Presencia
El proyecto de la ruta de transporte BRT-2 en Ciudad Juárez, que ha tenido un costo de más de mil millones de pesos, sigue sin iniciar, tras casi dos años de haberse comenzado los trabajos (Julio de 2020).
Como se sabe, la obra ha traído una serie de malestares, inconformidades y protestas por parte de grupos sociales y la comunidad en general, tanto por las obras en sí mismas, como por las irregularidades, errores e incumplimientos registrados en la construcción de la infraestructura.
Recientemente se informó que ya se revisan los últimos detalles de las estaciones y llegaron dos (de 70) camiones oruga para iniciar la “fase preoperativa” del servicio y aunque se dijo que comenzaría en la segunda quincena del próximo mes de abril, no ocurrió.
Ante la desesperación y mortificación de la ciudadanía por saber cuándo estarán terminadas las obras, incluso ha habido intervención de legisladores para apurar el inicio del sistema de transporte para Ciudad Juárez.
De fondo nos encontramos con la continuidad de las políticas públicas, programas y proyectos, etcétera, cuando sucede un cambio de administración; el incumplimiento de las empresas constructoras, así como el incumplimiento del pago a las mismas en los plazos establecidos, por parte del gobierno del gobierno del Estado. El sistema de transporte BTR 2 no es la excepción a ninguna de estas problemáticas.
El retraso de cualquier obra, en este caso una pública, debe pasar por la lupa de las consecuencias y el impacto negativo que provoca a las personas, a la economía, a la movilidad, etc. Podemos mencionar el más común: los constantes accidentes vehiculares, por ser el que últimamente ha tomado relevancia. Pero llevándolo a preguntas más “amplias” podríamos encontrar problemáticas que impactan de mil maneras a las personas: cómo impacta a la dignidad de las personas, a la solidaridad entre los ciudadanos, al bien de la comunidad. Lo dejamos para una reflexión personal seria.
Agilizarse, claro que se puede baste ver la rapidez con la que se construyen las obras privadas, y el darle celeridad es tarea de los responsables, de ver las formas, los cómo para no retrasar más dichos trabajos. Sabemos que no es nada fácil, pero es parte del trabajo que deben realizar para el beneficio común de la sociedad.
Mtro. Ramón Enrique Rodríguez/ Caridad y Verdad
Los retrasos en obras de esta magnitud son comunes, sin embargo, no por ello deben ser minimizados, ni justificados, sobre todo si sobrepasa lo razonable. El retraso es consecuencia de una cadena de omisiones, mala gestión y supervisión, y en palabras del Director de obras públicas estatal, de correcciones u omisiones en el proyecto.
Además de lo anterior, creo que hay otros dos factores que han influido en el retraso que se experimenta. El primero es una de las mayores debilidades con las que arrancó el proyecto y aún sigue arrastrando: la falta de socialización adecuada desde su origen, y en cada etapa posterior.
Ha existido una ausencia de información suficiente y por los medios adecuados para explicar qué es un sistema BRT, sus impactos positivos a largo plazo, así como su funcionamiento e integración a la cultura vial de la ciudad, no solo a la población en general, sino incluso a las empresas constructoras participantes, a los comerciantes, a los funcionarios municipales y hasta a los medios de comunicación. Como podemos recordar, también hubo retrasos por algunas protestas y, además, por los daños a la infraestructura nueva producto del vandalismo, de los siniestros viales y de la constante mala utilización de esta sin ninguna consecuencia.
El segundo punto tiene que ver con la idea anterior, y se refiere a la falta de coordinación adecuada de las distintas dependencias, y sobre todo de los niveles estatal y municipal al inicio del proyecto. Aunque en esta nueva administración se observa mejor coordinación, aun así, hace falta mejorarla para resguardar de mejor manera la infraestructura, la seguridad de la ciudadanía, y sobre todo para la generación de la nueva cultura vial que es requerida urgentemente.
En cuanto a si creo que podría agilizarse su puesta en marcha, viendo todos los factores ya mencionados arriba, me parece que sería difícil poner en marcha la segunda troncal y pre troncales en su totalidad a la brevedad. Pero sí creo que se deberían agilizar los tramos ya completos, y ponerlo a funcionar a modo de pruebas piloto y no solo «recorridos de prueba», ya que esto va a modificar las dinámicas en torno a las nuevas estaciones. Además, se deben atender, en coordinación con el municipio, la accesibilidad de las banquetas en los entornos, la iluminación, y el apoyo de seguridad vial para que se respete la señalización, esto ya se debería estar realizando. Y a su vez, urge darle solución a la situación de la troncal 1, buscando la forma de brindar y dar seguridad al servicio a la población en lo que se atiende el cambio de concesión o lo que vaya a suceder.’
Dra. Alma Rodríguez/ Docente universitaria
“La opinión” dicen algunos, “la forma más pobre de inteligencia”, es lo más consumido, porque indagar para hacer un análisis razonado es esfuerzo y toma tiempo; casi podríamos decir que la opinión es al “feeling”. Para no caer en este pecadillo indagamos un poco sobre el transporte BRT, para intentar dar una opinión más educada.
Resulta en nuestra breve y poco sustanciosa investigación, que los retrasos es más probable se deban al pensamiento populista de los políticos. El político actual tiende al populismo , esto es, satisfacer a la fracción de electorado, sin importar el Bien Común, solo ven a las personas como votos. Este indigno pensamiento, pero beneficioso para el político, los desenfoca a tratar de solucionar la cuestión, y se llevan una solución técnica, de operación y mantenimiento, a la arena política.
Vamos a decir que se encuentran dos equipos en disputa “Los modernizadores”, con solución técnica y moderna, pero que requiere de una mayor tarifa, transparencia, y formalidad de la empresa concesionaria, y por otro lado los de “Tarifa baja” que defienden que el estado de cosas continue igual “statu quo”. El político busca ganar el aprecio de ambos, y tratará de buscar una solución híbrida, donde el político será el único ganador y los dos lados le estarán agradecidos, la población recibiríamos mediocridad, pero tendríamos transporte “bara”, político feliz -porque no es castigado por subir tarifa-. Transporte “bara” implica camión que pasa a destiempo, no se para por que va lleno, si me subo no hay asiento, rutas que desaparecen sin aviso, caminar largas distancias para tomar el autobús, y con rutas insuficientes; y por otro lado un transporte BRT que no le alcanzará para sostenerse en el tiempo con la calidad de inicio y que representa todo lo contrario.
Nuestra exigencia para las decisiones pensamos debiera ser: que el político piense en la seguridad, tiempo, comodidad y accesibilidad para el usuario, consultar con las empresas que brindaran el servicio arriesgando su capital, ayudar a los del “statu quo” a modernizarse y formalizarse, cuidar la imagen urbana de la ciudad. Tomar una decisión política y técnica con base en la dignidad de la persona y el Bien Común, y no en el popular y populista y muy llamativo grito de batalla del político: “No aumentaran las tarifas de transporte”.
Carlos Marroquín/ Unión Social de Empresarios de México