Entrevista con el autor de ‘Manantial en el desierto: La historia oculta de Ciudad Juárez’, que Presencia estará publicando por partes, en sus ediciones semanales de 2025.
Diana Adriano
Inspirado por un mural que se encuentra en el edificio de la antigua Presidencia Municipal, que relata la historia de Ciudad Juárez, el empresario juarense José Mario Sánchez Soledad comenzó una titánica labor de investigación respecto a la historia olvidada de esta urbe fronteriza, trabajo que desembocó en el libro
El libro “Manantial en el desierto” se centra particularmente en rescatar la olvidada historia del establecimiento de la Iglesia Católica en Ciudad Juárez, destacando la labor de sacerdotes y obispos, así como la colaboración activa de los laicos en esta labor.
En esta entrevista, el autor habla sobre su obra y contenido, que, por su deseo, Periódico Presencia estará publicando por partes, en sus ediciones semanales de este 2025.
¿De qué trata Manantial en el desierto y por qué el título?
Manantial en el desierto: La historia oculta de Ciudad Juárez desarrolla una inquietud por conocer la historia de Ciudad Juárez de manera continua. Todo comenzó en una visita que hice al edificio que fue la antigua Presidencia Municipal. Allí hay un mural en la escalinata que narra la historia de la ciudad, pero en una esquina se observa que, tras la finalización de la Misión de Guadalupe en 1669, la narrativa salta directamente a la llegada de Benito Juárez en 1865, dejando un vacío de 200 años.
Esto me llevó a preguntarme: ¿qué pasó durante esos años? El pueblo estaba ahí, pero ¿quiénes vivieron en Paso del Norte, como se llamaba entonces? ¿Qué hicieron? ¿Qué cosas importantes ocurrieron, cuáles fueron sus problemas? ¿Qué sucedió en los años 1700, 1720, o incluso en 1680, después de su fundación en 1659?
Me di cuenta de que no tenemos un conocimiento ni una conciencia continua de la historia de nuestra comunidad. Desde esa visita, noté que la narrativa histórica presenta más saltos: después de 1865, se pasa a los años 1880 con la visita de Porfirio Díaz y la construcción de la aduana; luego, otros 20 o 30 años hasta la Revolución; después, hasta los años 40, con historias sobre la vida nocturna. Siempre hay estos grandes vacíos en la historia.
Creo que cuando una persona o una comunidad no tiene un sentido de continuidad, no sabe de dónde viene ni qué pasó. Es como si estuviera perdida, y eso lleva a tomar decisiones sin una conciencia real de por qué las cosas son como son. Entender nuestra historia es clave para entendernos a nosotros mismos.
Sin embargo, la historia ha sido ocultada, y esto se debe a las batallas ideológicas. Las guerras en las que participaron grupos no católicos básicamente escondieron la historia del catolicismo. Esto no solo ocurrió en Ciudad Juárez, sino en todo México.
¿Qué desafíos encontró al escribir Manantial en el desierto y cómo los superó?
El principal fue mi falta de formación como historiador o académico. No me considero escritor profesional, y mi primer obstáculo fue vencer la vergüenza de exponerme. Temía que se notaran mis errores de ortografía, sintaxis o lógica al escribir. Sin embargo, lo que sí tengo es una gran curiosidad, y fue eso lo que me impulsó a animarme a escribir. Tuve que superar ese miedo y esa inseguridad inicial, que para mí era como un gran salto, casi como «matar» el respeto que sentía por los escritores establecidos.
Otro desafío importante fue encontrar información. Aunque al principio parecía difícil, una vez que comencé a investigar, me di cuenta de que había mucha información disponible. El problema es que la historia de nuestra región, como la mayoría de las historias locales, no siempre está bien conservada. En nuestro caso, el adobe, que es tan característico, se desintegra con la lluvia, y no tenemos monumentos de piedra que perduren y nos cuenten nuestra historia.
Tuve que buscar en archivos, tanto físicos como digitales. Afortunadamente, la digitalización de archivos históricos fue una herramienta clave. Pude acceder a documentos antiguos en bibliotecas de España, de México y de otros lugares, además de los archivos locales, como los de la Misión de Guadalupe. Esto facilitó mucho mi investigación, aunque también requirió aprender a navegar y localizar esta información en los medios electrónicos.
Otro reto fue abordar el pasado con una actitud de humildad, porque es imposible contar la historia completa. Solo tenemos ciertas fuentes y muchas lagunas. Por eso, tuve que desarrollar la capacidad de narrar basándome en las evidencias y las huellas históricas disponibles, tratando de construir una lógica entre lo que encontré y lo que no se sabe.
Fue un proceso de aprendizaje constante, no solo sobre la historia de Ciudad Juárez, sino también sobre cómo investigar, estructurar y plasmar un relato histórico de manera coherente y significativa.
¿Por qué afirma usted que esta investigación o el libro no tienen un interés histórico o académico?
Mi objetivo al realizar esta investigación y escribir el libro no fue de naturaleza histórica o académica en el sentido formal. No me considero un historiador ni un académico, y tampoco pretendo que mi obra tenga el rigor propio de esas disciplinas. Más bien, mi interés fue llenar los vacíos en la narrativa histórica de Ciudad Juárez, esos huecos que los datos duros no logran explicar por sí mismos.
Al abordar esta tarea, me apoyé en la lógica, la intuición y una sensibilidad narrativa para conectar los hechos comprobables y proponer una continuidad histórica. En ocasiones, lo que presento no está completamente fundamentado, sino que es el resultado de interpretar patrones, inercias y dinámicas que se pueden vislumbrar en los datos disponibles. Esto no significa que tenga la verdad absoluta, ni que las cosas sucedieron exactamente como las cuento. Lo que ofrezco es una narrativa que busca dar sentido a una historia que ha sido fragmentada y, muchas veces, omitida.
Creo que el enfoque académico tradicional a menudo se centra en hechos aislados o analiza los eventos desde perspectivas ideológicas. Aunque estos esfuerzos son valiosos, siento que hace falta un enfoque que intente tejer una narrativa más general y continua, capaz de explicar los procesos históricos en su conjunto.
Mi intención con este libro fue plantear una versión de esa continuidad histórica que, aunque no existía de manera explícita en las fuentes, considero necesaria para comprender mejor nuestra identidad como comunidad. No pretendo que mi narrativa sea definitiva; al contrario, espero que pueda abrir debates y reflexiones sobre cómo entendemos y contamos nuestra historia.
¿Cuál es su intención al querer publicar este libro en Presencia?
Mi intención es contribuir al rescate y la difusión de la historia de nuestra ciudad, una tarea que considero fundamental para el desarrollo cultural de nuestra comunidad. Ciudad Juárez tiene una riqueza histórica que necesita ser valorada, protegida y transmitida, y creo que la Iglesia siempre ha desempeñado un papel central en la promoción de la cultura en diferentes momentos y contextos de nuestra historia.
Un ejemplo concreto es la Misión de Guadalupe, que no solo es el edificio más antiguo de nuestra ciudad, sino también un símbolo fundamental de nuestra identidad. Mi libro busca no solo narrar la historia, sino también inspirar acciones concretas, como el desarrollo de museos, centros de visitantes y otros espacios que permitan a los ciudadanos y turistas comprender y valorar nuestra herencia histórica y cultural.
Además, al incluir en el libro eventos y personajes clave, como San Lorenzo y San Felipe de Jesús, quiero destacar el impacto del cristianismo en nuestra región y cómo esta tradición ha influido en el desarrollo de nuestra comunidad. Es importante conocer cómo la Misión de Guadalupe pasó de ser un sistema misional a transformarse en parroquia y, eventualmente, en la cabecera de la diócesis, marcando hitos significativos en la vida religiosa y social de nuestra ciudad.
Por otro lado, creo que es fundamental rescatar el arte y la obra de hombres y mujeres que, inspirados por su fe, contribuyeron al desarrollo cultural de Juárez. Mi propósito es que este libro motive a los sacerdotes, al obispo, a las familias y a toda la comunidad a reflexionar sobre nuestra historia y a tomar acciones para preservarla.
¿Por qué debemos leer este libro?
Estos son algunos motivos:
Rescate de la memoria histórica: El libro aborda más de 200 años de historia prácticamente ignorados, ofreciendo un relato continuo que permite comprender mejor nuestra evolución como comunidad desde la fundación de la Misión de Guadalupe en 1659 hasta nuestros días.
Reflexión sobre nuestra identidad: A través de este recorrido histórico, los lectores pueden encontrar respuestas a preguntas importantes sobre quiénes somos, de dónde venimos y cómo hemos llegado a ser la Ciudad Juárez de hoy.
Valoración del papel de la Iglesia: La obra destaca el impacto de la Iglesia Católica en la construcción cultural, social y espiritual de nuestra ciudad, subrayando la importancia de los sacerdotes, los laicos y las comunidades religiosas en este proceso.
Estímulo al debate y al conocimiento: Más que imponer una verdad, el libro invita a la crítica, al análisis y al diálogo, generando curiosidad en los lectores para que profundicen en su historia y contribuyan a preservar y enriquecerla.