Esta nueva cinta se estrenó el pasado 7 de octubre en México y su llegada a los cines de Ciudad Juárez ha provocado emociones diversas en los juarenses creyentes y no creyentes, que han tenido la oportunidad de verla…
José Luis Panero/Aleteia
Hoy, hace 40 años, al Papa San Juan Pablo II le salvó la vida la Virgen de Fátima. La bala que le disparó a un metro de distancia el terrorista turco Alí Agca en la Plaza de San Pedro, no eliminó al Pontífice. En muestra de agradecimiento, tal proyectil está colocado en la corona de la Virgen en el santuario de Fátima.
Sirvan estas breves líneas introductorias para recordar la importancia que tuvo la Virgen en la vida de Juan Pablo II durante toda su vida. Y el cine, siempre pendiente de intentar reflejar con acierto la realidad, ha llevado a la pantalla las andanzas de los pastorcillos de Fátima en varias ocasiones. Entre todas las historias sobre el tema, ponemos el acento en ‘Fátima, la película’, estrenada en 2020, que en cines distribuye Diamond Films con el apoyo de Bosco Films. Y que ahora, tras la pandemia, se estrenó en México.
Hechos reales
Inspirada en los hechos ocurridos en la ciudad de Fátima (Portugal), durante la Primera Guerra Mundial, esta historia sobre el poder de la fe está dirigida por el italiano Marco Pontecorvo (‘Tempo instabile con probabili schiarite’, 2015).
La historia, tomada a partir de hechos históricos y de las memorias de la Hermana Lucía, tiene su punto de origen en Portugal, en 1917. Tres niños afirman haber visto a la Virgen María en la tierra de Cova de Iría, en la ciudad de Fátima.
Son Lucía, de 10 años (hoy sierva de Dios), y sus primos Francisco y Jacinta, de 9 y 7 (hoy santos). Sus revelaciones enfurecen al gobierno y a algunos miembros de la curia, que intentan persuadirlos de esa historia sobre las apariciones. Sin embargo, y a medida que se extiende la noticia, miles de peregrinos acuden al pequeño pueblo portugués con la esperanza de presenciar un milagro. Lo que allí experimentan cambia sus vidas para siempre.
Una virgen creíble
El director Pontecorvo demuestra tener gran personalidad narrativa y logra un brillante resultado –por encima de las películas ya conocidas del género, que abundaron en los años 50 por estar centradas en temática religiosa– al dejar más espacio para la reflexión sin caer en el adoctrinamiento o en una fe enmascarada.
Con exquisita sensibilidad y sencillez muestra a la Virgen insertada en medio de la naturaleza con todos los elementos que la conforman. La brisa se agita con tiento en el campo de trigo y así preludia su presencia, descalza, moviendo ligeramente los pies, ataviada con una túnica y un velo blanco. De esta manera, Pontecorvo ha conseguido una Virgen creíble, a la que vemos su hermoso rostro, sin necesidad de artificios, igual que Gibson logró un Jesús creíble en ‘La pasión de Cristo’ (2004).
El anticlericalismo consustancial a la Primera República portuguesa se sintetiza en la incómoda presencia de la autoridad eclesiástica, por un lado, y en los desengaños de la Gran Guerra, por otro, como explicita la historia cuando el alcalde recita periódicamente la lista de fallecidos ante unos familiares rotos.
Contexto socio político
En este sentido, el contexto socio político resulta apasionante. Por otro lado nos encontramos con la esencia de los tres pastorcitos, que se resume en su modo de ver un mundo donde reina la pobreza, pero también cómo rezan o cómo ríen. O sus encuentros con la Virgen, acaecidos entre el 13 de mayo y el 13 de octubre.
Su espontaneidad al encarar sus personajes es la mejor baza del filme y desde el punto de vista argumental, resulta gratificante conocer, a pies juntillas, no solo la reacción inicial de los padres de Lucía y los de Francisco y Jacinta al enterarse de la noticia que hace tambalear el pueblo, sino también las vivencias internas de cada uno de los progenitores en su día a día, dentro y fuera de la familia.
Y en el entretanto se desarrolla la episódica subtrama, acaecida en 1989, entre el profesor Nichols, al que da vida un espléndido Harvey Keitel, y sor Lucía, encarnada por la veterana Sonia Braga. En ella Pontecorvo pone el acento en la dicotomía entre razón y fe de modo honesto; es más, la Hermana Lucía pregunta a Nichols si se ha avanzado algo en eso de rezar para alcanzar la paz, sin ironías ni segundas lecturas.
Por último, Pontecorvo no rehúye de informar sobre el tercer secreto de Fátima, de mostrar las visiones del infierno con realismo.
Pero donde más se luce es con una puesta en escena realista del conjunto que a su vez disfruta de una muy buena ambientación. No es una película de grandes efectos especiales, pero sí consigue emocionar y mostrar sin remilgos un mundo que trasciende. Eso sí, se toma su tiempo para desplegarlo todo. Queda, pues, una emotiva historia que actualiza el mensaje de Fátima, dirigida a creyentes y no creyentes, y que destila humanidad. Por ello resulta una joyita del cine italiano que nadie debe perderse.
Encantados juarenses con la cinta
Aquí algunas expresiones:
“Una película muy bonita. Yo conocía la historia, pero sin duda me encanto verla en el cine”
Imelda Violeta
“No soy muy conocedor de la Iglesia, pero me pareció una película muy buena e interesante. Me gustaría que hubiera más producciones como esta, de actualidad”.
Ricardo González
“Me deja el mensaje de seguir amando a Jesús, es lo que la Virgen quiere. La Virgen se ha aparecido en muchos lados y el mensaje siempre es el mismo, recen y acérquense a Jesús”.
Claudia Domínguez
“Se me hace una película maravillosa. Deseo que más personas asistan al cine a verla, y si no conocen la historia, pues con más razón, les dejará un gran mensaje en el corazón”.
Judith Curiel