Ana María Ibarra
Desde el pasado mes de enero, la Misión Columbana ha cambiado la manera de llevar a cabo los proyectos que realiza para la atención de migrantes en instalaciones de la Catedral de Ciudad Juárez, donde se habilitó un espacio tras la “avalancha” de migrantes que comenzaron a llegar a esta frontera desde antes de la Pandemia de 2020.
Tras estos años de servicio, se ha constatado que al menos 200 familias de esta población en movilidad han decidido quedarse en Ciudad Juárez, iniciando con esto un programa de refugio en México.
Cambió servicio
Cristina Coronado, laica consagrada encargada del proyecto de la Misión Columbana en Catedral dijo que la atención a migrantes que desde hace seis sigue siendo la misma que hace seis años, cuando iniciaron el servicio en Catedral. Pero del 20 de enero a la fecha han ido cambiado la manera en que la realizan, ante la decisión que tomaron algunas familias de quedarse en Ciudad Juárez.
“Iniciamos un programa de refugio en México y estamos atendiendo a 200 familias que acudieron con nosotros para hacer un proceso de refugio. Hicimos un acuerdo de colaboración con la abogada Paola Seañez, que está en la Defensoría Pública Federal y con IRC (Comité Internacional de Rescate, por sus siglas en inglés) donde nos atiende un abogado para llenar los formularios de refugio en México”.
Refugio y atención médica
Añadió que, como parte de la atención legal que realiza, la abogada acompaña a los migrantes ante la COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) y en el Instituto Nacional de Migración.
“Nosotros, como Misión Columbana, identificamos las necesidades que las familias migrantes tienen ante la decisión de quedarse aquí. Nos dimos a la tarea de buscar más gente para hacer redes que nos puedan ayudar a acompañar a los migrantes para poder darles servicio ahora en su estancia en México”, abundó Cristina.
Mencionó que anteriormente, al ser migrantes de paso, se les ofrecía un servicio de comedor en la Catedral, gracia al espacio que les presta la Catedral.
“Ahora, se ha iniciado, primero, este programa de refugio en México; segundo, reforzamos el área médica con un programa coordinado por la doctora Leticia Chavarría y una enfermera. Este esfuerzo lo estamos haciendo en conjunto con OIM (Organización para las Migraciones), Médicos sin Fronteras y con IRC”, expuso.
Dijo que la Misión Columbana está en proceso de abrir un consultorio médico y actualmente se llevan a cabo todos los procesos con Jurisdicción Sanitaria, cuidando los aspectos legales que se requieren.
“La intención es recibir a la población migrante o desplazados mexicanos que se encuentran en la ciudad que no pueden acceder al servicio médico por distintas circunstancias. La gente llega con necesidades de medicamento para continuar su tratamiento, y es para ello este proyecto”, aclaró.
Comida y educación
El otro proyecto que se ha tenido que modificar es el referente a la educación, que anteriormente era sólo de acompañamiento.
“Ahora no solamente se les ayudará a acceder a las escuelas, sino que se les proveerá de uniformes, útiles escolares y todo lo que se requiera. Para esto estamos también pidiendo ayuda a otros grupos”, indicó.
En cuanto al comedor, el proyecto sigue abierto de lunes a viernes ofreciendo alimento a la comunidad migrante con un programa de integración.
“Cada mes celebramos los cumpleaños de los niños y se ha creado una comunidad de migrantes en un espacio propio, gracias al padre Hayen que nos presta los salones de la Catedral. Vamos respondiendo a las necesidades, este es nuestro trabajo como Iglesia”, afirmó.
Salidas voluntarias de EU
Con el nuevo gobierno de Donald Trump y al endurecerse en Estados Unidos las políticas y la persecución en contra de migrantes, se registra hoy un nuevo fenómeno en Juárez: Se reciben familias que salen voluntariamente de aquel país.
“En las últimas dos semanas hemos recibido en Catedral catorce familias que salieron de Estados Unidos voluntariamente, algunas de ellas se retornaron a su lugar de origen. Cinco familias se quedaron en Juárez. El patrón que encontramos es que alguno de los padres es detenido y al resto de la familia les llegó una carta para su salida voluntaria y la aceptaron”, explicó Cristina.
Mencionó que esta situación ha ido en aumento, por lo que se está en la expectativa de saber si esto continuará o si quedará estable este flujo.
“Ya hay una población más o menos fija que es la que está asentándose y nuestro trabajo es acompañarla. Anteriormente las familias vivían en edificios abandonados o albergues, pero al decir quedarse han decidido buscar una vivienda. Están trabajando uno o los dos padres y les estamos apoyando con una despensa de canasta básica”, refirió Cristina.
No obstante, la entrevistada denunció que existe abuso de parte de dueños de propiedades, que han elevado exageradamente el costo de las rentas.
“La gente está cambiándose a casas para una permanencia de largo alcance. Ya es muy poca gente la que busca albergue, enviamos a albergue a personas que van a retornarse a sus lugares de origen”, aclaró.
Redes de apoyo
Para lograr prestar cada una de estas ayudas, la Misión Columbana ha ido haciendo redes de apoyo invitando a otros grupos y comunidades que puedan poner a disposición de las familias migrantes los servicios que llevan a cabo.
“Es el momento de crecer y hacer redes, porque solos no lo podemos lograr. Estamos trabajando lo que la realidad va pidiendo. Una preocupación es que el Gobierno Mexicano no tiene la capacidad, o no tiene programas o no tiene la visión para entender que la gente que se quedó aquí vive una realidad diferente a la de hace seis meses y el Gobierno Mexicano siempre presenta el mismo programa limitado y que no responde a esas necesidades”, denunció.
Es por eso que la organización busca la manera de ayudar unida con otros grupos.
“Tenemos un mandato: Dios nos pide ayudar al forastero y tenemos la guía del papa Francisco (qepd) que es acoger, integrar, promover y proteger y en eso nos basamos. Seguimos aprendiendo siempre”, afirmó.
Cristina resaltó la importancia de no tener miedo a la comunidad migrante, pues se sabe que muchos mexicanos durante décadas se han ido a Estados Unidos y también han sido rechazados.
“En nuestra experiencia los migrantes han sido oportunidad para crecer como Iglesia, como comunidades de servicio. Somos una ciudad de migrantes y esto nos hace diferentes a otras ciudades. La invitación es a no cerrar los brazos. Escuchar con el corazón lo que esta gente está sufriendo y ayudar”, concluyó Cristina.