Roberto O’Farrill Corona/ Periodista Católico
El 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Virgen María, del año 2020, octavo de su pontificado, Francisco presentó la Carta Apostólica Patris Corde o Con corazón de padre, con ocasión del 150 aniversario de la Declaración de san José como Santo Patrono de la Iglesia.
En siete incisos, el objetivo de la Carta es, como en sí misma indica, hacer “que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes” mediante algunas reflexiones personales del Papa “sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana”, como él mismo destaca. Presento, en seguida, una selección de textos:
-“Padre amado.- La grandeza de san José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús… …Como descendiente de David (cf. Mt 1,16.20), de cuya raíz debía brotar Jesús según la promesa hecha a David por el profeta Natán (cf. 2 Sam 7), y como esposo de María de Nazaret, san José es la pieza que une el Antiguo y el Nuevo Testamento.
-Padre en la ternura.- Jesús vio la ternura de Dios en José… …José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca.
-Padre en la obediencia.- Así como Dios hizo con María cuando le manifestó su plan de salvación, también a José le reveló sus designios… …José ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente ministro de la salvación.
-Padre en la acogida.- José deja de lado sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia… …La vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge… …José no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte… …Como Dios dijo a nuestro santo: «José, hijo de David, no temas» (Mt 1,20), parece repetirnos también a nosotros: -¡No tengan miedo!.
-Padre de la valentía creativa.- José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención. Él era el verdadero milagro con el que Dios salvó al Niño y a su madre… …Tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia… …El Hijo del Todopoderoso viene al mundo asumiendo una condición de gran debilidad. Necesita de José para ser defendido, protegido, cuidado, criado. Dios confía en este hombre, del mismo modo que lo hace María, que encuentra en José no sólo al que quiere salvar su vida, sino al que siempre velará por ella y por el Niño.
-Padre trabajador.- San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo… …La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo.
-Padre en la sombra.- José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre. Nunca se puso en el centro. Supo cómo descentrarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su vida……La felicidad de José no está en la lógica del auto-sacrificio, sino en el don de sí mismo. Nunca se percibe en este hombre la frustración, sino sólo la confianza. Su silencio persistente no contempla quejas, sino gestos concretos de confianza… …José siempre supo que el Niño no era suyo, sino que simplemente había sido confiado a su cuidado”.
Al final de la Carta, el Papa expresa que “no queda más que implorar a san José la gracia de las gracias: nuestra conversión” y concluye con una oración de confianza y súplica: “Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén”.