En este segundo domingo de Cuaresma, la reflexión de la Palabra dominical que nos prepare a la Semana Santa, a través de la lectio divina…
Pbro. Manuel Bañuelos Soledad/ Vicario parroquial de San Martín Obispo
Leer: Confianza en Dios
Estamos en el segundo domingo de la Cuaresma. Sin ninguna duda, como cualquier camino, hay pruebas para recorrer los caminos y en este caso son caminos de fe. Una persona de fe tiene pruebas, como Abraham; no entendía con claridad lo que estaba pasando, pero confiaba en Dios. La confianza a Dios es ofrecida, y a veces esa ofrenda duele, pero se hace en nombre de Dios. Abraham obedece y busca a Dios por medio de su oración, una oración de escucha y de diálogo, presentándose constantemente cada vez que le habla Dios diciendo: “Aquí estoy”. Dios le dice a Abraham, “Ya veo que temes a Dios” (Gn 22, 12), al ver con claridad la ofrenda de su hijo como sacrificio.
Es necesario confiar en el Señor, porque Él sabe lo que hace, nosotros sólo somos sus instrumentos. Uno se podrá preguntar, ¿Por qué tenemos que confiar en Dios? Simplemente como respuesta: nos va librar de la muerte, y es necesario vivir en nombre de Dios, no en nombre propio.
Es importante presentarse como un esclavo, dispuesto hacer la voluntad de Dios, ya que eso nos conviene, pues los humanos no sabemos pedir lo que nos conviene, y Dios sabe darnos esa paz que nuestro ser siempre busca.
Un adelanto
Vemos a Jesús que toma aparte a los discípulos Pedro, Santiago y Juan, para mostrarles algo extraordinario y esos elegidos que han tomado el camino de Dios, se dejan sorprender y exclaman “¡Qué agusto estamos aquí!” (Mc 9,5)
Es sorprendente ser testigos de la obra de Dios. Es importante, apartarse e ir con Jesús, por medio de la oración y para saber qué hacer, pues en el encuentro con Dios y encuentro consigo mismo, como el de Abraham Dios nos dice: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”. Nos muestra que su Hijo siempre está hablándonos y apartándonos. Ahí les mostró a los discípulos Pedro, Santiago y Juan la Transfiguración, un adelanto lo que va pasar en la resurrección de los muertos. Estaban asustados los discípulos, pues para ellos todo era nuevo. Es necesario reconocer la novedad de Dios que tiene con nosotros día tras día que vamos viviendo en nuestras vidas.
Meditar: Ver tu obra en mi persona
Muchos podrán pensar que las pruebas de la vida no son agradables, pues incomodan, nos pone de nervios, hasta queremos renunciar. Quizás huyamos de ellas, pero también estamos huyendo de las oportunidades para responder el siguiente paso de la vida.
Para seguir a Dios es necesario ser valientes y estar dispuestos a cualquier prueba, es un beneficio espiritual y humano. Hay que presentar nuestras oraciones en un sistema de diálogo y dejarse guiar por Dios. La oración es una herramienta, para aprobar cualquier prueba. No somos los más dignos ni preparados para responder a Dios, pero lo importante es empezar. Es necesario de decirle a Dios, ‘Aquí estoy Señor, ¿Qué quieres de mí?’ Es una actitud de temer a Dios, porque uno quiere hacer la voluntad de Dios, sin poner pretextos, sin pensar egoístamente, mas bien pensar en Dios y su obra de amor. Nuestra vida es un sacrificio, se tiene que ofrecer para Dios, hemos visto Abraham que entrega la vida de su hijo, así debemos entregar nuestra vida a Dios, pues le pertenece a Él. No será de privarme de la vida biológica, más bien de privarme de aquellas cosas que no le sirven a mi vida cristiana, a eso hay que sacrificarla sin tener ninguna duda, como lo ha hecho Abraham.
La muerte espiritual está siempre sujeta en mí, por ello busco al Señor para que me libere de esa muerte, de tal manera, tengo que ser un esclavo de Dios, para poder tener vida.
Jesús apartárteme como has apartado a tus discípulos y los subiste a la montaña para que ellos vieran tu obra. Así quiero ver tu obra en mi persona.
Orar y contemplar: Aquí estoy Señor
Este tiempo de Cuaresma es un tiempo de privilegio para mi vida cristiana, estoy caminando hacia la Pascua, para estar consciente lo que soy y así presentarme ante ti y diciéndote “Aquí estoy Señor” que quieres de mi en este tiempo de conversión. Quiero ser una persona cristiana que te tema, de tal manera que me de el gusto de responder tu llamado. Tantas personas te necesitan, Señor, y si yo puedo hacer algo, aquí esta mi persona, mis manos, mis pies, mi boca, mi cuerpo entero para tu servicio.
Que mi vida sea un sacrificio, para que realmente se presente tu obra en mi persona. Nuestra vida cristiana es responder a la vida, ya que la muerte nos la quiere robar, para lograrlo es necesario ser esclavos de ti, pues si no estamos contigo, padecemos de muerte. La transformación que tenemos cada día contigo, es una respuesta al llamado que nos haces. Es necesario escucharte, Señor, porque tu Padre nos invita hacerlo, porque tú vienes a iluminar nuestra fe, en medio de tantas tinieblas que hay en la vida cotidiana.
Este tiempo de Cuaresma, es la oportunidad de escucharte para prepararnos a la Pascua.
Es necesario subir nuestra montaña y poder asimilar todo lo que tenemos en nuestra vida. Decir “aquí estoy Señor” es decir “que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Es una manera de temer a Dios, de una manera generosa.
Nuestras preocupaciones dejárselas a Dios y nosotros ocuparnos de las cosas de Dios. El tiempo de Cuaresma es un tiempo de humillación del hombre. Por ello las pruebas, la oración, temor a Dios, el sacrificio, ser esclavo, y dejarnos apartar por Cristo. Son las herramientas espirituales que nos deja esta semana para poder vivir la espiritualidad de penitencia de este tiempo.
Hay que dejar todo atrás, ya ha pasado y es necesario ver para enfrente, porque las próximas semanas son enriquecedoras para llegar a la Pascua, el verdadero triunfo del Señor.
Actuar: Apartados de la muerte
El Señor ha preparado a sus discípulos para el gran acontecimiento con esta transfiguración, les decía que “no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos”.
Aquí vemos cómo el Señor nos confía varias cosas que no se tienen que contar todavía, hasta que sea un hecho lo que está por acontecer. Nos habla en secreto. Nuestro seguimiento a Dios es en secreto, para poder responder con generosidad.
Tantos trabajos pastorales que hay y que a veces no comprendemos, quizás asustados por no saber todo lo que se está haciendo, y en qué va acabar, porque estamos en una etapa de aprendizaje para responder el llamado de Dios.
La acción de Dios es misteriosa, ya que la experiencia del cristiano es dejarse conducir por Cristo, porque va a aprender de Él, cómo hablar del amor de Dios de una manera desinteresada.
Si nos fijamos en la historia de la salvación, Dios siempre nos ha apartado de la muerte, y lo seguirá haciendo, ahora por medio de Jesucristo, tanto es así, que se encontró con Moisés y a Elías conversando, mostrando así que Dios es un Dios de vivos no de muertos. Y con su resurrección mostrara su triunfo.
Preguntas
¿Estoy convencido de la necesidad de la oración para transformar mi vida? ¿Puedo bajar a la vida sin haber subido antes a la montaña?
En mi vida práctica, ¿considero a Jesús como lo más importante de mi vida? Y esto, ¿en qué se nota?
Antes de escuchar a los hombres, antes de hablar con los hombres, ¿me gusta hablar con Jesús, escuchar a Jesús?