Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Como siempre les saludo con grande alegría y amor de padre y pastor. Seguimos avanzando en la Cuaresma, no perdamos la intensidad, que debe ir subiendo en la fe, la esperanza, la caridad, en preparación para la Semana Santa.
En este tercer domingo de Cuaresma escuchamos en el evangelio de san Juan un texto clásico: el encuentro de Jesús con una mujer samaritana. No olvidemos que en la Cuaresma la temática es el Bautismo, renovar nuestro Bautismo. Es una catequesis catecumenal bautismal, para culminar en la Semana Santa en la Pascua y renovar nuestro bautismo solemnemente.
¡Qué hermoso encuentro entre Jesús y la samaritana! el tema es el pozo, el agua. Tenemos elemento vital para vivir, pero también desde la fe lo que significa para nosotros: la creación que libera al pueblo de Israel en el Mar Rojo, como escucharemos también en la lectura de hoy: ‘Tienen sed”, y Dios, a través de Moisés, da agua al pueblo en el desierto.
Hoy, en ese encuentro de Jesús y la samaritana, Jesús llega a ese lugar, se sienta a descansar y en eso llega una mujer de Samaria. Recordemos que estos pueblos, el judío y Samaria estaban en guerra, divididos, no se querían. Entonces se encuentran Jesús y la mujer, Jesús la aborda y le pide ‘dame de beber’, empieza un diálogo hermoso entre ambos.
La mujer, extrañada, le cuestiona: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí, samaritana, de beber? Y viene una frase central, bellísima, la respuesta de Jesús: “Si conocieras el don de Dios y quién te pide de beber, tú le pedirías de beber y él te daría agua viva” ¡Qué hermosa frase!, contundente, para reflexionar…
Si conocieras el don de Dios: conocer a Dios, no en una frase, una doctrina o una idea, sino conocerlo, amarlo, seguirlo. ¿Qué tanto conozco a Dios? ¿Qué tanto me uno a Él, lo amo?, y ¿Quién es el que te pide? ¡Cristo!, en consecuencia, conocer a Dios…¿Qué tanto me relaciono con Él y platico a través de la oración?…
‘Si conocieras también al que me pide, tú le pedirías’. Hoy me dice esto a mí, a ti. Pedirle a Jesús es una oración constante: ‘dame de beber de tu agua, de tu amor, de tu vida, de tu cercanía’, y entonces Él te daría Agua Viva, que es vital para nuestra salvación. Es el mismo Jesús que nos purifica, nos redime, nos salva muriendo en la Cruz, resucitando.
Yo los invito a meditar esta frase y aplicarla a nuestra propia vida: ‘El que bebe de esta agua, vuelve a tener fe.
¿Qué tipo de agua buscamos?, la del mundo, claro, si busco saciar la sed de lo material volveré a tener sed, pero, dice Jesús, ‘el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed’. Hermoso simbolismo le explica Jesús a aquella mujer.
Releamos este evangelio tan hermoso …
Y luego la mujer, convencida, se impacta las palabras y le pide a Jesús ‘Dame de beber de esa agua’, y viene el diálogo: -‘Llama a tu esposo’, -No tengo esposo, (ha tenido 5) y en ese diálogo, la mujer se convierte, encuentra a Jesús, cree en Él y luego, lo más importante, acepta a Jesús como el Agua Viva y va y lo anuncia con sus paisanos. Vienen muchos a escuchar a Jesús, dice el texto, y muchos creyeron en Él.
El Bautismo nos lleva al testimonio. Reconocer, celebrar y vivir mi Bautismo cada día, es un testimonio para aquellos con los que convivo para que crean en Jesús, el Agua Viva que salva.
Por eso decimos desde la oración colecta: Señor, fuente de misericordia y de Agua Viva de amor, pequé, ten misericordia de mí, soy tibio en mi fe, alivia el dolor, que nos conforte tu misericordia.
Y en la antífona decimos: mis ojos están siempre fijos en el Señor… si por un problema, por el pecado o cualquier situación estamos afligidos, encontrarnos con Jesús que a mí también me ofrece a beber el Agua Viva.
Bebamos de Jesús, de la fuente de su corazón, y sigamos adelante, caminando en esta Cuaresma, insisto, avanzando con mucha oración y ayuno (el ser bueno y la caridad, la ayuda al necesitado).
Que Dios derrame en ustedes sus bendiciones y que tengan una hermosa semana.