Pbro. Lic. Leonel Larios Medina/Rector de la Catedral de Parral
Dentro de los tópicos presentados en la materia de sociología está el de las normas sociales. Un grupo humano busca siempre organizarse, establece estructuras y formula normas.
Por poner un ejemplo: si alguien quiere entrar a un autobús, o acudir a comprar las tortillas o pagar en la caja del supermercado, si ve a una persona delante, sabe que su turno será al final. Es una norma social casi innata, de tal manera que si quieres sobrepasarte y meterte dentro de la fila, los que estaban atrás empezarán a quejarse por no haberlos tomado en cuenta y que no estás respetando la norma básica de respeto del turno.
Hay otras líneas que hablan también del respeto a la sociedad, y te presentaré un ejemplo. Cuando te vas a estacionar y vez una línea amarilla, sabes que no puedes estacionarte, si es azul es para discapacitados, si es roja es exclusivo de bomberos y si no hay línea pintada podrás estacionarte. Te lo digo porque parece que algunos conductores piensan que son solo adornos, pero al amacharse a estacionarse ahí no hay razón ni pero que valga, y quieren hacer prevalecer sus gritos, a entender las normas básicas de convivencia.
Otra línea, siguiendo con nuestro amigo el asfalto, es en los cajones de estacionamiento en los supermercados o plazas comerciales. Centrar el vehículo es importante para que todos puedan abrir sus puertas y salir, evitando en todo momento golpear al carro vecino y optimizar la cantidad de cajones en el espacio para estacionarse. En todos lados se cuecen habas, así que quizá te has topado a personas abusivas que piensan que todo el estacionamiento es para ellos y de nuevo, piensan o mejor se imaginan que esas rayas son adornos pintados en el piso.
En varios países que he conocido, hay en las grandes ciudades servicio de trenes (ahora que el tema está de moda) y metro. Hay una línea de seguridad amarilla donde te dicen que no la cruces por tu seguridad. Nuevamente, aunque sea algo para nuestro bien, pensamos que el ejercicio de nuestra libertad nos permite cruzar esa línea prohibida, a ver quién se atreve a repeler mi acción.
Perdón si me excedo en los ejemplos viales, pero cada vez que paso por la plaza en nuestro hermoso pueblo mágico, me topo una y otra vez con situaciones de atropellos o casi accidentes provocados por choferes distraídos en los celulares y peatones kamikaze que donde apunta el camino sin más se lanzan atrevidos a cruzar. Las líneas de cruce peatonal nos ayudan a cruzar con seguridad, no importa el rodeo y la prisa que traes, tu vida vale más que ese intento apurado de cruzar la calle por donde caiga.
Elevemos nuestro discurso hablando ahora de línea como camino, principios y criterios. Respetar una línea editorial, una línea de contenidos de acuerdo a tu código deontológico (de valores) habla de una seriedad con las que quieres hacer las cosas. ¿Cuál es la línea de tu vida? ¿Por qué línea quisieras que caminaran tus hijos? Seguir una línea no es necesariamente compararnos con animales de tiro que les ponen tapa ojos para que no se distraigan, y sigan solo un surco, sino tener claro el objetivo de tu vida, te llama a trazar una línea hacia ella. Todos los actos intermedios, serán iluminados y dirigidos, por esa línea general que hayas trazado. Si no tienes un proyecto de vida definido, serás como un espagueti o una madeja de estambre enredada en tus propios gustos, pero sin lograr llegar, tarde o temprano, a ese ideal que te habías fijado. Por todos estos ejemplos te invito a respetar las líneas.