Ramona y Armando aprendieron a vivir la caridad primero en su familia y ahora se dedican a practicarla como evangelizadores de tiempo completo… Aquí su testimonio que nos ayuda a vivir esta virtud en la Cuaresma 2025
Ana María Ibarra
Confiar en la providencia de Dios es para Ramona Marrufo y Armando Solano vivir la caridad pues, dijeron, al confiar en Dios, Él ha puesto los medios para que ellos vivan y practiquen la caridad con los más necesitados a través de su ministerio como evangelizadores de tiempo completo y como coordinadores de dos asociaciones: Centro Comunitario Integral Las Alitas, en Loma Blanca; y Banco de Comida del Señor, al poniente de la ciudad
Llamados a servir
Ramona Marrufo y Armando Solano, casados desde hace más de 30 años, son los coordinadores de Las Alitas y el Banco de Comida del Señor desde hace 17 años.
En entrevista con Presencia, el matrimonio compartió que Dios los fue preparando para este ministerio, desde que ellos se acercaron a la comunidad El Rancho del Señor, donde sanaron sus heridas.
“La caridad la vivimos y la experimentamos primeramente en nosotros. Cuando llegamos a la comunidad El Rancho del Señor con todas nuestras heridas, con todas nuestras enfermedades, con todas nuestras cargas, Dios nos empezó a preparar, a sanarnos y enseñarnos el amor a través de la comunidad que hizo oración por nosotros y nos fueron guiando, especialmente el padre Richard Thomas”, dijo Ramona.
Fue así que antes de servir, Ramona y Armando vivieron la caridad como esposos y con sus familias.
“Empezamos viviendo en nosotros la caridad y con nuestras familias. Dios nos empezó a llamar a servir en diferentes áreas hasta que sentimos el llamado a servir de tiempo completo y, bendito Dios, contamos con el apoyo de nuestras familias de ambos lados, y el apoyo de una gran comunidad, de lo contrario, sería muy difícil”, resaltó Ramona.
En cierto momento, Ramona y Armando titubearon ante el llamado, pero la confianza en Dios fue más grande y reconocieron que Él les proveería de lo necesario, tanto para subsistir como familia, como para llevar a cabo la obra encomendada.
“Ese amor de Padre que Dios nos da, nos transforma y nos hace responder. Cuando visitamos nuevamente Juárez vimos la necesidad y ahí fue donde nos preguntamos: ¿qué puedo hacer? El padre Jack nos decía: en tu pequeño rincón del mundo ¿qué puedes hacer tú?”, mencionó Ramona.
Hacer vida las bienaventuranzas
El servicio mediante el cual Ramona y Armando viven la caridad es a través del Banco de Comida del Señor, donde ofrecen despensas a las personas necesitadas, y dan catequesis.
A través de la Asociación Civil Las Alitas se cuenta en el poniente con una escuela y guardería. Y en el otro lado de la ciudad, el oriente, cerca de San Isidro, está el Centro Las Alitas, que da atención a las familias en la catequesis, educación, deporte, y atención general de manera integral.
“Para mí y para mi esposo, la caridad es una forma de vida. Nos dedicamos a servir al Señor de tiempo completo desde hace 17 años, entonces ya es nuestro ritmo de vida y la forma de servir a Dios ayudando a las personas más vulnerables, como son los enfermos y las personas de bajos ingresos”, dijo el matrimonio.
Así, para esta pareja, la caridad es vivir en el amor fraterno, en el amor al prójimo siendo fieles a las bienaventuranzas.
“El padre Thomas nos enseñó que cuando vayamos a la presencia de nuestro Señor ese será nuestro examen. Él decía: Dios nos está dando las respuestas del examen final pues nos va a preguntar si hicimos vida las bienaventuranzas: tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste. Eso es lo que nos esforzamos en practicar”, afirmaron.
Ver el rostro de Cristo
A punto de cumplir 30 años de casados y al no haber procreado hijos, Ramona y Armando encuentran en su servicio a una gran familia.
“Servimos a nuestros hermanos que más lo necesitan, ellos son nuestra familia. Cuando visitamos a los enfermos, les llevamos despensa, hacemos oración, platicamos con ellos. Gracias a Dios es una experiencia de llevar esperanza y consolación, y a su vez, nosotros nos sentimos bendecidos y consolados. En ellos vemos el rostro de Cristo”, añadió Armando.
Y agregó: “El Señor nos mandó a servir y nosotros dedicamos nuestro tiempo a hacerlo. De manera personal no nos falta nada y estamos muy felices sirviendo”.
Cuaresma, tiempo especial para dar
En este tiempo de Cuaresma, la pareja intensifica su espiritualidad con la oración para vivir mejor la caridad.
“Como pareja, estamos leyendo la encíclica Fratelli Tutti para prepararnos y vivir más intensamente la Cuaresma y confrontarnos con la Palabra de Dios, porque, si no confronta nuestra vida, es muy difícil vivir con amor la caridad”, señaló Ramona.
“Por la noche nos ponemos a orar y subrayamos lo que nos llama la atención, lo que nos interpela y cada vez que venimos de El Paso, oramos en el camino”, añadió Armando.
Para ambos, la Cuaresma es también un tiempo de preparación y fortalecimiento, pues no están exentos de dificultades y contratiempos.
“A veces vienen algunas desilusiones y nos fortalece mucho el tener los dos el mismo enfoque. En Cuaresma es maravilloso tener la esperanza de la Resurrección, la esperanza de Cristo Resucitado. Como en todo hay muchas dificultades en el camino, pero nos anima y nos da paz este tiempo de gracia. La Cuaresma me gusta mucho”, compartió Ramona.
Enseñar al que no sabe
Para Ramona y Armando enseñar a través de la catequesis es otra manera de vivir la caridad, especialmente en este tiempo en que suelen enseñar a los niños la experiencia de acompañar a Jesús rumbo a la Cruz con la esperanza de la Resurrección.
“Eso nos anima. Quizás la vida en algunos momentos pudiera parecer un Vía Crucis pero está la esperanza de quien es la Vida”.
Para concluir, Ramona y Armando invitaron a la comunidad a vivir la caridad desde su el lugar en el que se encuentran, con actos pequeños, pero llenos de amor.
“A veces pensamos que la caridad es hacer cosas extraordinarias, pero con pequeños actos de amor, de solidaridad, podemos hacer mucho sumando todos los esfuerzos. En la comunidad del Banco de comida de Dios y en Las Alitas son varias personas las que suman esfuerzos, no somos nosotros solos y eso es lo que nos sostiene”, concluyeron.