Presencia
Conmoción a nivel nacional causaron hace unas semanas los crímenes registrados en contra de menores de edad. Esto luego de que, en el lapso de unos cuantos días, se hallaron muertos a menores, víctimas de diversos hechos de violencia.
Tres niñas de 8 y 11 años de edad fueron ejecutadas en Sonora; un niño fue encontrado en una bolsa de basura en Chihuahua; una menor fue asesinada en el Estado de México, y otra fue encontrada desmembrada en Baja California.
Estos casos han generado gran indignación y tristeza, así como la demanda de una mayor protección a niños, niñas y adolescentes en México. Ante ello la pregunta de esta semana es:
¿Qué considera que hace falta en México para garantizar la seguridad e integridad de niños, niñas y adolescentes?
Hablar de la seguridad e integridad de los niños, niñas y adolescentes en México es abrir el corazón a uno de los temas más importantes y urgentes de nuestro tiempo. Para quienes creemos en Dios, los niños no solo son parte de la sociedad: son un tesoro precioso, una bendición que el Señor confía a cada familia y a toda la humanidad.
Cada niño es una promesa, una semilla de futuro. En sus sueños y su inocencia se esconden los grandes hombres y mujeres que mañana harán realidad cambios profundos: santos/as, héroes, líderes, corazones generosos que servirán y transformarán el mundo. Pero para que esta semilla florezca, necesita tierra fértil: un hogar lleno de amor, valores y fe.
La familia es, sin duda, el primer y más importante refugio para la niñez. Es ahí donde se siembran la confianza, la esperanza y la alegría de vivir. Padres, madres, abuelos, tíos… todos somos llamados a ser custodios de la vida que Dios nos regala en cada niño. Nuestra misión es proteger, acompañar, educar y dar ejemplo, incluso cuando las circunstancias son difíciles.
Desde una perspectiva de fe, considero que, para garantizar verdaderamente la seguridad e integridad de niños, niñas y adolescentes en México, es necesario fortalecer no sólo las estructuras legales o institucionales, sino también el compromiso profundo con los valores del Evangelio: el amor al prójimo, la justicia, la compasión y la dignidad de toda vida humana.
También creo que es necesario que nuestras autoridades actúen con honestidad y compromiso real, que velen por políticas públicas justas, recursos bien dirigidos y leyes que se cumplan.
Uno de los aspectos críticos que debe atenderse es la salud pública. Muchos niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad no cuentan con acceso a servicios médicos dignos, rápidos y eficientes. Esta realidad duele, porque la salud es un derecho básico y sagrado. En este sentido, como sociedad necesitamos unirnos —gobierno, comunidad, iglesias, familias— para asegurar que todo menor tenga acceso a un sistema de salud accesible, humano y libre de trabas burocráticas.
Además, es urgente crear y cuidar espacios seguros donde nuestros niños puedan desarrollarse, jugar, aprender y convivir sin temor. Lugares donde reine la paz, la alegría y el respeto. Jesús mismo dijo: “Dejad que los niños vengan a mí”, reconociendo en ellos una pureza y una grandeza que a menudo el mundo ignora. Estos espacios no sólo deben ser físicos, sino también afectivos y espirituales: hogares, escuelas, centros comunitarios donde se respire paz, alegría y protección.
También es vital unir esfuerzos como sociedad, trabajar en comunidad, como una sola familia humana. La fe nos llama a la solidaridad, a caminar juntos, a no dejar solos a los más pequeños, sobre todo en este tiempo de tanta tecnología donde están expuestos a las amenazas, robos, secuestros, pornografía, juegos peligrosos etc. Por ello, Debemos fomentar proyectos en conjunto entre instituciones, familias, iglesias, escuelas y autoridades. Nadie puede hacer esto solo. Pero si nos unimos con un corazón sincero y con la mirada puesta en el bienestar de nuestros niños, podemos hacer grandes cosas
Finalmente, desde mi experiencia cercana, acompañando a niños y adolescentes en condiciones de vulnerabilidad, sus rostros, sus historias, me recuerdan cada día que no hay aporte pequeño cuando se hace con amor, con fe y con el deseo genuino de servir.
Rosa Nery Escobar Chirino, HMMD/ Directora de La Ciudad del Niño
En tan solo una semana, seis niñas y niños fueron asesinados en distintos estados del país. Seis vidas que no debieron perderse. Seis historias que jamás debieron terminar así.
Esta realidad nos duele profundamente, pero también nos interpela. La protección de la infancia es una tarea que nos corresponde a todas y todos. Como personas adultas, como familias, como comunidades, como sociedad entera, tenemos una responsabilidad compartida y urgente.
Cada niña y cada niño tiene derecho a una vida libre de violencias, a ser escuchado, a crecer con amor y seguridad. No podemos permitir que la indiferencia o la costumbre nos callen. La violencia hacia la infancia no puede normalizarse ni olvidarse.
Hoy más que nunca, debemos hablar, actuar, prevenir, proteger.
Que el dolor se transforme en compromiso, y la indignación en acción. Que nunca se nos olvide que proteger a la infancia es proteger la esperanza.
Rosella Yamada/ SIPPINA
Para garantizar la seguridad/integridad de niños, niñas y adolescentes (NNA), hay que empezar por lo más general y estructural, que es reducir los niveles de violencia relacionada con los cárteles que ha vivido nuestro país por varios años. Es necesario y urgente reducir esta violencia en toda la sociedad, tanto en adultos como en niños, que por lo general son el daño colateral de estas disputas. Sin embargo, las estadísticas nos dicen que la violencia y asesinatos en NNA son causados por personas cercanas a ellos, y con base en esto voy a comentar algunas propuestas que se han probado como eficaces en prevenir esta problemática.
Lo primero es que los padres de familia deben de estar al pendiente de los hijos en todo momento, ya que las agresiones por lo general vienen de gente cercana al niño o la familia. No se deben de dejar a los NNA por mucho tiempo con gente que no conocemos bien, también siempre hay que saber en donde están y si salen, a dónde salen y con quien. Nunca dejarlos ir solos a lugares que sabemos que son peligrosos, ni dejar que convivan con personas que sabemos que pueden tener actividades delictivas. Los padres de familia siguen estando a cargo del cuidado y educación de los niños, así que siempre tienen que estar al pendiente.
Segundo es que los padres tienen que tener una buena comunicación con sus hijos y creerles en las cosas que les dicen, sobre todo si comentan que están teniendo problemas con otras personas. Al principio hay que protegerlos siempre y ver que estén a salvo. Hay veces que los niños no dicen nada por miedo, así que los padres tienen que estar al pendiente de que no haya cambios en el comportamiento de los hijos, como una ansiedad, nerviosismo, tristeza, preocupación, inclusive estar alerta cuando los hijos digan que no quieren ir o que los dejen solos en ciertas partes, ya que eso puede ser señal que algo esté pasando. Los papás entonces tendrán que investigar y dialogar para ver qué sucede, pero siempre protegiendo a sus hijos.
Tercero, en la escuela los profesores deben de estar entrenados para detectar señales tempranas de abuso y las escuelas y gobiernos deben de tener protocolos para investigar estos hechos y ver si los NNA están en peligro para que puedan protegerlos y cuidarlos.
Cuarto, en algunos países se cuenta con unidades móviles de atención integral a la niñez en zonas de gobierno, en donde brigadas de trabajadoras sociales, psicólogos, médicos, abogados, visitan estas zonas vulnerables.
Quinto, la promoción de campañas para padres y cuidadores sobre cómo llevar la disciplina en casa sin violencia, ya que hay veces que la forma en que se disciplina a los hijos es solamente a través de regaños, nalgadas, pellizcos, etc., lo cual sabemos que hay mejores maneras de educarlos sin necesidad de caer en estas prácticas que a la larga puede complicar la relación padres-hijos.
Por último, todos debemos de estar al pendiente de nuestros entornos y denunciar a través de las vías legales cualquier situación de violencia que veamos se están ejerciendo a los NNA.
Dr. Oscar Esparza del Villar/ Profesor Investigador UACJ