El poder de la palabra y la falta de ética al manipular con inexactitudes
José Mario Sánchez Soledad
Historiador
El lenguaje es una herramienta poderosa que moldea nuestra percepción del mundo, influye en nuestras emociones y determina en gran medida nuestras acciones. La forma en que elegimos expresar ideas puede motivar, conciliar, instruir, o bien, causar conflicto y malentendidos. En este contexto, el poder de la palabra puede ser una fuerza constructiva o, por el contrario, puede tornarse en una herramienta de manipulación que lleva a la distorsión de la verdad.
Manipulación del lenguaje y la ética
La elección de palabras impacta profundamente en cómo los individuos y las sociedades interpretan las acciones y los eventos. En el caso de usar términos inexactos o emotivamente cargados para describir ciertas acciones, como llamar “asesinato” a la matanza de un animal, se corre el riesgo de confundir y manipular el pensamiento público, haciendo que las personas perciban una acción de una forma descontextualizada.
Por ejemplo, el término “asesinato” generalmente se reserva para describir la muerte intencional de una persona en circunstancias de violencia, y su uso en el contexto de los animales altera esta definición y evoca una respuesta emocional intensa. Aunque el debate sobre el bienestar animal y la ética detrás del consumo de productos animales es válido y necesario, la elección de palabras puede transformar la discusión en una manipulación emocional que deja poco espacio para un análisis racional o ético.
Importancia de las palabras precisas
Utilizar palabras con precisión es fundamental para mantener la objetividad y evitar que una argumentación pierda claridad. Si se utilizan palabras cargadas de connotaciones negativas, el propósito de la conversación se altera, y el público puede ser llevado a conclusiones precipitadas o erróneas. En este sentido, la ética en el uso del lenguaje no sólo está relacionada con la veracidad, sino también con la responsabilidad de cómo las palabras impactan en las percepciones y decisiones de los demás.
Consecuencias de las inexactitudes lingüísticas
Cuando se usa el lenguaje de forma inexacta o emotiva, las personas pueden ser inducidas a pensar que ciertos comportamientos, que en un contexto determinado son aceptables, son injustos o inhumanos. Esto no sólo afecta la percepción pública, sino que también influye en las políticas y prácticas de la sociedad en su conjunto. La ética en el uso del lenguaje radica en respetar el contexto y la realidad de los hechos sin manipular el entendimiento para obtener un beneficio personal o ideológico.
Ética del discurso en la era de la información
Vivimos en una era en la que la información y la desinformación se difunden rápidamente. Los medios, activistas y líderes de opinión tienen una responsabilidad significativa en la elección de sus palabras. La capacidad de influir en la percepción pública es un arma de doble filo: bien usada, puede educar y motivar a la sociedad hacia el cambio positivo; mal utilizada, puede polarizar y distorsionar la realidad. La falta de ética al utilizar términos manipuladores, en vez de fomentar la comprensión, bloquea la posibilidad de un diálogo genuino.
Compromiso con la verdad
El respeto hacia el poder de la palabra implica un compromiso con la verdad y con una comunicación honesta. Llamar a las cosas por su nombre y preservar la exactitud de los términos es vital para mantener la credibilidad y fomentar un ambiente donde las ideas puedan discutirse de manera productiva. En última instancia, el propósito de un lenguaje ético es construir una sociedad en la que las personas puedan expresar sus opiniones sin distorsionar la realidad ni manipular a los demás.
Estamos viviendo en México tiempos muy delicados para el futuro del país. Tiempos donde se mezclan choques culturales entre generaciones, desencanto con la democracia, inseguridad y retos económicos. Para poder transitar todos a un país más vivible requerirá de mucha escucha y respeto.