Roberto, de 19, y mi hijo mayor de 26 años— ya me creen, ya ven el cambio”.
En la vida de fe los frutos no siempre se ven de inmediato. Requieren constancia, testimonio y humildad. Pero hoy, Conrado puede decir con gozo que ha cosechado reconciliación, paz en su hogar y sobre todo una relación viva con Dios. Bendice los alimentos, ora con su familia y vive con un nuevo propósito: dar testimonio del amor de Cristo.
Una invitación para Cuaresma
“La cruz, para mí, significa abrazarla con amor. Cristo dio su vida por nosotros, y nos invita a volver al camino. Yo quiero invitar a todos los que lean esta nota a que no tengan miedo de acercarse a Dios. A veces uno vive en la oscuridad, sin saberlo, como yo antes, pero Dios está esperando con los brazos abiertos”, expresa.
Conrado recuerda que existen varias maneras de acercarse al Señor: “La Escuela de la Cruz fue el medio para mí, pero hay muchos caminos en la Iglesia. Lo importante es buscarlo y dejar que Él nos transforme. No estamos solos, y nunca es tarde para cambiar”.
La cruz no es sólo sufrimiento: es esperanza, renovación y amor verdadero. Es en la cruz donde el ser humano se reconcilia consigo mismo, con Dios y con los demás. Y es ahí, en el silencio del corazón que se abre a Dios, donde comienza la verdadera conversión.
Presente en 12 comunidades
En este tiempo de Cuaresma, donde los cristianos nos preparamos con fe y esperanza para vivir la Pascua del Señor, la Escuela de la Cruz sigue siendo una luz y una guía para los varones que desean un encuentro auténtico con Cristo. Así lo expresa Carlos Ascencio Ortiz, presidente diocesano de este movimiento en Ciudad Juárez:
“Bendito Dios, pues estamos aquí en Ciudad Juárez sirviendo en 12 parroquias, donde cualquier hermano que quiera tener un encuentro con Jesús puede acercarse. A todos aquellos que sienten que su vida no tiene sentido, que no encuentran la felicidad que anhelan, les decimos: acérquense a Jesús. Él los espera”.
“No tenemos una oficina fija. Nuestra oficina es el Sagrario. Ahí, en la presencia viva de Jesús Eucaristía, es donde nos encontramos todos, donde oramos, donde tomamos fuerza”, agrega Carlos, quien hace una invitación abierta y fraterna a todos los hombres de la comunidad:
“Este movimiento es para ustedes, varones, jefes de familia. Sean viudos, estén en proceso de casarse por la Iglesia o ya vivan el sacramento del matrimonio, son bienvenidos. Aquí los esperamos. La Escuela de la Cruz es un lugar donde Jesús nos habla al corazón”.
En palabras del mismo presidente, esta espiritualidad ofrece una mirada profunda al corazón de Jesús:
“La Escuela de la Cruz nos deja ver qué quiere Jesús de nosotros, qué ha hecho en nuestras vidas, y nos impulsa a caminar con Él. En esta Semana Mayor que se aproxima, recordemos que Cristo entregó hasta la última gota de su sangre por nosotros. Agradezcamos ese amor inmenso abrazando también nuestra propia cruz”.
La Escuela de la Cruz, un movimiento de espiritualidad masculina, se encuentra activa en las siguientes comunidades de Ciudad Juárez:
- Jesucristo Sol de Justicia
- María Reina del Universo
- Santo Tomás Apóstol
- Mártires Mexicanos
- Nuestra Señora de la Consolación
- Santa María Goretti
- Santa María de los Ángeles
- Santa Cecilia
- Santo Toribio de Mogrovejo
- Santa Teresa de Jesús
- Verbo Encarnado
- San Ignacio (en Praxedis G. Guerrero, Valle de Juárez)
- Ejido Benito Juárez
FRASES
“Antes no podía siquiera dar un abrazo a mis hijos. Ahora es diferente. He aprendido a expresar el amor, a pedir perdón, a dar gracias”
Conrado Roberto Sánchez Estrada
“A todos aquellos que sienten que su vida no tiene sentido, que no encuentran la felicidad que anhelan, les decimos: acérquense a Jesús”
Carlos Ascencio Ortiz