Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Les saludo con grande amor y alegría. Deseo que se encuentren bien, disfrutando en familia este domingo y sobre todo en el encuentro con el Señor en la Eucaristía y con la comunidad.
Domingo décimo segundo del tiempo ordinario. El evangelio de san Mateo nos hace algunas recomendaciones para nuestro caminar en la vida, partiendo de una realidad: tenemos dificultades, problemas, alguien se enferma o alguna situación complicada en la familia, en la escuela o trabajo, en la misma iglesia; lo que sucede en el mundo nos preocupa, la violencia, la inseguridad, drogas, son muchos factores que nos inquietan y nos quitan la paz la tranquilidad.
Por eso el evangelio de hoy nos invita a la confianza, a confiar en primer lugar en Dios y también recobrar y reconstruir la confianza entre nosotros que a veces se pierde. Confianza conmigo mismo, en la familia, en las instituciones, en otras personas, en fin es una tarea de reconstrucción, no sólo del tejido social, sino de la persona, de la humanidad, de la Iglesia.
Recomendaciones
Por eso las recomendaciones son muy prácticas y sencillas.
Hoy en el evangelio de san Mateo Jesús dijo a los apóstoles: ‘No teman a los hombres’. ¿Cómo entender esta invitación y recomendación? ¿Cómo no tener miedo al sicario, al que me extorsiona, a esas situaciones de conflicto donde se atenta contra mi vida o de mi familia o de conocidos? ‘No teman a los hombres’.
Y luego dice más adelante: ‘No tengan miedo a los que matan el cuerpo’. Efectivamente tenemos esos miedos y temores muy naturales de cuidar nuestra vida, seguridad y la de los nuestros. Pero en el fondo, Jesús nos pide más bien enfocar nuestra mirada y esperanza, nuestra fe en Dios, porque enseguida dice: ‘Teman más bien a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo’. En pocas palabras, un santo temor a Dios, que es uno de los dones del Espíritu Santo.
Aquellos hombres que delinquen, que causan daño o maldad, podrán quitar la vida de un ser humano y es un delito, es condenable, es pecado grande. ¿Qué podemos hacer? Cuidarnos, ser prudentes, estar tranquilos, pero ante todo poner nuestra confianza en Dios. La vida tiene que seguir, tengo que vivir, ponerme en las manos de Dios. Claro, humanamente tenemos que cuidarnos, no exponernos. En cuanto a ustedes, sigue diciendo el texto, ‘hasta los cabellos de sus cabezas están contados, no tengan miedo’.
Por otra parte, la recomendación es confesar nuestra fe, lo hacemos en la misa: ‘Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo’, confesamos nuestra fe dentro de la celebración …pero la invitación va más allá: reconocer públicamente a Dios, que no nos dé miedo, no nos detengamos para profesar nuestra fe públicamente, hay que hacerlo, aunque hoy hay la tendencia, por políticas e ideologías, de prohibirnos expresiones públicas de fe, de reconocer a Dios delante de todos con un signo, un escapulario, un crucifijo, una cruz, una imagen de la Virgen María, santiguarme, bendecir a los hijos, hacer una oración, reconocer públicamente al Señor de palabra, con toda nuestra vida y reconocerlo en todo lo que hacemos.
La antífona de entrada nos dice: “El Señor es la fuerza de su pueblo, defensa y salvación’. Esta antífona nos da la certeza de que el Señor efectivamente es nuestra fuerza, no el mundo, no el dinero, no el poder, sino que nuestra fuerza es Dios, es Cristo, el poder que se nos ha dado es el Espíritu Santo, entonces Dios es nuestra fuerza, nuestra salvación, viene a nuestra defensa, y en e ese sentido debemos confiar en Él, no tener miedo, siempre confiar en el Señor, como el profeta Jeremías que en la primera lectura denuncia el pecado y dice, ‘el Señor, guerrero poderoso está a mi lado’, ¡Qué hermosa expresión de confianza! Entonces hay que percibirlo, creerlo, experimentarlo.
Los textos de este domingo son muy bellos, y en resumen nos invitan a la confianza en Dios, pero repito, esa experiencia de la cercanía de Dios me invita a ser bueno y a hacerme cercano al otro, al necesitado, a mi familia, a mi prójimo. Por eso en la oración pedimos: ‘Concédenos vivir siempre en tu amor y respetar tu santo nombre’ lo que significa respetarlo con la vida, con las obras, con nuestro testimonio de fidelidad.
Que el Señor nos ayude y fortalezca. Estamos casi en la mitad del año, vayamos con confianza en el Señor. La bendición de Dios Todopoderoso permanezca siempre con ustedes. Buena semana.