Hace unas semanas, una mujer que prefirió no ser identificada, envió una carta al correo electrónico de Periódico Presencia, en la que plantea esta duda: En mi corta mente no he podido entender cómo Cristo duró en resucitar tres días y tres noches. Si Cristo murió en viernes, tres días y tres noches serían 72 horas. La Resurrección tendría que haber sido en lunes y no en domingo. La carta estaba dirigida al señor obispo, al padre Hesiquio Trevizo, párroco de Jesús Maestro, y al padre Héctor Villa (teólogo biblista), éste último a quien hicimos llegar la duda. Aquí la respuesta.
Pbro. Lic. Héctor Villa Hernández/Teólogo biblista
Una persona ha tenido a bien dirigir una carta a Periódico Presencia para plantear la siguiente pregunta: “En mi corta mente no he podido entender cómo Cristo duró en resucitar tres días y tres noches. Si Cristo murió en viernes, tres días y tres noches serían 72 horas. La Resurrección tendría que haber sido en lunes y no en domingo”. Posteriormente ofrece una serie de citas para plantear la razón de su desconcierto y cuestionamiento.
Esta pregunta creo que es muy oportuna en este tiempo pascual que recién hemos iniciado. Precisamente el viernes pasado celebramos la Pasión y Muerte del Señor y el domingo su Resurrección. De viernes a domingo parecen dos días y sin embargo nosotros en el credo decimos que Jesucristo “resucitó al tercer día”, ¿cómo explicar esto?.
Al leer la Sagrada Escritura y más cuando lo hacemos deteniéndonos en los detalles, personajes, y palabras clave del texto conviene tener en cuenta lo que la Iglesia nos enseña en un bello documento conocido como Dei Verbum (De la Divina Revelación). Allí se nos aconseja lo siguiente: “…para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que Dios quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos… conviene que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres… Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuanta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe”. (DV 12).
En este sentido, podríamos preguntar al escritor sagrado ¿qué significa “el tercer día”? ¿y porqué de viernes a domingo se considera “al tercer día”?
La respuesta
Una nota de la Biblia de Jerusalén nos ayuda a descubrir parte de la respuesta: En un texto no referido por la persona que pregunta, tomado de Oseas 6,2 se afirma: “Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir y viviremos en su presencia”. Para esta cita se anota a pie de página: “La expresión “dentro de dos días… al tercer día” designa un breve lapso de tiempo. Desde Tertuliano la tradición cristiana ha aplicado este texto a la resurrección de Cristo al tercer día. Pero nunca se cita en el NT, donde, a este respecto, se evoca la estancia de Jonás en el vientre del pez (Jon. 2,1 = Mt 12,40). Sin embargo, es posible que la mención de la resurrección al tercer día “según las Escrituras” del kerygma primitivo y de los símbolos de fe se refiera a nuestro texto interpretado según las reglas exegéticas de la época (ver 1Cor. 15,4; Lc. 24,46)”. Se afirma que lo que se confiesa en el credo viene de muy antiguo y ante todo a la luz de un texto bíblico.
Pero también conviene recordar que nosotros en Occidente nos regimos por el calendario solar, cosa en la que diferimos con Oriente, con los contemporáneos y el pueblo de Jesús, para quienes sus días estaban determinados por el calendario lunar. ¿Qué significa esto? Para ellos el día comienza con la puesta del sol. Por esto se acostumbra en nuestra Iglesia por ejemplo la celebración dominical en la víspera. La misa del sábado por la tarde es ya la misa dominical, atendiendo a esta costumbre de oriente.
Una conclusión
En concreto, Nuestro Señor Jesucristo participó la Última Cena con sus discípulos el jueves por la noche y posteriormente fue tomado preso. El viernes fue crucificado hacia la media mañana, permaneció en agonía hasta que murió hacia las tres de la tarde. Es decir murió en viernes, pero el evangelista Juan anota un detalle: “los judíos, como era el día de la Preparación (de la Pascua, que se celebra en sábado), para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado – rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran” (Jn. 19,31). Es decir, su deseo es que sean sepultados lo más pronto posible para que no interfiera con la celebración de la Pascua (el sábado) que está por comenzar con la puesta del sol.
Jesús es enterrado el viernes, dura todo el sábado en el sepulcro y la misma Escritura nos va ayudando al decirnos que “El primer día de la semana (domingo) va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro…” pero no encontró a su Señor (Jn. 20,1.13). La confesión de nuestra fe afirma que Jesucristo “fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las Escrituras”. Es esta fórmula que se va a repetir y va a definir en el Concilio de Nicea el credo que hasta hoy confesamos.
Tal vez con esta persona nos podemos seguir preguntando si “al tercer día”, “los tres días” se refieran necesariamente a 72 horas completas. La tradición de nuestra Iglesia lo ha asumido de otra manera y considerando la tradición recogida por el profeta Oseas y el calendario lunar vivido en oriente. Jesucristo fue enterrado el viernes (1er. día), estuvo en el sepulcro el sábado (2º. día) y el domingo (3er. día) muy de madrugada, con el alba (y aquí hay todo un simbolismo), la nueva luz del día, la luz de su triunfo vino a iluminar obscuridad de la noche-muerte y con ello a toda la humanidad. Lo más importante es como dice Pedro: “al que ustedes mataron clavándolo en la cruz…a este Dios lo resucitó librándolo de los lazos del Hades, pues no era posible que lo retuviera bajo su dominio” (Hech. 2,24). No era posible que Jesús estuviera entre los muertos y por ello en tan breve tiempo fue liberado y ha sido constituido dueño y Señor de la historia.
Para quien guste será útil asomarse a los textos que refieren esta convicción de nuestra fe: Mc. 8,31; 9,31; 10,34; Mt. 16,21; 17,23; 20,19; 27,64; Lc. 9,22; 18,33; 24,7.46; Jn. 2,19-21; Hech. 10,40; 1Cor. 15,4