Jóvenes que apuestan por el amor cristiano comparten su testimonio de lucha por una relación donde Dios sea quien señale el camino.
Diana Adriano
Es bien sabido que el noviazgo se considera como un tiempo de discernimiento para que los novios se conozcan y decidan dar el paso al matrimonio.
Sin embargo, en la actualidad los jóvenes y adolescentes se encuentran frente al problema de cómo llevar un noviazgo en santidad, rodeados de un mundo hipersexualizado, materialista y alejado de Dios.
A pesar de esto, aún existen parejas que buscan tener un noviazgo con el fin de exaltar el nombre de Dios. Algunas de estas parejas jóvenes compartieron con Presencia su testimonio de cómo su noviazgo edifica su vida espiritual.
Un noviazgo pleno
Annet Acosta y Néstor Rivera, son jóvenes servidores de la comunidad de Jesucristo Sol de Justicia, quienes en 2016 se conocieron al ser ambos coordinadores de grupos juveniles.
“Dentro del servicio empezamos a tener muchos servicios compartidos, porque los dos estábamos trabajando con jóvenes. Veo que él es un muchacho muy entregado al servicio de la Iglesia, y eso me atrajo; fue muy bonito poder empezar como amigos”, relató Annet.
Después de un tiempo, ambos decidieron confesar lo que sentían, y fue así que comenzaron una relación.
“Lo más bonito es que yo estoy enamorada de Dios y es tan grande ese amor de Dios por ti, que quieres que todo el mundo lo experimente, y que la persona que tu amas sienta lo mismo, es lo más bello”, dijo Annet.
Dar ejemplo
La pareja explicó que siempre han tratado de ser ejemplo de noviazgo cristiano para todos los jóvenes que los conocen, basando su relación en el respeto, el amor, la empatía, la confianza, y la comunicación.
“El amor implica muchas cosas, sin embargo, creo muchas veces los noviazgos que están fuera de la Iglesia no son tan fuertes y sólidos porque confunden al amor con otras cosas”, agregó Néstor.
Después de cuatro años de relación y de vivir diferentes apostolados, el padre Antonio Urrutia, párroco de la comunidad, invitó a la pareja a coordinar juntos el nuevo curso de Confirmaciones de la capilla El Señor de las Maravillas.
“Este ha sido nuestro primer llamado juntos y estamos muy contentos porque sabemos que estamos haciendo las cosas bien. Creemos en el amor, creemos en el matrimonio y sabemos que como personas estamos llamados a ser santos, desde el momento que nos levantamos. Y dentro del noviazgo también estamos llamados a ser santos”, finalizaron.
Se enamoraron sirviendo en el altar
Karen Alvarado y Daniel Mendo han sido novios los últimos cinco años. Durante este tiempo, los dos se han esforzado por vivir un noviazgo de la mano de Dios.
Estos enamorados, se conocieron cuando sólo tenían 14 años, al pertenecer al grupo de monaguillos de la capilla San Luis Rey de Francia, de la parroquia María Reina del Unvierso.
“Yo no quería entrar al grupo porque me daba vergüenza subirme al altar. Durante la primera misa solemne que viví como monaguilla, me dieron el cirial y él fue el único que me estuvo apoyando, ya que yo estaba muy nerviosa”, compartió Karen.
Desde ese momento, comenzaron a volverse más unidos y tiempo después confesaron sus sentimientos.
“Lo que me agrado de ella fue que amara tanto al Señor como yo, que no le diera pena decir que amaba a Cristo”, expresó Daniel.
Fue así que al cumplir los 15 años se volvieron novios formalmente, con permiso de los padres de ambos.
“Era muy bonito compartir con ella arriba del altar, servir juntos a los pies del Señor”, agregó Daniel.
Retos en el noviazgo
Karen mencionó que “sin duda es difícil ser novios en el mundo actual, pues casi todo en el mundo te llama al pecado”.
“Pero Dios ha estado de nuestro lado. En Jesucristo sí es posible tener un noviazgo en santidad. Nosotros no hemos sido perfectos, pero siempre tratamos de ser ejemplo para quienes nos rodean”, aseguró.
Actualmente, ambos tienen 20 años de edad y desde noviembre del 2019, el padre Jesús Apodaca, párroco de la comunidad, observó su trabajo y su entrega en el servicio y decidió darles la tarea de coordinar juntos el grupo de monaguillos de la capilla.
“Nos sentimos muy felices porque el padre nos tomó en cuenta, no solo a uno, sino que a ambos. Esperamos seguir perseverando como pareja en el camino de Dios para poder dar frutos abundantes y ser un ejemplo para los jóvenes de un noviazgo lindo, sano, donde Cristo siempre sea la prioridad y donde se sabe amar con respeto”, finalizó la pareja.