Presencia
La comunidad católica vive hoy inmersa en el tiempo de la Pascua, considerado un tiempo de alegría y felicidad por la Resurrección del Señor. La Pascua es, así, un tiempo propicio para hacer propósitos y fomentar las virtudes que permiten reforzar a la persona nueva surgida después de la Cuaresma. Por ello, en esta Pascua 2025 Periódico Presencia quiere presentar una serie sobre virtudes, que permitan a los lectores seguir caminando en busca de la vida eterna como la meta última.
Comenzamos esta serie con la virtud de la humildad.
Humildad
Adquirir la virtud de la humildad, entendida desde la perspectiva cristiana como la disposición a reconocer nuestra dependencia de Dios y a vivir en servicio a los demás, requiere un esfuerzo constante y una transformación interior.
Contexto y Aplicación
La humildad, como virtud teologal infusa, se fortalece con la gracia de Dios a través de los sacramentos, la oración y la práctica constante. Documentos como la encíclica Veritatis Splendor (Juan Pablo II, n. 88) y el Catecismo (n. 1810-1811) subrayan que las virtudes crecen con el esfuerzo humano cooperando con la gracia divina. Además, la humildad no implica autodegradación, sino vivir en la verdad sobre quiénes somos ante Dios y los demás, como enseñó santa Teresita del Niño Jesús con su «pequeña vía».
Aspectos clave
A continuación, se presentan aspectos clave para cultivar esta virtud, basados en la enseñanza cristiana, especialmente en el contexto del Magisterio y las Escrituras, con un enfoque práctico y espiritual:
- Reconocer la Grandeza de Dios y Nuestra Limitación
Reflexión Teológica: La humildad comienza con la comprensión de que Dios es el Creador y nosotros somos criaturas finitas, dependientes de Él. Como dice Filipenses 2:3-4, debemos considerarnos «menos que los demás» en un espíritu de servicio.
Práctica:
*Oración diaria: Pide a Dios la gracia de reconocer tu pequeñez. Por ejemplo, el Magnificat de María (Lucas 1:46-55) es un modelo de humildad al exaltar a Dios.
*Examen de conciencia: Reflexiona sobre tus talentos y logros, atribuyéndolos a la gracia de Dios, no solo a tu esfuerzo.
*Meditación en la Cruz: Contemplar a Cristo humillado en la cruz ayuda a entender que la grandeza está en la entrega, no en la autosuficiencia.
- Imitar a Cristo, Modelo de Humildad
Base Bíblica: Jesús es el ejemplo supremo de humildad: «Siendo de condición divina, se humilló a [y] se hizo esclavo» (Filipenses 2:5-8).
Práctica:
* Estudiar la vida de Jesús: Lee pasajes como el lavatorio de los pies (Juan 13:1-17) para inspirarte en su servicio desinteresado.
*Actos de servicio: Realiza pequeñas acciones de bondad sin esperar reconocimiento, como ayudar a alguien en necesidad o ceder el crédito a otros.
* Vivir la kenosis: Practica el desprendimiento, renunciando al egoísmo y buscando el bien de los demás, siguiendo el ejemplo de Cristo.
- Aceptar las Propias Limitaciones y Errores
Enseñanza Magisterial: El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2631) destaca que la oración humilde reconoce nuestra pobreza espiritual. Aceptar errores es un paso hacia la humildad.
Práctica:
* Confesión frecuente: El sacramento de la reconciliación fomenta la humildad al reconocer los pecados ante Dios y el sacerdote.
* Pedir perdón: Admite tus errores ante otros sin justificarte, viendo esto como una oportunidad para crecer.
* Escuchar críticas: Acepta correcciones con gratitud, incluso si son difíciles, y úsalas para mejorar.
- Practicar la Gratitud y Evitar la Autocomplacencia
Perspectiva Espiritual: La humildad implica agradecer a Dios por todo, en lugar de atribuirnos el mérito. Como dice Santiago 4:6, «Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes».
Práctica:
* Diario de gratitud: Escribe diariamente tres cosas por las que estás agradecido, enfocándote en los dones de Dios.
* Evitar la comparación: No te compares con otros para sentirte superior; en cambio, alégrate por sus éxitos.
* Ofrecer alabanzas: Reconoce públicamente las virtudes y logros de los demás, desviando la atención de ti mismo.
- Vivir para los Demás en Lugar de Buscar la Gloria Personal
Doctrina Cristiana: La humildad se manifiesta en el amor al prójimo, como enseña Gálatas 5:13: «Por amor, servíos los unos a los otros».
Práctica:
* Voluntariado: Dedica tiempo a obras de caridad, como ayudar en comedores sociales o visitar a enfermos, sin buscar reconocimiento.
* Escucha activa: Presta atención plena a los demás sin interrumpir o imponer tus opiniones.
* Sacrificio silencioso: Haz buenas obras en secreto, recordando las palabras de Jesús: «Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mateo 6:3).
- Cultivar la Docilidad al Espíritu Santo
Enseñanza de la Iglesia: Según Gaudium et Spes (n. 22), el Espíritu Santo guía a los fieles hacia la verdad plena, y la humildad abre el corazón a esta guía.
Práctica:
* Oración al Espíritu Santo: Pide diariamente docilidad para aceptar la voluntad de Dios, incluso cuando contradice tus planes.
* Lectio Divina: Medita en las Escrituras para que la Palabra de Dios moldee tu corazón.
* Silencio interior: Dedica tiempo al silencio para escuchar la voz de Dios, evitando el ruido del orgullo.
- Buscar Modelos de Humildad en los Santos
Ejemplos del Magisterio: Santos como Francisco de Asís, Teresa de Calcuta o Juan Pablo II son destacados en documentos papales por su humildad radical.
Práctica:
* Leer vidas de santos: Estudia cómo vivieron la humildad, por ejemplo, la pobreza de Francisco o el servicio de Teresa a los más pobres.
* Novenas o devociones: Reza a santos humildes para que intercedan por ti en tu camino hacia esta virtud.
* Imitar sus virtudes: Adopta una práctica específica de un santo, como la simplicidad de vida o el abandono confiado a Dios.
- Combatir el Orgullo, Raíz de la Falta de Humildad
Advertencia Bíblica: Proverbios 16:18 dice: «Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez». El orgullo es el principal obstáculo para la humildad.
Práctica:
* Autoexamen: Identifica momentos en los que buscas alabanza o te sientes superior, y contrarréstalos con actos de humildad.
* Ayuno y penitencia: Practica disciplinas espirituales que dominen el ego, como el ayuno o la abstinencia, ofrecidas a Dios.
* Humillaciones aceptadas: Abraza pequeñas humillaciones (como ser ignorado o corregido) como oportunidades para crecer en humildad, siguiendo el consejo de san Josemaría Escrivá: «No te quejes, calla y ofrece».
Para saber…
Adquirir la humildad es un proceso que requiere paciencia. Comienza con pequeños pasos, como una oración diaria por esta virtud o un acto de servicio semanal.