Mons. José Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con grande cariño y afecto en el Señor. En esta ocasión quiero hacer una pausa a los temas que hemos venido tratando con relación al Papa Frnacisco, para hablarles de un encuentro que tuvimos sacerdotes de toda la Provincia de Chihuahua.
Desde el lunes por la tarde, todo el martes, todo el miércoles y todo el jueves nos hemos encontrado los sacerdotes de Chihuahua, Nuevo Casas Grandes, Parral, Cuauhtémoc- Madera y obviamente de Ciudad Juárez, para reflexionar en torno al Año de la Misericordia y prepararnos como sacerdotes para este año de gracia que vamos a vivir, y que el papa Francisco ha convocado a iniciarse primero Dios el ocho de diciembre de este año.
Nos hemos reunido con este objetivo: ayudar a los sacerdotes a saber acoger bien a los feligreses, siendo ellos, los sacerdotes, fieles administradores de la misericordia divina y secundando la accion del Espíritu Santo.
El papa señala dos grandes objetivos para este año de la misericordia: 1) llevar la misericordia a los alejados, 2) ser apóstoles de la misericordia.
Es para todos los católicos, pero particularmente los sacerdotes, los obispos hemos reflexionado que somos los primeros en llevar la misericordia a los alejados y debemos ser esos apostoles de la misericordia. Sobretodo nos hemos centrado en la reflexión de estos días sobre el sacramento de la Reconicliación.
Es un sacramento muy importante que a veces descuidamos los sacerdotes y el papa nos invita a durante este Año de la Misericordia a ponernos a confesar, claramente lo digo, más tiempo. Porque el mundo de hoy necesita tener un encuentro con Dios y experimentar su misericordia a traves del sacramento de la reconciliación.
Hemos reflexionado muy intensamente estos días. Han venido especialistas de Roma, de la Universidad de la Santa Cruz, el padre Eduardo Baura y el padre Philip Goyret, especialistas en derecho canónico que trabajan en la formación permanente de los sacerdotes, ellos nos han hablado del sacramento de la Reconciliación, que es el sacramento de la misericordia divina. Por lo tanto la figura del confesor es manifestar en este ministerio que Dios es compasivo y misericordio.
Se nos ha invitado a reflexionar en estos días a que asumamos esa figura del Padre, por eso el lema que el papa nos propone para este año es: “Misericordiosos como el Padre”. Pero nosotros sacerdotes, ministros de la Reconociliación, tenemos que ser expertos de la misericordia, ser misericordiosos como el Padre es misericordioso.
En este sentido invito a todos los fieles a que apreciemos, valoremos el sacramento de la Reconciliación. Es una opoortunidad, un momento para recobrar la gracia de Dios perdida por el pecado, pero también para crecer en gracia a traves de la misericordia que experimentamos en ese momento en el sacramento.
Hemos tratado en estos días también sobre la conciencia de pecado en la sociedad y se está perdiendo esta conciencia, ¡ya nada es pecado! eso es de la historia, del pasado…¡y no! Tenemos que tener plena conciencia de que existe el pecado, por lo tanto hemos tenido todo un día, el martes, para reflexionar sobre las dispoosiciones del penitente, cómo debe ir dispuesto el que se va a confesar para que se confiese bien, para que la Confesión sea fructuosa, para que la Confesión no sea hecha a la carrera, por inercia, sino realmente vaya bien dispuesto el penitente para crecer en la misericordia de Dios.
Se nos recuerda aquello que aprendimos en el Catecismo, las cinco condiciones examen de conciencia: dolor de los pecados, decir los pecados al confesor, cumplir la penitencia, etcétera. Claro, nosotros como sacerdotes lo hemos estudiado de una manera más profunda para que nos preparemos a ejercer siempre, toda nuestra vida, pero sobretodo durante este año que vendrá, en el ejercicio de la misericordia, tratando de seguir el ejemplo del papa Francisco de ser misericordiosos como el Padre celestial.
También el miércoles tratamos sobre el otro aspecto, la penitencia y la reparación, vimos que es parte importante del sacramento de la Reconciliación el cumplir la penitencia, que no solamente es rezar un Rosario, un Padrenuestro, sino la penitencia es perdonar, reconciliarte con quien ofendiste, devuelve lo que robaste, reestablece. La penitencia es reparar el daño que causamos por nuestro pecado, entonces es muy intersante esa parte del sacramento de la Reconciliación.
Ya el dia jueves hemos tratado asuntos muy particulares, casos muy concretos en los que el confesor se puede encontrar en los penitentes para poder dar respuesta al hombre de hoy en su situación como pecador, para que se vayan tranquilos, para que salgan de la Confesión con la cabeza en alto, para que salgan contentos por haber experimentado el amor y la misericordia de Dios, pero tambien con una idea de no volver a pecar, de ser mejores, de crecer en santidad. Es lo que viene después de la Confesión.
Ha sido una semana de convivencia con los sacerdotes de las seis diócesis, muy Hermosa, también los seis obispos estuvimos conviviendo, compartimos las Eucaristías, el deporte, la oración.
Quise compartirles esta experiencia del Encuentro Sacerdotal de la Provincia de Chihuahua para que sepan que también nosotros como sacerdotes y obispos nos preparamos, reflexionamos y todo para que nuestro ministerio sacerdotal sea ejercido con mayor delicadeza, con mayor espíritu de servicio, con mayor amor y así como nostros que hemos estudiado estos días con el tema “Administradores de la misericordia divina”, que también todos ustedes como fieles sean receptores gozoso de la misericordia de Dios.
Los saludo con todo mi amor y como cada fin de semana les envío mi bendición.