Lectio Divina correspondiente al 4 de julio Domingo XIV del Tiempo Ordinario … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Marcos 6, 1-6.
Salió de allí y fue a su pueblo, acompañado de sus discípulos. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La muchedumbre que lo escuchaba estaba admirada y decía: -¿De dónde le viene a éste todo esto? ¿Quién le ha dado esa sabiduría y esa capacidad de hacer milagros? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿No viven sus hermanas aquí entre nosotros? Y los tenía desconcertados. Jesús les dijo: -Un profeta sólo es despreciado en su tierra, entre sus parientes y entre los suyos. Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo sanó a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y estaba sorprendido de su falta de fe.
(Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el texto del evangelio y para profundizar más hagámonos las siguientes preguntas:
¿Hacia dónde se dirigió Jesucristo y qué fue lo que hizo el sábado?
¿Cómo reaccionan la gente que estaba presente al escuchar las enseñanzas de Cristo?
¿Qué le dice Jesucristo a la desconcertada muchedumbre?
Ante el asombro y la incomprensión de la gente ¿qué fue lo único que pudo hacer?
¿Por qué razón se sorprende Cristo?
Breve Estudio Bíblico
Para este domingo la liturgia de la Palabra nos presenta en la primera lectura (Ez 2, 2-5) la vocación de Ezequiel. Siendo de familia sacerdotal, recibió su formación en el templo y su oficio como sacerdote. Es en el momento del destierro cuando es llamado por Dios para ir como profeta al rebelde pueblo de Israel. Recordemos que un profeta es quien habla en nombre de Dios, es un intérprete de su Palabra. La misión de Ezequiel se centra en reanimar la fe y la esperanza en Dios a una nación sometida por una grave crisis religiosa, política y cultural. Por ello es conocido como el profeta de la ruina y la reconstrucción. San Pablo en la segunda lectura (2 Corintios 12, 7-10) nos describe, a través de una imagen, una experiencia personal de debilidad que atribuye a Satanás: es una espina clavada en la carne. Es una misteriosa aflicción de la cual desea liberarse y acude a Dios quien le hace ver la conveniencia de no hacerlo. La aceptación de la debilidad por parte del apóstol es el medio por el cual se adquiere la fuerza que se le ha conferido para llevar a cabo su misión. De esa manera queda de manifiesto que únicamente la fuerza que proviene de Dios es la que nos sostiene y basta.
En el evangelio según san Marcos (6, 1-6), aparece Jesucristo en la sinagoga asombrado por la falta de fe de sus parientes y la gente de su propio pueblo. Al igual de lo que sucede con los profetas del pasado, es incomprendido y rechazado por los suyos que, por la ceguera de sus ideas preconcebidas, no ven en Él más que a un hombre cotidiano y de origen humilde. Ante lo que para ellos es un escándalo, Cristo reafirma su identidad como enviado y no detiene la misión que resulta en una apertura al misterio de Dios para aquellos que creen. Es esto lo que los convierte en sus verdaderos discípulos.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Reflexiona tus respuestas a las siguientes preguntas para ahondar más en esta Palabra de Vida:
¿Quién es realmente para mí Jesucristo?
¿Qué es la fe? ¿En qué o quién está puesta mi fe?
¿Qué produce en mí la Palabra de Dios?
¿De quién eres enviado? ¿Qué mensaje envías con tu forma de vivir?
¿Realmente permito que la fuerza de la fe en Dios vaya transformando todos los aspectos de mi vida? Si lo permito ¿cómo alimento mi fe? Si no, ¿qué me lo impide?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús, mora en mi mente y en mi corazón,
vela por mi fe, no permitas que me pierda en ideologías mundanas y en una vida sin sentido.
Que ante la adversidad, al igual que Tú, no me detenga.
Que aprenda a reconocer y a trabajar en mis debilidades contigo.
A reconocer en el otro sus dones que son reflejo de ti.
Ayúdame a buscarte a ti, a transcender en ti,
que en mi vivir estés y en el amar seas Tú.
Señor, creo, ¡aumenta mi fe!
Amén.
- Contemplación:
Para la contemplación podemos repetir varias veces un versículo de la Sagrada Escritura para que penetre y more en nuestro corazón:
«¿Quién le ha dado esa sabiduría y esa capacidad de hacer milagros?» (Mc 6, 2).
Hagamos el propósito de repetir este versículo durante la semana.
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Esta semana el alimento de la Santa Palabra nos invita a reflexionar sobre la fe y a recordar nuestro llamado de Dios, nuestra vocación. La fe es un regalo de Dios y por esa fe somos enviados, como el profeta, a comunicar la voluntad divina. La fe es la fuerza transformadora que nos permite cumplir con nuestra misión. Es con nuestra vida que damos testimonio de ser verdaderos discípulos de Dios, eso nos distingue de ser personas cotidianas.
Propuesta: La fe es un camino con un itinerario de búsqueda y encuentro. Buscaré en cada día un tiempo de silencio y en un ambiente de oración, me dejaré sorprender por Dios en la Sagrada Biblia. La fe es apertura a Dios que se revela incluso en lo más sencillo y cotidiano. Me encontraré con mi vecino y sin olvidar sonreír, entablaré una plática fraterna y amigable. No olvidaré en mi oración a los sacerdotes, religiosas y seminaristas.