Presencia
El municipio de Chihuahua sancionará eventos públicos donde se presente música como los corridos tumbados o el reguetón, tal y como se hizo en 2015, cuando se aprobaron sanciones por interpretar o reproducir los llamados ‘narcocorridos” y música que hace apología al delito o a autores de delitos.
De acuerdo a lo publicado en medios de comunicación, el Cabildo de Chihuahua aprobó reformas a reglamentos que ahora establecen multas a eventos donde se interprete o reproduzca música que denigre, discrimine, margine o haga apología a la violencia contra la mujer.
Esto se halla en letras de géneros como el reguetón o los corridos tumbados que tienen como grandes exponentes a Bad Bunny, Maluma o Peso Pluma.
La edil promotora de la reforma afirmó que la reforma “no está dirigida a un género musical en particular”, sino que busca prevenir una realidad presente, siendo Chihuahua es uno de los cinco municipios del estado con una Alerta de Género, por los altos índices de violencia hacia las mujeres. Por eso la pregunta de esta semana es:
¿Qué opina de la prohibición en el municipio de Chihuahua de conciertos/presentaciones de artistas de reguetón y corridos tumbados? ¿Qué impacto puede tener?
Vivimos una etapa de excesiva violencia, muchas veces inclusive proviene de manera normalizada hasta de la clase política y aunque es importante el respeto a la libertad de expresión y a la diversidad cultural, en la gran mayoría de casos el reguetón y los corridos tumbados, generan apología del crimen, contenido explícito e inapropiado para ciertos públicos, sobre todo para las generaciones del futuro, en el que vale la pena invertir en la construcción de valores positivos.
La decisión del Ayuntamiento de Chihuahua la considero asertiva, ya de por sí la antecede su prohibición a los narcocorridos, y aunque ciertas medidas o políticas públicas pueden resultar poco populares, cuando se trata de erradicar la violencia, inclusive la de lo artístico que se expresa en contenidos, no debe dar lugar a ninguna tregua, al contrario, en un mundo y una sociedad en constante conflicto, pugnar por mensajes que contribuyan a una civilización en donde prevalezca, la paz la armonía y el amor.
Mtro. Jorge Iturriaga/ Publicista y docente universitario
Creo que prohibir las presentaciones públicas de este tipo de género, refleja solo una acción política que toma una idea que es válida, pero que se queda como un intento menor por contrarrestar los discursos de odio que denigran y exaltan la violencia en contra de la mujer. Un esfuerzo que solo busca obtener raja política. Porque, ¿qué impacto en la realidad se obtiene para detener la propagación de estos discursos? -pregunto-. Le prohíbes al cantante presentar estas canciones en vivo, pero la difusión de estas canciones depende del acceso tan eficaz que se tiene de ellas en los medios electrónicos sostenidos por una industria de la música poderosísima, sustentada por el poder económico, y la influencia inmediata en cada individuo que tiene Internet. Esto es lo verdaderamente importante y lo difícil de detener.
Este esfuerzo se queda en un gesto que tal vez traiga el beneficio económico por las multas, pero de verdad, ¿qué tan eficaz resultará está estrategia?, es lo que debemos reflexionar.
Lograr que la sociedad no consuma este tipo de música y de discurso no se logra con la prohibición. Sólo habrá un cambio real cuando en conciencia cambiemos nuestro consumo, o sea elegir qué música -con sus letras y mensajes- escucho y promuevo. Entender que sólo se llega la conciencia con la formación humana, todos los días en la reflexión y pensamiento crítico.
El arte debe servir no para enriquecer a los que detentan el poder de difundir, debe estar al servicio del crecimiento humano y del fortalecimiento de nuestra sociedad en la convicción de buscar el bien de todos.
Mtra. Jessica Peña/ Licenciada en música, docente universitaria
No es una novedad que a través de las artes y la cultura en general, se trate de enviar mensajes plagados de ideas moral, político o religiosamente incorrectos; sin embargo, en las últimas dos décadas, en aras de la libertad de expresión, se ha dado un impulso exorbitante a todas estas corrientes, que no definen públicamente cuáles son sus verdaderas intenciones.
Algunas pocas autoridades de nuestro país han intentado poner atención a estos temas, tal es el caso del municipio de Chihuahua, que este pasado 26 de julio decretó sanciones para los artistas que presenten, promuevan o difundan canciones con mensajes en contra de las mujeres. Pero para suponer los impactos de estas normativas, en primer lugar, valdría la pena recordar que “casi” por naturaleza, ninguna prohibición es bien recibida por la población.
Pensando en la libertad de expresión que la constitución nos confiere, quizá fuera más prudente pensar en normas reguladoras (que no prohíban), que verdaderamente delimiten los alcances de estas difusiones, cuidando así, no sea fácil que lleguen a los jóvenes menores y niños, los cuales se encuentran aún en etapas tempranas de madurez y crecimiento emocional e intelectualmente. Y a la par, urge educación en los adultos, para que conozcan los impactos negativos en el desarrollo de las personas que son expuestas a temas poco sensibles con la dignidad humana. Ya que ninguna norma o ley vendrá a educar a los pequeños del hogar respecto a estos temas. Es imperativo que esta supervisión quede a cargo de todos nosotros.
Deseamos que toda iniciativa en pro de la protección de los demás, tenga un impacto positivo, pero se debe tener cuidado en que algunos planteamientos mal expuestos, pudieran tener efectos adversos.
Todo esto se ha vuelto un negocio tan rentable, que mientras existan esas prohibiciones laxas, que se resuelven con el pago de una multa económica para los empresarios y artistas, esto solo se convertirá en un costo extra a los gastos de operación.
Jesús Cruz/ Ministerio de Música Nueva Alianza en Jesús (JABES)
Cada época en la historia está marcada por múltiples momentos en todos los ámbitos de la vida social, que van dejando huella y dando significado a generaciones que se enlazan a partir de diferentes manifestaciones culturales, tal es el caso de la música.
Las prohibiciones de géneros musicales específicos se han dado en varios tiempos en la historia y suelen ser polémicas, ya que generan debate sobre la libertad de expresión y la censura.
En este nuevo ecosistema mediático se da la posibilidad de encontrar y escuchar cualquier tipo de música que sale del esquema en que estábamos acostumbrados con la radio convencional. Los ritmos y letras que estos contenidos musicales ofrecen a la sociedad están cargados de narrativas de violencia y sexualidad que hacen contrastar a la sociedad con sus filias y fobias.
El Estado hace frente a este fenómeno y logra, a partir de reglamentos, colocar esta prohibición que resulta muy paternalista ante una sociedad que ha cambiado su consumo de medios y que logra allegarse de cualquier forma el contenido que desea escuchar y ver, encumbrando a los creadores en la cima de un espacio en donde no existen reglas ni leyes.
Es importante encontrar un equilibrio entre el papel del gobierno en la protección y promoción del bienestar general y el respeto a las libertades de pensamiento. La responsabilidad ciudadana y reflexión ante estos fenómenos musicales, muchos de ellos efímeros, requieren de nuestra participación activa para que, desde los ámbitos familiares, educativos, laborales, etc., podamos discutir, entender y discernir lo que generan y promueven estos movimientos en nuestra sociedad, ya que de esta manera podremos hacer más consciente la forma en que validamos o no estas manifestaciones que surgen de una sociedad que no ve descanso ni tregua ante una violencia que parece se ha instaurado en nuestra cotidianidad.
¿Qué nos dice más, la música del perreo en una boda después del sacramento del matrimonio, o los corridos de medianoche después de una alianza y compadrazgo que da el sacramento del bautismo?
¿Usted que prefiere escuchar y por qué?
Mtro. Armando Rodríguez/ comunicólogo, productor de Radio