Sergio Madero Villanueva/ Colaboración especial para Periódico Presencia
Partimos a Cuba llenos de esperanza. En este peregrinar como en la vida me acompaña Irma. Francisco es para mí el Papa de la esperanza, grandes cosas nos tiene reservadas el Espíritu Santo que nos ha dado este gran líder. Al llegar a la Isla me encuentro con opiniones variadas.
En el lobby del hotel encuentro a Manuel, un hombre mayor que en su infancia fue monaguillo y trabajó para el gobierno de Batista. Él piensa que, al triunfo de la revolución, la Iglesia Católica se alejó de la Isla, dejando sola a su suerte a la grey cubana, que ha tenido que mantener su fe a costa de gran esfuerzo, y reclama que la Iglesia retome un papel preponderante en la vida de los cubanos.
En la Bodeguita de en Medio nos encontramos con Lorena y su esposo. Ella considera que la Iglesia está demostrando la importancia que le representa Cuba y los cubanos. Está emocionada por recibir al tercer Papa en su vida: formó parte de las comisiones de orden que en 1998 recibió a San Juan Pablo II, como misionero de la Paz y la Justicia; en 2012 a Benedicto XVI, misionero de la Caridad (en un país que venera a la Virgen de la Caridad del Cobre); y ahora se participará de la reunión posterior a la misa entre el Santo Padre, el presbiterio y los laicos de la Habana.
Pero no todos piensan así. Le pregunto a Tony, quien nos conduce por la Habana y es un férreo defensor de la revolución y sus logros, y me dice que en Cuba la visita de Francisco y nadie es lo mismo, que los cubanos no creen en él ni en las religiones. Ante su apasionada respuesta, decido cambiar de tema y al despedirnos por la noche le digo que tenemos planes para el domingo y que nos veremos mejor el lunes en la mañana.
En la misa
El domingo la jornada inicia temprano, al llamar al Arzobispado nos recomendaron llegar a la Plaza de la Revolución a partir de las tres de la mañana, pero al llegar, la plaza está ya ocupada por unos miles de personas.
La espera es larga. Alrededor de las ocho se anuncia la llegada de Francisco y el cansancio se esfuma, ya todos de pie buscamos acercarnos a las vallas para observar de cerca el paso del Pontífice. Fiel a su costumbre, al final del recorrido desciende del papamóvil y saluda de mano a los enfermos que han sido colocados en un lugar preponderante, como deben tenerlo en la Iglesia. Cinco minutos antes de lo programado se inicia la misa.
En su homilía el Papa es profundo, con su acostumbrado lenguaje sencillo, de la lógica del amor que plantea Jesús, una lógica de servicio capaz de ser vivida por todos porque está dirigida a todos, lejos de elitismos, es una oferta para la vida cotidiana que hace que el día a día tenga un cierto sabor de eternidad.
Servir a los demás
Y le da un contenido concreto al servicio: “…servir significa cuidar la fragilidad… cuidar a los frágiles de nuestra sociedad… los rostros sufrientes a quienes Jesús propone mirar e invita concretamente a amar… amor que se manifiesta en acción… que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar…”
“Ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir por la dignidad de sus hermanos…”, Francisco resalta la dignidad de la persona en un país donde, a mí me parece, los ojos de las personas carecen de esperanza.
La vocación cristiana es el servicio, sin exclusiones, no caer en la tentación del servicio que se sirve; todos estamos llamados por el mensaje de Jesús a hacernos cargo unos de otros por amor, “quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.”
Cuba es un país con tremenda carga ideológica. En un edificio que rodea la plaza está la efigie del Che con su arenga “Hasta la victoria, siempre”; en el siguiente a la izquierda, el aval de Camilo Cienfuegos “Vas bien Fidel”. El Papa contextualiza “…nunca el servicio es ideológico, no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas.”
Para terminar Francisco llama al pueblo cubano a cuidar los dones que Dios les ha regalado: alegría, amistad, esperanza; y especialmente a que cuiden y sirvan la fragilidad de sus hermanos. Misión importante en para un pueblo que parece desconocer el concepto de la autogestión y espera que los problemas se resuelvan de otra manera.
Al término de la misa Francisco reza y medita el Ángelus y nos invita a permanecer fieles a la Virgen. El Cardenal Jaime Ortega le agradece la visita y su valiosa intercesión para mejorar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Francisco termina con su acostumbrada solicitud a que recemos por él, que reafirma y da significado a la universalidad de la Iglesia y la comunión de los santos.
Había pensado terminar este artículo con un adelanto del mensaje que esa tarde dirigió a los jóvenes para seguir hablando de… pero lo que pasó el lunes me parece que se gana un espacio en estas líneas.
Temprano a las afueras del hotel nos espera Tony. Al abrir la puerta del Lada 75 (soviético) nos dice con una enorme sonrisa y unos ojos distintos: “hemos ido a la misa del Papa, ¡qué cosa más bonita!, me gustó lo que dijo de que el que no vive para servir, no sirve para vivir…”
Un pequeño cambio ocurrió en el alma de Tony. Tal vez sea efímero, pero con la oración y el esfuerzo de la Iglesia peregrina en el mundo, y también en Cuba, esos cambios pequeños pueden sumar mucho para cubrir las fragilidades.
Si me dan espacio le cuento más de la visita del Papa a Cuba en otra ocasión en que nos encontremos hablando de…