Blanca A. Martínez
Religiosas y religiosos de la Diócesis de Ciudad Juárez comenzaron el Jubileo de la Vida Consagrada con una misa y rezo del Rosario ante el Santísimo, el pasado jueves 20 de febrero.
La celebración se realizó en la parroquia La Transfiguración del Señor, presidida por el obispo don J. Guadalupe Torres Campos, y concelebrada por el padre Gregorio López, MNN, asesor diocesano de la Vida Consagrada, así como por el padre Abraham Fonseca, MNM, vicario de la comunidad anfitriona.
Al templo, ubicado en la Colonia Infonavit Ampliación Aeropuerto, llegaron religiosas que prestan su servicio en parroquias, escuelas y obras sociales, listas para escuchar la Palabra de Dios y luego orar por las intenciones preparadas para la ocasión, junto a los fieles de la comunidad que se unieron al acontecimiento jubilar.
“¿Quién es Jesús para mí? Debemos dar respuesta con nuestra vida y testimonio. La respuesta doctrinal es importante, pero más, una respuesta de Amor” reflexionó sobre el Evangelio el obispo don Guadalupe, quien ese día celebraba el décimo aniversario de su presencia en Ciudad Juárez como obispo titular.
“Ustedes, hermanas consagradas, han decidido acoger la mirada de Jesús y ser signo para el mundo del amor de Dios, cada una con su carisma, su apostolado, sus buenas obras y su amor”, les dijo.
Al dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada, el obispo hizo un llamado a todos a ser signos de esperanza y señal de la presencia de Dios en el mundo, como pide el Jubileo 2025.
En oración
En pocos minutos, tras finalizar la misa, se preparó el altar para comenzar la Hora Santa con luces apagadas y sólo un aro resplandeciente en torno a Jesús Sacramentado, colocado en una enorme Custodia.
Los sacerdotes nativitas estuvieron confesando a quienes se acercaron a recibir el sacramento, mientras el obispo acompañó de rodillas el rezo mariano, encabezado por las hermanas Belem Flores, de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, y Sonia Angélica Barrera, de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús.
Dos bellas voces coronaron el rezo de cada uno de los cinco misterios luminosos que esa noche se rezaron por diferentes intenciones, todas relacionadas con la Vida Consagrada.
Una hermana capuchina rezó la primera decena por los hombres y mujeres consagrados a Dios “para que sean signo de esperanza y su testimonio inspire”; religiosa de las Hijas Mínimas de María Inmaculada rezó el segundo misterio por los miembros de los Institutos seculares, “para que sean fermento de santidad en medio del mundo”; mientras que una misionera guadalupana encabezó la tercera decena por los miembros de Institutos religiosos de vida activa, “para que sigan llevando esperanza al mundo”.
En el Cuarto Misterio una religiosa de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús oró por los miembros de las sociedades de vida apostólica “para que su servicio pastoral y misionero sea fortalecido por la comunión fraterna”, y finalmente una clarisa capuchina hizo la decena del quinto misterio por las mujeres de vida consagrada, para que “su testimonio de esponsalidad sea también signo de esperanza y llamado a la santidad”.
Ese día se elevaron plegarias especiales por religiosas y religiosos enfermos que no pudieron asistir a las actividades del Jubileo y tras un momento para la reflexión personal, el padre Gregorio López realizó la bendición de despedida, con el Santísimo.
Al final, las religiosas se quedaron unos momentos para saludarse entre sí y agradecer la cercanía del obispo, a quien felicitaron especialmente por su aniversario.