Ana María Ibarra
Llena de fe y devoción a Santa María de Guadalupe, la comunidad parroquial de Dios Padre peregrinó el pasado primero de diciembre partiendo del Parque Borunda para llegar a Catedral.
Peregrinar
Con un imagen de la Guadalupana en los hombros, varios hombres de la comunidad caminaron seguidos del párroco de la comunidad, el padre Jorge Iglesias Esquivel, y de toda la comunidad.
Niños, jóvenes y adultos caminaron llenos de alegría entonando cantos de gozo y elevando su oración a Dios a través de su amor a Santa María de Guadalupe.
La alegría de los más de 300 devotos robó la mirada y la atención de quienes los observaron avanzar por la Avenida 16 de Septiembre.
Durante el trayecto el entusiasmo de los peregrinos no mermó, al contrario, conforme se acercaban a la Catedral, su alegría resurgía más fuerte, pues la esperanza de llegar y depositar a los pies de la Madre todo aquello que su corazón albergaba, les inyectaba de energía y motivación para continuar.
Justo una hora después de haber iniciado la peregrinación, la comunidad de Dios Padre llegó a su destino y fue el padre Víctor Ortega, vicario de Catedral, quien los recibió fraternalmente rociándolos con agua bendita mientras avanzaban por el pasillo central del templo.
La Eucaristía
Después de la bienvenida del vicario parroquial, la comunidad y su párroco se dispusieron para celebrar la misa de acción de gracias.
En su homilía, el padre Jorge compartió con sus fieles el sentido de estar en Catedral.
“Todos tenemos un punto de unidad, a donde todos venimos a depositar nuestros problemas. Es aquí donde vamos a encontrar a un solo Dios y a la nuestra única Madre que siempre nos acoge y nos abraza. Hoy venimos de nuestra querida parroquia a presentar todos nuestros problemas”, expresó el sacerdote.
El padre Jorge dijo sentirse como el hijo pródigo que regresa a su casa donde lo recibe una madre que lo abraza.
“Es como llegar a la casa materna donde nos sentimos arropados, protegidos. No caminamos solos, sino que en nuestro peregrinar en este mundo siempre vamos acompañados y protegidos por Dios y por nuestra Madre Santísima”.
El padre Jorge invitó a su comunidad a poner en las manos de María Santísima todo “lo que somos y todo lo que tenemos”.
“Ella nos hace mantener la esperanza, es la que nos enseña a amar a Dios con todo el corazón”, finalizó.
Al finalizar la Eucaristía, la comunidad regresó a su parroquia llena del amor de María y con la confianza de que sus plegarias fueron escuchadas.