Dilexit nos (Él nos amó), la nueva encícilica de Francisco, actualiza y clarifica devoción al Corazón de Jesús…“Sólo su amor hará posible una humanidad nueva”, dice.
Agencias
El pasado jueves 24 de octubre se dio a conocer la cuarta encíclica del papa Francisco, que lleva por título ‘Dilexit nos’ (‘Él nos amó’), que tal y como reza en el subtítulo, aborda “el amor humano y divino del corazón de Jesucristo”.
El pontífice busca actualizar y clarificar la devoción al Sagrado Corazón, una de las más extendidas en el ámbito católico, cuando se cumplen los 350 años de las apariciones que experimentó santa Margarita María de Alacoque.
Distribuida en cinco capítulos, puede considerarse el más teológico y académico de sus escritos magisteriales, sin olvidar su vertiente social, como demuestran las más de doscientas citas de ‘Dilexit nos’, echando mano de intelectuales como Dostoyevski, Heidegger, Dante Alighieri, Romano Guardini o el jesuita Diego Fares.
A la vez, ofrece un estilo pedagógico y divulgativo aderezado por referencias personales y anécdotas sobre la fe cotidiana de Francisco.
De lo poético a lo analítico
Francisco aborda esta devoción desde una perspectiva multidisciplinar partiendo de unas reflexiones interpelantes para el lector sobre el sentido del amor con un tono incluso poético para después adentrarse en un análisis exhaustivo de las Sagradas Escrituras y de los referentes eclesiales que han investigado y reflexionado sobre el Corazón de Jesús.
Para el pontífice argentino, “la devoción al Corazón de Cristo no es el culto a un órgano separado de la persona de Jesús”. “Lo que contemplamos y adoramos es a Jesucristo entero, el Hijo de Dios hecho hombre, representado en una imagen suya donde está destacado su corazón”, asevera.
A la par, explica que “Mientras la Eucaristía es presencia real que se adora, en este caso se trata sólo de una imagen que, aunque esté bendecida, nos invita a ir más allá de ella, nos orienta a elevar nuestro propio corazón al de Cristo vivo y unirlo a él”, comparte. Y matiza: “La imagen venerada convoca, señala, transporta, para que dediquemos un tiempo al encuentro con Cristo y a su adoración, como nos parezca mejor imaginarlo”.
Acumular y consumir
“Sólo su amor hará posible una humanidad nueva”, suscribe el pontífice sobre el Corazón de Jesús. Con este texto, el Papa se convierte en voz de denuncia una vez más de “un sistema degradante” que “sólo nos urge acumular, consumir y distraernos” y “no nos permite mirar más allá de nuestras necesidades inmediatas y mezquinas”.
“Anti-corazón es una sociedad cada vez más dominada por el narcisismo y la autorreferencia”, alerta.
“Viendo cómo se suceden nuevas guerras, con la complicidad, tolerancia o indiferencia de otros países, o con meras luchas de poder en torno a intereses parciales, podemos pensar que la sociedad mundial está perdiendo el corazón”, se lamenta el papa. No duda en este punto en remitirse a las ancianas que viven “cautivas de estos conflictos devastadores”: “Ver llorar a las abuelas sin que se nos vuelva intolerable es signo de un mundo sin corazón”.
Desequilibrios socioeconómicos
En este contexto, Francisco entona, a modo de oración una súplica en la encíclica: “Ante el Corazón de Cristo, pido al Señor que una vez más tenga compasión de esta tierra herida, que él quiso habitar como uno de nosotros”. “Que derrame los tesoros de su luz y de su amor, para que nuestro mundo que sobrevive entre las guerras, los desequilibrios socioeconómicos, el consumismo y el uso antihumano de la tecnología, pueda recuperar lo más importante y necesario: el corazón”, apunta.
Como alternativa, Francisco defiende que “el amor de Cristo está fuera de ese engranaje perverso y sólo él puede liberarnos de esa fiebre donde ya no hay lugar para un amor gratuito”, en tanto que es “capaz de darle corazón a esta tierra y reinventar el amor allí donde pensamos que la capacidad de amar ha muerto definitivamente”.
Identidad espiritual
“Si el corazón está devaluado también se devalúa lo que significa hablar desde el corazón, actuar con corazón, madurar y cuidar el corazón”, llega a plantear el pontífice. “Se podría decir que, en último término, yo soy mi corazón, porque es lo que me distingue, me configura en mi identidad espiritual y me pone en comunión con las demás personas”, escribe en otro momento.
“Frente al propio misterio personal, quizás la pregunta más decisiva que cada uno podría hacerse es: ¿tengo corazón?”, lanza Francisco a modo de examen de conciencia.
El Papa se adentra incluso en el fenómeno de la inteligencia artificial para subrayar:
“Lo que ningún algoritmo podrá albergar será, por ejemplo, ese momento de la infancia que se recuerda con ternura y que, aunque pasen los años, sigue ocurriendo en cada rincón del planeta”, comenta: “Pienso en el uso del tenedor para sellar los bordes de esas empanadillas caseras que hacemos con nuestras madres o abuelas. Es ese momento de aprendiz de cocinero, a medio camino entre el juego y la adultez, donde se asume la responsabilidad del trabajo para ayudar al otro. Al igual que el tenedor podría nombrar miles de pequeños detalles que sustentan las biografías de todos: hacer brotar sonrisas con una broma, calcar un dibujo al contraluz de una ventana, jugar el primer partido de fútbol con una pelota de trapo, cuidar gusanillos en una caja de zapatos, secar una flor entre las páginas de un libro, pedir un deseo al deshojar una margarita”. “Todos esos pequeños detalles, lo ordinario-extraordinario, nunca podrán estar entre los algoritmos”, insiste.
Encuentros de Jesús
Por otro lado, se adentra en el Evangelio para analizar cómo es el corazón de María y el de Jesús en diferentes pasajes, desde su conversación con la samaritana a su reunión con Nicodemo o el hecho de dejarse lavar los pies por una prostituta.
“Encuentra su máxima expresión en Cristo clavado en una cruz. Esa es la palabra de amor más elocuente. Esto no es cáscara, no es puro sentimiento, no es diversión espiritual. Es amor”, subraya.
A partir de ahí, lleva a cabo un exhaustivo repaso por las aportaciones y vivencias de referentes eclesiales, desde san Ignacio de Loyola hasta san John Henry Newman, desde Pío XII a Benedicto XVI, desde san Juan Damasceno a San Juan de la Cruz, deteniéndose especialmente en Carlos de Foucauld y Teresita de Lisieux. Con estas referencias, Francisco sostiene que “el Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro”. “En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social”, considera el Papa.
Piedad popular
Francisco invita a los católicos a recuperar prácticas vinculadas a esta devoción tales como “la comunión eucarística los primeros viernes de cada mes” y alerta de que “nos enfrentamos a un fuerte avance de la secularización que pretende un mundo libre de Dios”. Muestra su preocupación por las “comunidades y pastores concentrados sólo en actividades externas, reformas estructurales vacías de Evangelio, organizaciones obsesivas, proyectos mundanos, reflexiones secularizadas, diversas propuestas que se presentan como formalidades que a veces se pretende imponer a todos”.
Francisco saca la cara por la devoción de la gente sencilla hacia el Sagrado Corazón de Jesús: “Ruego que nadie se burle de las expresiones de fervor creyente del santo pueblo fiel de Dios, que en su piedad popular intenta consolar a Cristo”.
Misioneros enamorados
A la luz del Sagrado Corazón, el Obispo de Roma interpreta cuál ha de ser la misión de la Iglesia y de todo católico: “Exige misioneros enamorados, que se dejan cautivar todavía por Cristo y que inevitablemente transmiten ese amor que les ha cambiado la vida” y llama a los cristianos a “hablar de Cristo, con el testimonio o la palabra”.
“Si nos dedicamos a ayudar a alguien eso no significa que nos olvidemos de Jesús. Al contrario, lo encontramos a él de otra manera”. “Él te envía a derramar el bien y te impulsa por dentro. Para eso te llama con una vocación de servicio: harás el bien como médico, como madre, como docente, como sacerdote”, escribe a modo de recomendación práctica.
(publicado en Vida Nueva Digital)
Las encíclicas del Papa Francisco
‘Dilexit nos’. 24 de octubre de 2024
‘Fratelli tutti’. 03 de octubre de 2020,
‘Laudato si”. 24 de mayo de 2015
‘Lumen Fidei’, junio del 2013. (escrita con Benedicto XVI)
En frase…
“Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar”. Papa Francisco