Mensaje del obispo de Ciudad Juárez sobre su participación en la 101 Asamblea general de la Conferencia del Episcopado Mexicano y sobre la nueva exhortación del Papa Francisco Amoris Laetitia.
Les saludo con grande afecto y cariño de Pascua todavía, Cristo ha resucitado, Cristo vive y en ese ambiente de gozo de resurrección reflexionamos sobre el tema de esta semana que está dividido en dos partes, en dos temas.
Por una parte quiero tocar el tema de la Asamblea 101 del Episcopado Mexicano que tuvimos del 4 al 8 de abril. Ha sido una Asamblea muy bonita, cansada como todas las asambleas, son jornadas de todo el día, de lunes a viernes. Todos los obispos asistimos. 116 obispos, un buen número, con la tarea de, por una parte las elecciones. Ya sabemos todo mundo que hubo elecciones. Muchos cargos se volvieron a dar al mismo obispo, se reeligieron, otros son nuevos, pero quiero resaltar que todo fue en un ambiente de comunión. Ya el Santo Padre nos había indicado que todo nuestro trabajo pastoral como Conferencia de obispos y en las diócesis y en toda la Iglesia, debe tener un carácter sinodal, es decir, todos como un sínodo, unidos. Y así fue nuestra asamblea, así son nuestras asambleas donde los obispos convivimos, platicamos, donde los obispos tocamos un tema en mesas redondas y en oración. En el punto de las elecciones se desarrollaron de manera extraordinaria y todo el mundo aceptó el cargo con mucha generosidad y con mucha alegría. También tocamos el tema de un objetivo: queremos hacer un objetivo y programa de corto, mediano y largo plazo que nos dé dirección hacia dónde queremos ir los obispos de México para nuestra Iglesia mexicana. Este objetivo, este programa global general ya se eligió a un equipo de obispos que lo van a trabajar y en la próxima asamblea lo vamos a votar, lo vamos a enriquecer de acuerdo a la propuesta que nos den los obispos de la comisión adhoc; tal vez sea para el 2031, porque es cuando se cumplen los 500 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en México. del 2016 al 2031 un objetivo, un proyecto a corto, mediano y largo plazo muy importante lo conoceremos.
Aparte vimos las líneas transversales, las líneas de interlocución de todos los términos que estamos utilizando en el nuevo cambio de la estructura de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
También tuvimos una tarde donde evaluamos la visita del Santo Padre a México por provincias y en general todos los obispos dijimos que fue una experiencia muy bonita, muy enriquecedora, que todo salió de una manera maravillosa, que todo se planeó con dificultades propias de la logística de organización, pero que no empañaron, no impidieron que finalmente la visita del papa fuera un éxito en la organización, en la logística. Pero sobre todo en el mensaje, en la cercanía amorosísima y la enseñanza que el papa Francisco nos dejó durante esos días. Todos lo comentamos: ¿cómo te fue en Ciudad Juárez?, ¿cómo te fue en Chiapas?, ¿cómo te fue en Morelia?. A mí en particular me dijeron, felicidades monseñor Guadalupe, muy bonito. En México me felicitaron por el encuentro en la cárcel, fue para muchos muy llamativo el mensaje de la señora Evila, la interna, que fue muy conmovedor. La misa muy bonita, el encuentro con el Mundo del trabajo, ese momento de la cruz (en la frontera). Los obispos dijeron que la experiencia de Juárez había sido muy maravillosa y finalmente los obispos terminamos nuestra reunión el viernes 8 y dimos un mensaje a toda la nación con las palabras que el mismo papa nos dejó: Echarle ganas. Utilizó un término muy nuestro, “echarle ganas” como Iglesia, como episcopado, como cristianos tenemos que echarle ganas, pero echarle ganas ¿a qué?… a la misericordia, al amor, a la entrega, a la solidaridad, a la ayuda de los más pobres y alejados.
Aparte de compartirles mi experiencia de la semana de trabajo muy bonita con mis hermanos obispos en la 101 asamblea del Episcopado, el otro tema que quiero tomar, simplemente nada más como para enunciarlo, acaba de salir la exhortación postsinodal del Santo Padre, del Papa Francisco con ocasión de la familia “Amoris Laetitia”, “La alegría del amor”, yo la estoy leyendo, ya voy avanzada la exhortación. La verdad que es riquísima. Recomiendo a toda la pastoral, a todos los sacerdotes, a todos los consagrados, a todos los seminaristas, a todos los fieles, a todos los movimientos, particularmente a todos los que están involucrados en la Pastoral Familiar, tenerlo como un documento de cabecera que hay que leer, hay que meditar, hay que reflexionar y a nivel diócesis tenemos que tomarlo para implementar todo lo que ahí, de manera muy sustanciosa se nos está diciendo, porque tiene temas muy importantes del noviazgo, de la familia, del matrimonio, de circunstancias específicas, nuevos desafíos pastorales que el mundo de hoy nos presenta.
Es una exhortación extraordinaria, bellísima, también en su lenguaje, fácil de leer, fácil de entender. La recomiendo, por ahora sólo recomiendo la lectura, que todos la adquieran, la bajen del Internet, como sea, que todos tengamos este documento para leerlo, meditarlo y aplicarlo a nuestra vida.
Ya procuraré cada semana en Presencia y en Radio Guadalupana dar un cápsula sobre esta Exhortación. Es mi propósito las siguientes semanas a través de este medio presentar una cápsula, una idea sobre esta exhortación.
Como siempre les saludo, les bendigo, les manifiesto mi cariño mi amor de padre y pastor. Seguimos trabajando. Viene una etapa para mí de Confirmaciones. Voy a ir parroquia por parroquia, ya estoy empezando a confirmar. Me encontraré con los chavos de Confirmación, tanto los coordinadores como los muchachitos que se van a confirmar, y adultos también. Voy a sus parroquias con alegría, voy a saludarlos a todos y cada uno de ustedes y de antemano les manifiesto mi cariño, mi afecto y como siempre mi bendición, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.