Lectio Divina correspondiente al 19 de marzo de 2023, IV Domingo de Cuaresma… Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Jorge Sánchez/ IBSJ
1.Lectura: ¿Qué dice el texto?
Juan 9, 1-41
Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Sus discípulos, al verlo, le preguntaron: –Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Fue por un pecado de él o de sus padres?
Jesús respondió: –La causa de su ceguera no ha sido ni un pecado de él ni de sus padres. Nació así para que el poder de Dios pueda manifestarse en él. Mientras es de día, debemos poner de manifiesto el poder del que me envió; cuando llegue la noche, nadie podrá hacerlo. Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo un poco de lodo con la saliva y lo extendió sobre los ojos de aquel hombre. A continuación, le dijo: –Ahora ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa «Enviado»). El ciego fue, se lavó y, cuando regresó, ya veía. Sus vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, comentaban: –¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna? Unos decían: –Sí, es el mismo. Otros, en cambio, negaban que se tratara del mismo y decían: –No es él, sino uno parecido a él. Pero él decía: –Soy yo mismo. Ellos le preguntaron: –¿Y cómo has conseguido ver? El les contestó: –Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de lodo con su saliva, lo extendió sobre los ojos y me dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé». Fui, me lavé y comencé a ver. Le preguntaron: –¿Y dónde está ahora ese hombre? El les dijo: –No lo sé…
…Lo único que sé es que yo antes era ciego y ahora veo. Y volvieron a preguntarle: –¿Qué fue lo que hizo contigo? ¿Cómo te dio la vista? El les contestó: –Lo he dicho ya y no me han hecho caso, ¿para qué quieren oírlo otra vez? ¿O es que quieren también ustedes hacerse sus discípulos? Ellos entonces comenzaron a insultarlo: –Discípulo de ese hombre lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos muy bien que Dios habló a Moisés; en cuanto a éste, ni siquiera sabemos de dónde es. El contestó: –Esto es lo sorprendente. Resulta que a mí me ha dado la vista y ustedes ni siquiera saben de dónde es. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; en cambio, escucha a todo aquél que le da culto y cumple su voluntad. Jamás se ha oído decir que alguien haya dado la vista a un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de Dios, no habría podido hacer nada. Ellos respondieron: –¿Es que pretendes darnos lecciones a nosotros, tú que estás lleno de pecado desde que naciste? Y lo echaron fuera. Jesús se enteró de que lo habían echado fuera, y cuando se encontró con él, le preguntó: –¿Crees en el Hijo del hombre? El ciego le preguntó: –Y ¿quién es, Señor, para que pueda creer en él? Jesús le contestó: –Ya lo has visto. Es el que está hablando contigo. Entonces aquel hombre dijo: –Creo, Señor. Y se postró ante él. A continuación, Jesús declaró: –Yo he venido a este mundo para un juicio: para que vean los que no ven y para que los que ven se queden ciegos. Al oír esto, algunos fariseos le preguntaron: –¿Acaso también nosotros estamos ciegos? Jesús respondió: –Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen que ven, su pecado permanece. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión del texto:
¿Qué hacía Jesús cuando vio a un ciego de nacimiento?
¿Qué le preguntan a Jesús sus discípulos?
¿Qué les responde Jesús?
Al final los fariseos preguntan a Jesús ¿Acaso nosotros también estamos ciegos? ¿Cuál es la respuesta del Maestro?
Breve Estudio Bíblico
Esta narración sobre el milagro donde Jesús devuelve la vista a un ciego de nacimiento nos pone en sintonía con el prólogo del evangelio según San Juan (1, 9) Jesús es la Luz del mundo. Al ciego, además de devolverle la vista, lo ilumina para que realice un acto de fe cuando le dice a Jesús: “Creo, Señor, y se postró ante él” (9, 38). Jesús, como siempre, da una enseñanza a quienes estaban ahí presentes: les aclara las erróneas interpretaciones de la escritura que hacían al considerar que las enfermedades y calamidades eran fruto de las faltas (personales o de sus padres). Con signos, Jesús completa su enseñanza la pedirle al ciego que deberá ir a lavarse al estanque de Siloé, del “enviado”. Ante este milagro Juan nos muestra las diferentes actitudes que toman los hombres ante Jesús. Los de corazón humilde y sencillo, creen que Jesús es el enviado, profeta e Hijo de Dios. Sin embargo otros se encierran en sí mismos y creen que ya son merecedores del perdón de Dios y se empecinan en no ver ni aceptar el milagro que acaban de presenciar, negando así a Jesús y sus obras de compasión ante los males que padecen los hombres. San Agustín en una de sus obras (In Ioanis Evangelium) sobre este pasaje dice “Este ciego representa a la raza humana… si la ceguera es la infidelidad, la iluminación es la fe… acudió al estaque del Enviado… fue bautizado en Cristo”. La expulsión del ciego es un llamado
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
El ciego fue expulsado por los fariseos por confesar a Cristo como quien le había dado la luz a sus ojos y salvado de esa enfermedad. ¿Nosotros nos mantenemos firmes en nuestra fe y durante esta Cuaresma nos mostramos ante los demás como verdaderos creyentes? ¿Damos muestra de nuestra conversión durante estos días sin temor a la opinión de los demás?
San Josemaría Escrivá decía en uno de sus escritos, que el pecado de los fariseos no consistía en no ver en Cristo a Dios, sino en encerrarse en sí mismos, en no aceptar que Jesús les abriera los ojos. ¿Dentro de nuestro proceso de conversión tu ya lo has aceptado? ¿Das testimonio de que te ha abierto los ojos?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Padre,
gracias por esa gran muestra de compasión y amor por nosotros los hombres,
al enviar a tu Hijo con quien a través de su vida y enseñanzas
podemos llegar a abrir nuestros ojos a la Luz.
Señor Jesús,
Te pido que fortalezcas mi fe
para vivir esta Cuaresma como un verdadero tiempo de reconciliación
y de conversión dónde te reconozca como mi verdadero Señor y Salvador.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe:
« Compórtense como hijos de la luz, cuyo fruto es la bondad, la justicia y la verdad »
(Efesios 5, 8-9)
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Dejar que la Luz de Cristo se refleje a través nuestro significa realizar acciones de compasión y misericordia por el necesitado y olvidado. Nuestra fe se debe mostrar también realizando buenas obras, obras de amor.
Propuesta: Puedo realizar obras de amor a través de mi oración por nuestros amigos y familiares enfermos, pero, también llevando ayuda a los centros de migrantes donde familias completas e incluso menores de edad padecen soledad y necesidad material. Si no puedo llevarla directamente hagámoslo a través del ministerio de caridad de nuestra parroquia.
Primera Lectura: 1 Samuel 16, 1. 6-7. 10-13
Salmo 22
Segunda Lectura: Efesios 5, 8-14
Color: Rosa