Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Les saludo con mucho amor de padre y pastor. Estamos en el IV domingo de Pascua, por una parte del Buen Pastor, hermosísima la liturgia de este domingo en torno a Cristo el Buen Pastor, y como ocasión de este domingo, tenemos la Jornada de Oración por las vocaciones sacerdotales.
En torno al ambiente pascual que estamos viviendo en este tiempo, hoy nos dice el evangelio de san Juan “Yo soy el Buen pastor”, es una de las afirmaciones muy significativas y hermosas de Cristo, que utiliza esa figura del pastor, pero le añade esta cualidad de “bueno”.
San Juan señala varios aspectos de Cristo, buen pastor. Primero, da la vida por sus ovejas. Acabamos de celebrar el Triduo Pascual. Cristo murió, ha dado la vida, entregó su vida, su espíritu. Cristo, buen pastor da la vida por por toda la humanidad. Segundo aspecto, conoce a sus ovejas, conoce a Pedro, a Andrés, a Mateo, a Judas, nos conoce, pero no sólo es un conocimiento, nos conoce en lo más profundo del corazón y de la vida y más todavía, conoce a sus ovejas y las ama. Ama a sus ovejas, y en consecuencia: tercero, las ovejas lo conocen, y aquí si convendría preguntar ¿Conocemos a Cristo, Buen pastor? ¿Conozco su voz, su persona, conozco el misterio de Cristo que entrego su vida por mí, que murió y resucitó por mí? ¿Amo a Jesús igual? ¿Conozco a Jesús como Él me conoce y me ama?
Escucha y reúne
El cuarto aspecto, escuchar la voz. El Buen Pastor escucha nuestras voces: que estoy enfermo, preocupado, alegre, que sufro, que he pecado, en fin, Él escucha a sus ovejas, y eso nos da tranquilidad y confianza, pero también la respuesta. ¿Qué tanto escucho la voz de Cristo?, ¿Qué tanto le pongo atención para seguirlo?
Y el quinto aspecto de este evangelio, muy importante, habrá un solo rebaño y un solo pastor. La unidad. Jesús nos reúne: ‘que sean uno, como tú y yo, Padre. Un solo rebaño y un solo pastor, todos en torno al misterio de Cristo, el Buen Pastor.
El Papa insiste en la comunión, en la sinodalidad, estar todos unidos como Iglesia, como humanidad, como diócesis, pero también aterrizar a la familia: la familia unida.
Desde la oración colecta se habla de la alegría: Permítenos Señor, gozar de las alegrías pascuales que me da Cristo, Buen pastor que da la vida por mí y que me alimenta, me da a comer y beber su Cuerpo y su Sangre, me alimenta con su Palabra para que tengamos vida.
Guía segura
Por eso escuchamos en la segunda lectura, que debemos tomar conciencia, queridos hermanos, de ese amor tan grande que Dios nos tiene y que su hijo Jesucristo, el buen pastor, nos regala. Implica tomar conciencia: soy hijo de Dios y en consecuencia vivir como hijos de Dios. Entonces Cristo, buen pastor, nos guía, acompaña, da la vida por nosotros, escucha nuestra voz y nosotros lo seguimos en unidad, como un solo rebaño.
En los hechos de los apóstoles escuchamos otra cualidad del buen pastor: sana, cura. Todos hemos sido sanados por Cristo… porque Cristo como buen pastor, da la vida por nosotros.
Oremos en esta Jornada de oración por las vocaciones sacerdotales, para que Dios siga suscitando en la Iglesia, y concretamente en nuestra diócesis, muchas vocaciones al sacerdocio, en primer lugar, pero también a la vida consagrada, a la vida misionera y al matrimonio, a la familia, a las distintas vocaciones, pero hoy particularmente a esa hermosísima vocación sacerdotal.
Dejemos que Cristo, buen pastor, nos guie y nos vaya tomando de la mano como diócesis. Quiero motivarlos a todos a la unidad, a permanecer todos como un solo rebaño en el trabajo, en el servicio, en la oración, en la fe, en el cuidado de la salud, cada uno poniendo su ladrillo, contribuyendo al fortalecimiento de la Iglesia en torno a Cristo, buen pastor.
La bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo, permanezca siempre con todos ustedes.