Al celebrarse hoy el Día del padre, queremos destacar la vivencia de este rol en tiempos de crisis: desde papás migrantes que han llegado a esta ciudad con alguno de sus hijos en busca de una mejor vida, hasta padres jóvenes que debieron asumir solos la crianza de sus hijos por la muerte de su cónyuge a causa de la pandemia Covid 19. Aquí sus testimonios.
Diana Adriano
Uno de los festejos más esperados entre los mexicanos, en el mes de junio, es el Día del Padre, una festividad que nace con la idea de reconocer a los papás que estuvieron presentes durante la crianza de un hijo o una hija.
Por segundo año consecutivo, y en este marco de la ‘Nueva normalidad’, muchos celebrarán este domingo de manera privada, con una llamada telefónica, una videoconferencia, una reunión con un pequeño grupo o comida en casa para mantener así las medidas de prevención contra el coronavirus.
Sin embargo, existe un grupo de población que tendrá que vivir esta festividad separados de su familia y con la incertidumbre de saber si estarán bien.
Son padres migrantes que hacen un sacrificio en la búsqueda de un mejor futuro, y que se encuentran refugiados en la ciudad en espera de su proceso de asilo político en los Estados Unidos.
Es el caso de Rafael, un padre migrante, quien viajó desde Guatemala con su hijo de ocho años de edad, y compartió con periódico Presencia cómo ha sido para ellos esta experiencia en la búsqueda de un futuro mejor para ambos. Para ellos, este no será propiamente el mejor Día del Padre.
Un viaje largo
A Rafael le tiembla la voz al recordar el momento en el que él y su hijo, dejaron a su familia atrás.
“El 5 de febrero salí de Guatemala. Me hubiese gustado salir desde antes, pero era muy difícil conseguir un ‘coyote’ que cruzara a personas con niños, pero un día un familiar me contactó con uno y le di todos mis ahorros para que me permitiera traer a mi hijo”, expresó Rafael.
Mencionó que la falta de oportunidades de empleo, la delincuencia y la necesidad de tener una mejor capacidad de ayudar a su familia, fueron razones claves para tomar la decisión de migrar.
“Yo hice todo por mi familia, ya que en Guatemala el tema de las pandillas está muy fuerte. Las personas ya no pueden mandar a los hijos a las escuelas porque al salir, las pandillas están pendientes de ver a niños solos para secuestrarlos y hacerlos parte de su negocio, sin la posibilidad de que vean a sus familias”.
“Existen muchos niños desaparecidos, y por eso tuve que someter a mi hijo a un largo viaje lleno de dificultades, pero seguimos juntos”, dijo.
Rafael dejó en Guatemala a su esposa y a otro hijo pequeño de cuatro años, ya que explicó que el viaje era muy complicado para traer a un niño más pequeño.
“Mi hijo que está aquí conmigo me dice que se quiere regresar, se aflige porque ya tiene tiempo que estamos acá y él quiere ver a su mamá. Actualmente no nos dicen nada sobre nuestro proceso para cruzar, y si esto sigue así tendremos que volver a Guatemala”, mencionó Rafael.
Última oportunidad
Dijo que para él es muy difícil tener que estar en el albergue de migrantes sin la posibilidad de trabajar, pues no tiene dinero para enviarle a su familia y expresó que su esposa y su pequeño la están pasando muy mal en su país.
“Estamos en constante comunicación, pero le digo que cómo quiere que le mande dinero si no estamos trabajando. Si nos regresamos a Guatemala, pese a todas las dificultades nos tendremos que quedar ahí, ya no volvería intentar migrar a los Estados Unidos”, expuso con tristeza.
Rafael dio a conocer que en su ciudad, la festividad de ‘Día del Padre’ no es tan reconocida, y a pesar de que en México sí, en realidad no tiene ‘nada qué festejar’, pues lo podrá hacer cuando su familia esté reunida y sin problemas.
“Para mi ser padre es cuidar a la familia como un tesoro. Tengo a mis dos hijos y siempre me encargaré de ayudarlos y aconsejarlos para que no se metan en ningún problema.
Mi padre que tiene 75 años y aún vive, me dio el mejor ejemplo de cómo ser padre y siempre trato de imitarlo”, finalizó Rafael.
Crianza en la viudez
Con la llegada de la pandemia, muchas familias han sufrido pérdidas importantes en el núcleo del hogar. Esto ha traído dolor y cambios drásticos en las rutinas diarias y diferentes maneras de vivir.
Algunos padres de familia tuvieron la desgracia de experimentar la pérdida de su compañera de vida, y los hijos, una madre, a causa de este evento de emergencia sanitaria.
Juan Manuel es un padre de familia que, a raíz de la muerte de su esposa ocasionada por Covid-19, tuvo que experimentar cambios en su día a día al convertirse en papá viudo. Aquí cuenta su experiencia.
Padre solo
“A inicios de la pandemia mi esposa comenzó a presentar un cuadro de fiebre muy alta, pensábamos que era una infección que había adquirido, pero resultó que se había contagiado por el virus”, recordó Juan Manuel.
Tras el desenlace trágico después de algunos días de la enfermedad, Juan Manuel ha tenido que criar solo a su hija de 10 años, y aunque cuenta que no hay ocasión en el que no piensen en su joven esposa, en ocasiones los días pueden llegar a ser complicados.
Y aún después de vivir un duelo prácticamente solo, el padre de familia se siente animado por la ayuda que recibe.
“He tenido la dicha de que mis padres me han ayudado en la tarea de criar a mi hija, ya que en los momentos de salir a trabajar o tener algún pendiente donde no la pueda llevar, mis padres son los que me ayudan”, dijo.
Trabajo conjunto
Compartió que su hija se encuentra muy bien, a pesar de tener una dinámica diferente de vida, pues su mamá era su mejor amiga y quien la ayudaba en todo.
“Esto ha sido un trabajo de ambos. Nos hemos ido adaptando a una rutina de dos. El dolor aún está presente, pero mi hija es la que me hace fuerte y por ella haría lo que fuera. Le prometí a mi esposa que la cuidaría y así lo haré toda la vida”, agregó Juan Manuel.
Juan Manuel aseguró que enfoca todas sus energías en darle lo mejor, a pesar de las adversidades.
“Ser papá es lo mejor que me ha pasado. En mi hija puedo ver en todo momento a su madre, pues a pesar de ser muy pequeña, es igualita a ella, en sus gestos, su forma de decirme las cosas. Simplemente la amo”.
“Claramente el proceso ha sido de mucha paciencia, muchos esfuerzos y sacrificios como el de lidiar con dificultades económicas. Pero independientemente de todo, doy gracias a mi linda esposa por darme a mi pequeña y sé que siempre nos acompañará en nuestro caminar”, finalizó el entrevistado.