Tras la oleada de violencia que se ha generado en Ciudad Juárez, sus habitantes han revivido el caos y miedo debido a varios ataques armados perpetrados por el crimen organizado en los recientes días.
Hace unos días se registraron ataques armados e incendios de unidades de transporte de personal, vehículos particulares, un establecimiento comercial y un inmueble abandonado que se usó como estación de Policía.
Hay quienes han relacionado esta nueva oleada delictiva con lo vivido entre 2008 y 2010 y por la presencia de más integrantes de la Guardia Nacional en Ciudad Juárez, aunque las autoridades negaron que esto haya sido un detonante.
Lo cierto es que prevalece en los juarenses el temor e incertidumbre porque esto vaya en aumento. Por ello la pregutna de esta semana es:
Con lo que se vive actualmente y recordando lo ocurrido entre 2008 y 2010 ¿Cómo puede Juárez enfrentar una nueva crisis de inseguridad y cómo los ciudadanos se pueden proteger?
Ante esta pregunta, me surge de inmediato otra: ¿se trata de una nueva crisis o en realidad no hemos salido de aquella cuyo inicio identificamos en 2008? Por aquellos años vivimos una fuerte sacudida, nos preguntamos mucho sobre las causas del cataclismo, se planteó con mayor fuerza (diversas organizaciones lo habían hecho desde hacía varios años), la necesidad de atender el desarrollo humano y social de amplios sectores de la población. Se hicieron públicas diversas realidades que habían permanecido invisibles, como la existencia de una generación de niñas y niños que crecieron solos porque sus padres trabajan y no hay opciones de cuidado infantil; como los porcentajes más altos de adolescentes fuera de la escuela; como la continuidad de los feminicidios y la violencia hacia niñas, niños y mujeres; como el incremento de las adicciones y la falta de políticas que las atiendan; como la impunidad en todos los órdenes de gobierno.
Parecía que habíamos aprendido la lección, que ahora sí se invertiría en serio en el desarrollo de la infancia y la juventud, que avanzaríamos hacia una cultura de derechos, en toda la extensión de la palabra, que la política daría un giro para atender las problemáticas humanas y sociales. Pero la punta del iceberg volvió a cubrirse, se nos vendió la idea de que la violencia “se había ido” porque bajó el número de asesinatos (que nunca dejó de ser escandaloso) y volvimos a la vida cotidiana, a la normalidad. Vivimos años de terror y en muchos se instaló el miedo, se optó por el aislamiento, el encierro, el cierre de calles y la privatización de los espacios públicos como forma de pretender una sensación de seguridad. En mi experiencia, eso la hizo más grande.
¿Cómo enfrentar la situación actual y cómo protegernos? En mi opinión, el aislamiento y el miedo son la última opción para lograrlo. Reconocer el miedo y hablarlo con otros para movilizarnos será sin duda indispensable, pero no dejar que se instale nuevamente en nosotros. En aquellos años, haciéndonos una pregunta parecida, quienes participábamos en el Consejo Ciudadano por el Desarrollo Social, encontramos como respuesta cuatro verbos que nos dieron sentido y orientaron nuestro actuar: Saluda, convive, organízate, participa. Esa me parece todavía, una respuesta posible. Desde la iglesia en la que crecí, ese es, además, un llamado que surge desde la fe en Jesús: ir al encuentro con el otro e implicarnos en la construcción del Reino entre nosotros, al estilo de las primeras comunidades cristianas: aportando según nuestra capacidad y garantizando que cada persona tenga según su necesidad. No tengo duda de que implicarnos en ello, hará de nuestra ciudad un lugar más seguro para vivir.
Lourdes Almada Mireles/ Docente universitaria
Los ciudadanos de Ciudad Juárez somos una comunidad resiliente que siempre hemos
salido adelante y continuamos viviendo y trabajando por nuestras familias y bienestar.
La situación de inseguridad en los años pasados no es diferente a los tiempos que
desafortunadamente estamos viviendo nuevamente. Lo que vemos ahora es mayor
violencia de género, violencia contra la mujer -lo que nos pone a pensar en el porqué-.
Como ciudadanos nos podemos proteger siendo más participativos y apoyando a
nuestras autoridades, haciendo uso de la herramienta de ‘denuncia anónima,’. En
ocasiones algunos de nosotros somos testigos de hechos delictivos y optamos por no
decir nada para evitar problemas y represalias; sin embargo, utilizando el mecanismo de
la ‘denuncia anónima’ contribuimos a combatir la delicuencia.
Existe el número telefónico *2232 que es administrado por FICOSEC (Fideicomiso para
la Competitividad y Seguridad Ciudadana) que es un organismo ciudadano y estos
ciudadanos acompañan/asesoran al poner una denuncia. Asimismo el número 01-800-
999-2232 funciona de la misma manera. Con las autoridades directamente podemos
denunciar en Fiscalía y/o al número 089, aunque denunciar directo causa cierto temor.
Si todos colaboramos apoyando, denunciando y aún agradeciendo a las autoridades
policiacas de los tres niveles de gobierno que estan apoyándonos, juntos podremos salir
avante.
María Teresa Delgado Zárate/ VicePresidenta Index Juárez
La lección de lo que recuerdo de esa época, es que comenzamos a tener avances en recuperar algo de unirnos más como sociedad civil y gobierno. Surgieron esquemas como la Mesa ciudadana de Seguridad Pública y Ficosec. Ahorita hay dos mesas de seguridad, la mesa ciudadana y otra de coordinación de los tres niveles de gobierno, son dos esquemas diferentes. Cuando comenzamos a promover la comunicación y trabajo conjunto comenzamos a lograr cosas, por ejemplo, en aquel entonces no se conocían entre las diferentes corporaciones policiacas, entonces la Mesa Ciudadana comenzó a fomentar la unión entre las autoridades y la sociedad civil. Comenzó un trabajo conjunto y la sociedad civil toma su función de estar tanto apoyando, reconociendo, pero a la vez exigiendo y asegurando de que se dé la coordinación entre los niveles de gobierno. Eso es muy importante. En estos días, después de los sucesos que hemos tenido, por mi posición en Coparmex, ha sido primeramente mostrarles mi apoyo total a la autoridad, porque es una situación difícil que requiere mucha valentía, y es de arriesgar la vida, entonces está bien la exigencia, y la preocupación, pero también apoyar a esas personas, que necesitan sentir que los vamos a apoyar para salir adelante.
También mi experiencia y teniendo la conciencia, es que a veces, desafortunadamente, algunos de los problemas de seguridad los causan las mismas fuerzas armadas policiacas, sabemos que tenemos ese problema, pero tomando en consideración todas estas complejidades, al final de cuentas seguimos viendo que los avances solamente se dan con el apoyo a la autoridad por parte de la sociedad civil y la exigencia, las dos cosas.
¿Qué puede hacer el ciudadano? primero, cuidarse, no cometer imprudencias, como andar a deshoras, solos, tomados, no transportar valores. Y lo otro es denunciar, que nos cuesta mucho trabajo, precisamente por la desconfianza que tenemos a la autoridad, pero eso es importante. Fomentar que se hagan redes de apoyo entre nosotros mismos, en caso de enfrentar una situación, estar vertebrada la ciudadanía para que se pongan denuncias…ahí es donde también sirve esta estructuración de mesas ciudadanas. Por ejemplo en el entorno parroquial, si cada parroquia tuviera a un responsable de acompañamiento a los casos de inseguridad que se presentan, sobre todo los más graves, tipo secuestro, extorsión… que todas las personas estuvieran unidas, que le hablaran a la persona en la parroquia y que esta persona tuviera contacto con la Mesa de seguridad para que pudiera haber el acompañamiento adecuado y entonces la persona no enfrente la situación sola ante la autoridad, que es lo que da miedo.
Autocuidado y auto estructurarnos para sentirnos acompañados en caso de una emergencia. Es lo que estoy haciendo desde Coparmex, pero lo mismo puede ser en la parroquia.
José Mario Sánchez Soledad/ Presidente COPARMEX
Juárez puede enfrentar una nueva crisis a partir de la experiencia que ha tenido, muchos espacios en la búsqueda de la justicia tienen que revisarse, nada de corrupción en. nuestras corporaciones, una cultura de la paz, promoción de la paz, la preocupación por el otro. Nos ganó en el 2008-2010 el amor por el dinero, entonces hay que promover una cultura sobre el cuidado de las cosas y darle un verdadero sentido a qué es el dinero, porque realmente vemos que es un mercado unido a nosotros de droga y violencia, es una realidad y muchas otras cuestiones que giran en torno al dinero. ¿Cómo los ciudadanos nos podemos proteger? Simple y sencillamente conociéndonos unos a otros, dando el carácter preventivo en nuestras propias familias, ser personas responsables en una sociedad que pide precisamente la respuesta por el otro. Tener actitud de reconciliación, de búsqueda de paz, siempre. Es como la semilla que puede mantenernos para la búsqueda de una verdadera cultura de la paz. Sabemos que la violencia es un negocio que se genera y es un círculo vicioso que se puede ir cortando poquito a poco en la promoción de una cultura de la paz. Dios quiera y no nos llegue esa situación de 2008 porque los que la hemos vivido muy de cerca tenemos recuerdos que todavía hay que sanar para seguir adelante. Creo que hay muchas personas que, si regresamos a una realidad como entre 2008 y 2010, nos quebramos, entonces ahí la Iglesia debe tener un papel muy fuerte, muy incisivo y comprometido para la lucha por la paz.
Pbro. Roberto Luna/ Comisión diocesana de Justicia y paz