Un incremento de casos de violencia intrafamiliar se ha registrado en Ciudad Juárez en los últimos meses, tanto a raíz de la pandemia de Covid 19, como por otros tipo de factores que han disparado el número de llamadas de auxilio.
Dramáticos casos publicados en los medios han dado cuenta de esta grave problemática, uno de los más recientes,el de dos agentes de la policía municipal y de Tránsito, que hace unas semanas acabaron con sus vidas tras dispararse luego de una discusión conyugal, y tras haber padecido la desparición de un hijo adolescente. Por ello la pregunta de esta semana es:
¿Que políticas debería implementar el Gobierno para frenar la violencia familiar que se ha incrementado, sobre todo en la pandemia?
Evidentemente estamos viviendo un tiempo nuevo. La situación de pandemia ha evidenciado que estamos viviendo un cambio radical de paradigma. Sobre todo, para las grandes instituciones como son la Familia, educación, iglesia, estado.
Cuando estábamos en plena pandemia y en confinamiento un científico español Ricardo Valladares, dijo: “hay gente que nos dice que vamos a volver a normalidad, a cuál? Yo no quiero volver a la normalidad que ha provocado esto”
Me parece que el tiempo y el acontecer de la historia la vivimos como si no nos importara. Concretamente en cuestión de la política pareciera que solo tienen lugar los poderosos y los científicos. De los que solo ven la economía desde sus propias reglas paradigmáticas y de los que enarbolan los intereses de un supuesto pueblo que nunca termina de tener rostros concretos.
Creo que las políticas que se deben implementar para disminuir la violencia familiar y otras tantas que existen es la política del bien común, como nos lo menciona el Papa Francisco en Frateli Tutti. Nos caería muy bien una política incluyente, con una pedagogía de dialogo, que no es solo dar opiniones, sino tener la capacidad de escucha, acercamiento, comprensión. No podemos hacer relaciones de ayuda situándonos unos encima de otros.
Implementar una política del bien común implica una colaboración de un ciudadano responsable, virtuoso que le interese y sea cercano a la realidad. ¿Pienso en tantas organizaciones concretamente aquí en la ciudad que trabajan y están insertas en la realidad, que buscan y trabajan por el bien común, porque no dialogar con ellas en lugar de destituirlas? Hace falta la respuesta organizada de tantos y tantos trabajadores en diversos sectores de la sociedad.
Me parece que la política urge verla como nos enseñó Mahatma Gandhi: “Entré en la política por amor a la vida de los débiles, viví con los pobres, recibí parias como huéspedes, luche para que tuviesen derechos políticos iguales a los nuestros, desafié a reyes, me he olvidado de las veces que estuve preso”
Creo que la política de esa manera facilitará el comienzo de una etapa que está concluyendo. Donde los políticos sean realmente personas que entran en contacto con la realidad de la gente, que no piensen solo en cómo van a conseguir más votos. Que se tenga una economía que esté al servicio de la persona y de los pueblos. Es decir, que la política no se tenga que subordinar a la economía. Se tendría que gestar una nueva manera de organizar la economía.
Hna. Nereida Vargas/ Superiora general MMD
Creemos que se requiere lo siguiente:
* Implementación de talleres virtuales para padres de familia que permitan la sensibilizacion sobre la convivencia sana y comunicación asertiva
* Promoveer espacios culturales que involucren a toda la familia a costos accesibles.
* Promover actividades de salud emocional en espacios abiertos para desarrollar una inteligencia emocional a través de técnicas de habilidades para la vida.
* Ofrecer terapias de comunicación e integración social para reactivar la conciencia social y afectiva, sobre todo en los niños y adolescentes.
Ramón y Etna Aguayo/ Encuentro Matrimonial Mundial
Obviamente no hay respuestas fáciles, ni recetas de cocina. La complejidad de nuestro entorno social que ha fomentado la consabida “descomposición del tejido social”, también ha fomentado uno de los muchos problemas que no hemos sido capaces de erradicar: la violencia doméstica. Es necesario diseñar tanto estrategias preventivas como de resolución para la problemática actual. Como por ejemplo:
Fijar la obligación de tramitar una licencia para matrimonio a los que quieran casarse, siendo como requisito la formación psicológica y de relaciones donde se exponga incluso caminos de acción para saber cómo identificar focos rojos en relaciones toxicas y cómo reaccionar ante ellos.
Fomentar relaciones sanas a través de charlas obligatorias entre los esposos, semejantes a los talleres para padres que se han venido dando en las escuelas.
Fomentar programas obligatorios de capacitación en los centros de trabajo que abarquen temas de relaciones familiares sanas.
Desarrollar el diálogo familiar a través de tareas para los chicos en edad escolar.
Establecimiento de cápsulas que sustituyan la publicidad de los partidos políticos en las medios de comunicación social dirigidas a mejorar las relaciones en la familia, trabajando diversos valores en cada una.
Fomentar la igualdad y enseñar sobre la dignidad.
Regular la cantidad de violencia que pueda transmitirse por la televisión.
Establecer programas de atención y apoyo a las víctimas donde puedan denunciar sin temor a ser re victimizados.
Establecer programas de manejo de ira y formación psicológica a los que hayan sido detenidos por delitos de carácter de violencia doméstica.
Castigo para este tipo de delincuentes a través de trabajo comunitario y re educación emocional, y no solamente de cárcel.
Pbro. Arturo Veleta, Pedro Fierro y Nadia Fernández/ MFC
La violencia intrafamiliar es un tema complejo, que se alimenta de diversas fuentes y requiere atenderse de manera integral, en diferentes niveles. En mi opinión, los gobiernos tendrían que desarrollar políticas públicas en tres grandes líneas: la garantía de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), la promoción masiva de programas que atiendan la salud mental y el desarrollo psicosocial de las familias y la promoción de una cultura de paz.
En relación a los DESC, es necesario garantizar un ingreso digno, seguridad social y servicio médico de calidad, una vivienda adecuada para la convivencia y el desarrollo de sus miembros, educación gratuita y de calidad, cuidado infantil para niñas y niños, espacios públicos habilitados para la convivencia, con promotores de desarrollo humano comunitario que acompañen el fortalecimiento de capacidades para la interacción, programas culturales para la expresión y elaboración de situaciones que se vivieron durante la pandemia e hicieron mella entre la población.
Para las y los adolescentes y jóvenes, se requieren programas de segunda oportunidad, que atiendan y prevengan conductas de riesgo, particularmente en relación a adicciones, vinculación con actividades delictivas y violencia.
En materia de salud mental y promoción de una cultura de paz, es necesario trabajar en el territorio, llegar a las comunidades, las escuelas, las iglesias. Las instituciones necesitan salir de sus instalaciones, avanzar hacia el encuentro de la gente y promover espacios de diálogo y convivencia, que sirvan de contención, favorezcan la emergencia de nuevas formas de interactuar y resolver conflictos. También es necesario comprender y atender las afectaciones psicoemocionales que han detonado fuertes cuadros de depresión y ansiedad en amplios sectores de la población y atenderlos desde una perspectiva individual, pero también comunitaria.
Como ciudadanía nos corresponde tomar consciencia de las realidades que estamos viviendo y que se agudizaron con la pandemia. Reconocer que muchos de los problemas que nos aquejan no son individuales y por lo tanto, es necesario plantear alternativas comunes, involucrarnos en su solución y en la exigencia hacia los gobiernos para que inviertan en políticas efectivas para erradicar la violencia del seno de las familias.
Estamos ante un problema mayúsculo, que requiere la participación de todos.
Mtra. Lourdes Almada Mireles/ Docente Universitaria