Con el canto la oración adopta una expresión más penetrante… el misterio de la liturgia se manifiesta más claramente. (MS 5)
Presencia
Al acercarse la festividad de Santa Cecilia, considerada en la Iglesia como patrona de los músicos, el padre Víctor Manuel Ortega Rueda, encargado diocesano de la Dimensión de Música Litúrgica, nos ayuda a reflexionar sobre la importancia del servicio que ofrecen los músicos en la Liturgia y cómo debe ser este servicio para cumplir con el objetivo de llevar a los fieles a un encuentro con Dios.
Aquí la entrevista.
- ¿Cómo se puede ofrecer un buen servicio a Dios a través de la música?
De las distintas bellas artes, la música se ha vuelto un lugar magnifico para encontrarnos con Dios. A través de la música, nuestros sentidos y nuestra alma es elevada a la profundidad del Misterio. Por lo tanto la música nos permite adentrarnos y al mismo tiempo de una forma maravillosa la música se vuelve un vehículo por el cual el Misterio de Dios se nos manifiesta más claramente.
Al tomar conciencia de la buena servidora que es la música para que el orante se encuentre con el Señor, tendríamos que tomar mayor responsabilidad de dicho ministerio para que siempre a través de ella, Dios se siga mostrando y el creyente profundice su fe.
Al tomar mayor responsabilidad de nuestro ministerio, como creyentes habría que recordar que nuestro canto proviene del encuentro con el Señor, por lo tanto, cuidemos vivir una relación continua con nuestro Dios.
- ¿Cuál es la importancia, las ventajas de profesionalizar los ministerios de música?
Al ir profesionalizando nuestros servicio musical nos enriquecemos nosotros mismos y al mismo tiempo a la asamblea a la que estamos sirviendo. Dejaremos de pensar que solo basta “cantar con el corazón” (malamente entendido) y que lleva muchas veces a no querer hacer mejor lo que realizamos y a caer en un conformismo. Mejor pensemos, a quienes nos toca desempeñar este servicio musical en la comunidad, en “tocar con maestría” para el Señor, cantar con maestría al Señor.
Las ventajas que podremos lograr serían las de enriquecer coral e instrumentalmente un coro; poder llegar con mayor profundidad al corazón de los hermanos con una mejor interpretación. Y realmente ser un coro que con una buena ejecución, instrumental y vocal, facilite y permita el encuentro de cada fiel con el Señor.
- ¿Cuál es la experiencia en la diócesis en este sentido?
Desde hace ya unos años contamos con una escuela diocesana de música litúrgica en la diócesis, a la cual tristemente asisten muy pocos miembros de los distintos coros de la diócesis. La escuela cuenta con licenciados en música que son miembros de nuestras comunidades parroquiales que ofrecen sus servicios y conocimientos a un alcance muy económico para todos, ojalá y podamos seguir aprovechando e invirtiendo no solo en la formación de quien se siente llamado a desempeñar este servicio, sino invertir en servir mejor a Dios y a los hermanos.
También es cierto que en nuestras comunidades parroquiales existen servidores profesionales en la música y otros que sin tener el grado de licencia hacen un trabajo excepcional y magnífico. Así que los invitaría a prestar su conocimiento en su comunidad (no solo en su propio coro) y a que la comunidad se dejara formar también por ellos para seguir creciendo.
- ¿A qué retos se enfrenta la Dimensión de música litúrgica en la diócesis?
El primer reto creo que es el de hacer que los integrantes de los distintos coros de nuestras comunidades parroquiales se descubran siempre como ministros del canto y la música, valoren lo que la Iglesia les ha confiado en sus servicio y siempre están dispuestos a servir con generosidad a sus comunidades.
- Otro reto sería el que se descubrieran los coros como miembros de una comunidad parroquial a la que pertenecen y no a una donde solo van a desempeñar una función y prestarles un favor o trabajo. ¡Son parte de la comunidad que se reúne en torno al Resucitado!
- El que en las celebraciones litúrgicas se canten cantos litúrgicos.
- Formar para el ministerio del salmista y que poco a poco en nuestras celebraciones litúrgicas una vez más el Salmo, que es un canto, vuelva a ser entonado en nuestras comunidades parroquiales.
- El cómo mostrar la belleza del canto litúrgico, mostrar su espíritu para entender el porqué es que en la liturgia el canto esta normado y de esta forma quienes desempeñan este servicio respondan con docilidad a la directriz de la Iglesia y que nosotros podamos decir “solo hemos hecho lo que teníamos que hacer”.
Cinco consejos y una guía para servir mejor en el canto
- ¿Cuáles serían cinco consejos que usted daría para un mejor servicio en la
música?
- Cultivar la espiritualidad. No somos primero músicos, somos creyentes que a través de la música expresamos la fe de la Iglesia y nuestra relación con el Resucitado. Sin espiritualidad la buena música, aunque sea bella, será vacía, infértil.
- Formación continua. Se puede crecer en varios ámbitos, por mencionar algunos: técnico instrumental o vocal, formación litúrgica, formación musical.
- Escuchar música religiosa como algo ordinario, para que también nuestra sensibilidad musical se vaya enriqueciendo. Tenemos muchos músicos católicos que expresan la fe a través del canto.
- Integración a la vida parroquial. No vamos a que nos escuche un público o auditorio, vamos a servir a una asamblea de la cual nosotros somos partícipes y a la cual nosotros escuchamos y conocemos para mejor servirle.
- Apartarse de los riesgos de la vanagloria y del conformismo.
- Podría dar una guía de lo que se vale y no se vale en la música litúrgica, incluso una lista de cantos (e instrumentos) permitidos y los no permitidos para cantar en la liturgia?
No creo que alcance a dar una lista sobre cuales si y cuales no y sus motivos; existen sitios en internet que han hecho un labor valiosa al respecto e incluso en nuestra página diocesana lo podrán encontrar: www.didimusli.org
Una guía breve: En la música litúrgica tenemos 3 niveles de cantos: las aclamaciones y saludos; los cantos del ordinario; y los cantos del propio.
-Los primeros que nos interesan son las aclamaciones, y al coro le competen al menos las del ‘Santo’, la aclamación antes del evangelio, la respuesta al Misterio de la Fe, la doxología, entre otras, pero esas son las que se pudiesen cuidar e implementar.
-Los cantos del ordinario. Estos cantos tienen un texto propio y el cual debemos de respetar y no modificarlo. Los cantos son: Señor ten piedad, Gloria, Santo y Cordero. Por lo tanto es muy importante que conozcamos su texto, que pueden encontrar en el Misal Romano o incluso en las primeras hojas de los misales mensuales.
-Los cantos del propio como lo son el canto de entrada, de ofrendas, de comunión y “de salida” no tienen un texto, pero si tienen una función: introducirnos al misterio que celebramos, presentar a Dios nuestros dones que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor, la invitación a comulgar el cuerpo del Señor, vivir nuestra misión como bautizados. No son cantos libres, tienen una función dentro de la celebración.
El canto litúrgico exige que la composición sea un canto para la liturgia y por supuesto de origen católico. Hay que ir sacando de nuestras celebraciones los cantos protestantes y las parodias (cantos no hechos para la liturgia o la oración)
Sobre los instrumentos, no tenemos ninguno prohibido siempre y cuando estos favorezcan realmente al encuentro con el Señor y que no sirvan de distracción o nos transporten a otro lugar fuera de ella. Entonces toquemos con maestría los distintos instrumentos, y cada uno podría preguntarse ¿Este instrumento favorece el encuentro con el Señor en la Asamblea? Si es afirmativo, podrían continuar…pero si descubren que en vez de favorecer, distrae, mejor evite segur tocándolo así o incluso si no es necesario, no lo toque.