Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucha alegría y amor de padre y pastor. En esta ocasión quiero compartirles lo que trabajamos en la asamblea plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano que vivimos del 7 al 11 de noviembre.
Primero recordarles el objetivo del trienio que estamos viviendo los obispos que es anunciar la alegría del evangelio, buscando llegar a las periferias con misericordia y sentido profético para contribuir en la construcción de un México más justo, reconciliado y en paz. Este objetivo toca aspectos muy importantes: anunciar la alegría del evangelio, que es algo que todos los cristianos debemos hacer llegar a las periferias, es lo que el papa nos está pidiendo, salir de nuestros rincones, de nuestros cuartos, oficinas e ir a las periferias territoriales y existenciales, de todo tipo. Pero señala el objetivo dos actitudes: misericordia y sentido profético.
Como el papa nos ha estado insistiendo este año hay que hacerlo todo con una actitud de misericordia, de amor y ternura a ejemplo de Dios Padre, que siempre es compasivo y misericordioso con nosotros. Y un sentido profético de anuncio es denunciar el pecado, denunciar la guerra, denunciar el mal y anunciar la paz, el amor de Dios, anunciar la comunión fraterna, anunciar la Buena Nueva de Dios. La Iglesia debe ser eso, anunciar la Buena Nueva, el evangelio, y así como episcopado, contribuir a la construcción.
Todos tenemos que construir un México más justo, reconciliado y en paz. Estamos viviendo tiempos difíciles en nuestro país, hay mucha injusticia, mucha pobreza y guerra, mucha muerte. Hay divisiones, y por eso tenemos que trabajar todos juntos por la justicia, la reconciliación y la paz.
Objetivo de obispos
Es el objetivo que queremos durante estos tres años, trabajar con el episcopado, avanzar en la elaboración sinodal del proyecto pastoral hacia el año 2031-2033 queremos hacer un plan global pastoral con ocasión de dos grandes acontecimientos que estamos por vivir en el 2031: celebramos los 500 años de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe. 500 años de que vino, nos trajo el mensaje de Dios, de su Hijo que se le construyera una iglesia, para que desde ahí Cristo reinara en nuestra patria.Y otro acontecimiento todavía más importante y más fundamental para nuestra fe, los 2000 años de la redención. Cristo muere en el 33 y resucita y nos redime, nos salva.
En este próximo 2033 con ocasión de estos aniversarios o dos grandes acontecimientos, queremos hacer un plan global de pastoral que responda a las exigencias y los desafíos que el mundo de hoy presenta.
Quiero compartirles que trabajamos los obispos en exposición, reflexión, meditación lectio divina, y luego en mesas redondas por provincias y por regiones compartimos respondiendo una serie de preguntas que nos presentaron para dar respuesta a este plan que queremos realizar.
Trabajo por unidades
La primera unidad que trabajamos fue para reflexionar sobre el por qué y para qué de este proyecto global de pastoral hacia el año 2031-2033. ¿que deseamos? es la pregunta ¿qué queremos? ¿por qué queremos este proyecto? Se nos decía que las grandes organizaciones mundiales, los países están ya elaborando proyectos a mediano y largo plazo, por lo tanto la Iglesia no puede quedarse atráss y por eso hemos decidido también nosotros tener un proyecto a largo plazo que responda a los desafíos del mundo de hoy.
La segunda unidad fue con ese objetivo: mirar con compasión pastoral los contextos, entornos y escenarios del proyecto legal de pastoral 2031-2033 y dar elementos para discernir las prioridades. Tenemos que tener una mirada que nos haga capaces de conocer y discernir las realidades desafiantes de hoy y de mañana, mirar, no titubear.
A veces nos cegamos o no queremos mirar, no queremos ver más allá, entonces tenemos que cambiar esa actitud, primero de mirar, observar esas realidades que nos están desafiando, lacerando, lastimando, o evadir realidades positivas que nos hacen crecer, mirar, pero también escuchar. Tener una mirada que escucha la Palabra de Dios para ponerla en práctica con visión, con audacia y alegría. Ahí los obispos tenemos que tener esa capacidad de escucha aunque esta realidad desafiante también tenemos que escuchar la palabra de Dios que nos dice para poner en práctica esa palabra de Dios y tres actitudes en esta unidad: una buena visión, amplia, global, general del mundo, de nuestro México, de nuestra diócesis, de nuestro estado. Una visión general con audacia e inteligencia, con estrategia, con ímpetu y también con la alegría del evangelio, así, con la confianza de que Dios está con nosotros.
En la siguiente semana estaremos revisando las otras unidades revisadas en nuestra Asamblea de los obispos. Les saludo con afecto y les doy mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén