- Con motivo de la Cuaresma, Periódico Presencia inicia una serie para reflexionar sobre los pecados capitales y cómo combatirlos, con ayuda de algunos sacerdotes de la diócesis. Comenzamos con el pecado de la soberbia
Ana María Ibarra
El primero de los pecados capitales que se pone en la lista es la soberbia ya que, según explicó el padre Benjamín Cadena, teólogo moral, es el más difícil de erradicar, cabeza de otros pecados, raíz y base para que se desarrollen otros vicios.
Qué es la soberbia
La soberbia sugiere la acción de sobresalir a costa de los demás, ponerse al centro de sí mismo, explicó el padre Benjamín.
“La soberbia es la actitud de la persona que solamente se ve a sí misma y ésta actitud es moralmente inadecuada”, dijo el sacerdote.
Explicó que la soberbia tiene origen desde el inicio de la historia de la salvación con Adán y Eva.
“Se ve manifestada cuando las personas no quieren acatar el ordenamiento de Dios, buscan sus propios caminos y le dan la espalda a Dios. Es una decisión mal tomada porque buscaron otro camino diferente. Cuando viene el engaño de la serpiente: seréis como dioses, dejan entrar ese veneno en el alma cuyo fruto es la muerte”, compartió.
Así pues, continuó el sacerdote, Adán y Eva dejan su lugar de creaturas privilegiadas buscando ser como dioses.
“El hombre es una creatura de Dios, muy amada, pero creatura al fin. Cuando se piensa de sí más de lo que se es, estamos en un plano de la soberbia. Durante toda la historia de la salvación esta va a ser toda una lucha del pueblo de Dios, siempre querer tener la razón incluso ante Dios, no tenerle fe y esto, en la contraparte, nos pide la humildad”.
En este sentido, la soberbia se opone a la humildad porque no permite darle su lugar a Dios y con el hermano, no permite reconocerle como un igual, sino que quiere sobresalir a toda costa sobre los demás.
Manifestaciones
De acuerdo al téolog moral, la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica hace énfasis en el aprendizaje de las virtudes para contrarrestar la soberbia.
“Tenemos que tomar en cuenta la gravedad de la soberbia. Como todo pecado, rompe la relación con Dios que implica un arrepentimiento sincero para poder desarraigarlo y significa un camino de conversión. Si la persona no se arrepiente, llevará una vida totalmente al margen de Dios que la llevará a la condenación”.
El sacerdote añadió que la soberbia daña a los demás ya que se les culpa de las propias faltas y el soberbio nunca lo reconoce, creando malas relaciones con los demás, sin reconocer méritos en quien lo rodean.
“Se entristece la persona soberbia si el otro es reconocido, no valora lo que el otro hace. Además, cree que todo se consigue por el propio esfuerzo, no hay una actitud de reconocimiento de la grandeza de Dios. Estamos ante una persona incapaz de la convivencia humana. No tiene capacidad de trabajar en equipo o en comunidad, ya que se daña a la misma comunidad”.
Las derivaciones de la soberbia, dijo el padre Benjamín, son aquellas que de fondo tienen una raíz de egoísmo, donde la persona es el centro de sí misma.
Cómo combatir la soberbia
Para combatir la soberbia se debe ubicarla y trabajarla, afirmó el entrevistado.
“Decía san Agustín a Dios: que te conozca Señor, que me conozca. Para combatir la soberbia lo principal es pedir a Dios la luz del conocimiento de sí mismo para saber qué trabajar como persona. Cuando nos conocemos, podemos vivir con paz, cuando no nos conocemos, perdemos la referencia de quiénes somos”.
El siguiente paso, dijo el sacerdote, es contemplar a Jesús en su humildad.
“Él nos dice: aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón. En Jesús encontramos la humildad si lo contemplamos en el pesebre y en la cruz, donde nos da la enseñanza de todas las virtudes y vence al maligno”.
Contemplar de María, humilde sierva del Señor, es parte de este proceso.
“María es engrandecida porque, cuando una persona es humilde, aunque le vengan grandezas se mantiene humilde”.
Explicó que la humildad no es aceptar humillaciones, es simplemente reconocer lo que somos.
“Cuando descubrimos esa soberbia en nuestras vidas, solamente hincados ante el Señor y de la mano de María podremos salir”.
Obediencia
Por otra parte, el sacerdote explicó que ser obedientes a Dios asemeja al ser humano a la manera los ángeles. Pero cuando es desobediente a Dios, se asemeja a la manera de los demonios.
“Nuestros orígenes son humildes. Ante Dios somos nada, todo lo hemos recibido de Él. Cuando nos guiamos de esa manera, vivimos alegres porque no tenemos que ponernos máscaras”, dijo.
Por lo tanto “agradecemos las cualidades que Dios nos ha dado, trabajamos con los dones que hemos recibido, sabemos valorar lo que otras personas tienen, aprendemos de otros, no buscamos sobre salir, sino que estamos abiertos a lo que pueden aportar otros y aportamos”.
Así mismo, señaló, es necesario hacer diariamente un examen de conciencia para lograr avanzar en las virtudes.
“El examen de conciencia nos ayuda porque es ver la película de cada día de nuestra vida. Tal vez no podemos cambiar lo vivido, pero para el otro día, en esa pedagogía, tener ese sano propósito de vivir la humildad y disfrutar los pequeños detalles de la vida porque la recibimos como gracia de Dios”.
Para finalizar, el padre Benjamín envió un mensaje a la comunidad:
“Los invito a que tengamos esa humildad de buscar la voluntad de Dios. Es una lucha porque buscamos ordinariamente hacer nuestra propia voluntad, pero sabemos que tenemos que luchar porque tenemos enemigos del alma y solamente con humildad los podemos vencer”.
Para trabajar la soberbia
- Conocernos a nosotros mismos
- Pedir a un amigo, un director espiritual que nos haga saber nuestros defectos
- Contemplar a Jesús,
- Contemplar a María
- Reconocer la gracia de Dios sobre nosotros
El humilde agradece a Dios lo que tiene, le pide a Dios por lo que no tiene y todo lo pide con gratitud.
Derivaciones o hermanos de la soberbia
- el orgullo
- la vana gloria, buscar la vanidad en las cosas;
- la jactancia o petulancia, que es el ego desmedido;
- la ambición, la búsqueda desordenada de los bienes en todo sentido.
- La falsa humildad, es una hipocresía, la persona busca un reconocimiento
“Vamos a empezar el tiempo de Cuaresma. Los invito a que tengamos esa humildad de buscar la voluntad de Dios. Ahí vamos a percibir si buscamos crecer en la humildad, a no buscar la propia voluntad, sino la voluntad de Dios. Eso nos mantiene en alegría»