Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Muy buen domingo, lleno de sol. Les saludo con alegría y amor de padre y pastor. Gracias por estos momentos que podemos compartir a través de la reflexión.
Hoy es sexto domingo de Pascua, ya se vislumbra Pentecostés. Sin embargo todavía estos días de Pascua sigamos, como nos dice la antífona, manteniendo la alegría de la resurrección. Dice la antífona con voz de júbilo: ‘¡Anúncienlo! ¡Que Cristo vive, que Cristo ha resucitado! El anuncio, la proclamación, pero también el testimonio de vivir con el Resucitado. Y sigue diciendo ‘que se oiga este anuncio, que llegue a todos los rincones de la tierra, ¡Aleluya, Cristo ha resucitado!, que tu vida, ejemplo y testimonio llegue a todos los rincones del mundo, de nuestra diócesis, de nuestra ciudad.
Hoy el evangelio de san Juan, muy hermoso, nos da puntos muy importantes que nos hacen reflexionar en nuestra vida cristiana, en preparación a Pentecostés.
Primer punto, ‘el que me ama, cumplirá mi Palabra’. Ya lo habíamos dicho el domingo pasado: el que cumple mis mandamientos me ama. Entonces cumplir, vivir la Palabra. Cristo es el Verbo, la Palabra hecha carne, y hay que vivir la Palabra de Dios que es vida, salvación, luz, es todo.
Segundo punto de reflexión. ‘Mi Padre lo amará’, ¡Qué hermosas palabras de Cristo!, pero es importante este compromiso. Dios te ama, pero también tú ámalo, ¿Y cómo amar a Dios?, viviendo la Palabra. Cumple la Palabra y mi Padre te amará.
Tercer punto importante: ‘Vendremos a Él y haremos en nosotros nuestra morada’. Este aspecto es muy importante, Dios Padre, Cristo, los dos, ‘haremos en ti y en mí, en la humanidad, morada de Dios’. Somos morada de Dios, Dios habita en nuestra vida como humanidad, como Iglesia y también en cada uno. Es la presencia de Dios en mi vida.
A veces vivimos a la ligera, de una manera mecánica, sin caer en la conciencia de que Dios está en mí, hago esto y aquello, voy aquí allá … pero Dios está en mí, somos morada de Dios.
Y viene otro punto muy importante, ya empieza a hablar Jesús del Espíritu Santo y dice así: “Pero el Paráclito que mi Padre les enviará en mi nombre…’ Es un regalo de Dios, un don de Dios. ‘Mi Padre les enviará un Paráclito intercesor, que derramará en nosotros el Espíritu de Cristo que viene a nosotros.
Es importante entonces, y te invito a orar, a hacerle una petición a nuestro Padre Dios para que esa promesa de Cristo se siga cumpliendo: Envía Señor tu Espíritu. Es importante que como Iglesia oremos, ‘Ven Espíritu Santo, envía Señor tu Espíritu Santo a nuestros corazones’, hacer mucha oración siempre, pero en estos días intensificarla para disponernos como Iglesia, como comunidad, a Pentecostés. Claro, vivimos un constante Pentecostés, pero hay que estar preparados, renovar esa presencia en nosotros.
Entre otras cosas dice que Él les enseñará todas las cosas. Necesitamos la ayuda del Espíritu que nos guíe, para vencer mi ignorancia, mi debilidad, mi fragilidad ¡Ven Espíritu Santo!, enséñame el camino, enséñame la verdad, la vida con tu luz y con tus dones. Cómo es importante abrirnos al Espíritu, prepararnos para que nos guíe, nos enseñe, implica humildad, reconocer mi fragilidad y debilidad ¡Qué hermosa promesa nos hace Jesús!
Al final el evangelio nos dice una frase muy importante y bella, ‘La paz les dejo, la paz les doy’. Litúrgicamente el saludo por excelencia es ‘La paz esté con ustedes’. A veces no caemos en la importancia de estas frases, pero está el sentido de ‘mi paz les dejo, mi paz les doy’.
En estos días difíciles que vivimos todos necesitamos de la paz de Cristo, no nada más como dice, no es la paz meramente del mundo, es la paz de Cristo. Cuando da indicaciones a sus discípulos es Cristo, vayan a las casas y saluden, ‘la paz este con ustedes’, es cierto, presencia de Cristo en nuestra vida y nos advierte que no perdamos la paz. Y qué fácil es perder la paz, un problema, una enfermedad, una distracción, una tentación, con mil cosas perdemos la paz fácilmente porque nos alejamos de Dios. No pierdan la paz. Guardemos la paz en el corazón, y vivamos en la paz de Cristo.
Celebramos recientemente nuestra asamblea diocesana con mucha ilusión, con mucha esperanza, por eso, repetimos una parte de la oración: ‘Danos tu Espíritu, úngenos con tu Espíritu Santo para anunciar con alegría tu Evangelio …danos Espíritu de conversión’.
El Señor los bendiga y los fortalezca siempre. Buena semana. Un abrazo.