Raquel Zermeño Ferrer/Docente
Desde pequeña recuerdo que mi mamá tenía una especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús, siempre que hacíamos oración, ella se dirigía a Él con gran amor y confianza. Nos animaba a asistir a las misas del primer viernes de cada mes dedicadas a su Sagrado Corazón. Todas esas enseñanzas quedaron guardadas en lo más profundo de los corazones de mis hermanos y en el mío también. Pienso que fuimos muy afortunados de tener unos papás que nos inculcaron ese amor a Dios, sobre todo con su ejemplo y coherencia en la vivencia cotidiana de la fe.
Hoy como mamá y maestra me doy cuenta de la importancia de seguir transmitiendo ese gran amor de Dios, del que he sido testigo a lo largo de mi vida, pues ante una realidad confusa, agresiva, ruidosa, inconstante, solitaria, indefinida, egoísta, a la que se están enfrentando nuestros niños, adolescentes y jóvenes, es urgente mostrar una forma de vida distinta que ofrezca una verdadera felicidad y que tenga miras de eternidad.
Nosotros sabemos que eso solo lo podemos encontrar en Dios, y por esto es tan necesario ayudar a nuestros niños y jóvenes a conocer y dejarse amar por ese Corazón de Jesús que está a la puerta llamando, para mostrarles el camino, la verdad y la vida que tanto buscan y ansían en lo profundo de sus corazones.
Hoy más que nunca nos corresponde acercarlos a ese Corazón, para que descubran todo lo que hay en Él: seguridad y verdad, ante la confusión, paz y ternura frente a la violencia y la agresión, silencio ante el ruido, perseverancia y fidelidad ante la inconstancia, compañía frente a la soledad, Amor ante el egoísmo, compasión y misericordia frente la indiferencia y la miseria. Estoy segura de que, cuando lo descubran y se encuentren realmente frente a ese Corazón que late de amor por ellos, querrán permanecer ahí.
Y quizá se preguntarán, ¿ y cómo los acercamos ? Lo primero que les diré es que hay que comenzar por nosotros, adentrarnos en el conocimiento de ese Sagrado Corazón y dejarnos amar por Él, para después amarlo a Él y a los demás. Ése es el mejor testimonio que podemos dar: corazones enamorados del Corazón de Jesús.
En este mes dedicado a Él, quiero proponerles que nos demos un tiempo en nuestra oración para meditar en algunas de las cualidades que podemos encontrar en su Corazón y pedirle que nos enseñe a ponerlas en práctica, para que a su vez sirvan de testimonio para aquellos que están tan necesitados de amor, perdón, generosidad, paciencia, compasión, ternura.
A continuación, les comparto algunas citas bíblicas que pueden ser de ayuda en la oración:
Compasión (Jn. 11, 31-36), Perseverancia ( Mt. 28, 16-20), Ternura (Sal 103), Eternidad (Col.3, 1-17),
Silencio (Mt. 6, 6-7), Cercanía (Ap. 3, 20) Sencillez (Mt. 11, 28-30), Luz (Jn. 8, 12), Refugio ( 2Sm 22, 2-7),
Transformación (Ez. 11, 19), Compañía (Rom. 8, 31-39).
Deseo que este mes sea una oportunidad para adentrarse en lo profundo de ese Corazón Divino y Humano que late de amor por ti y que esos latidos tengan eco en los corazones de aquellos que te rodean y que quizá necesitan encontrar de nuevo el ritmo para seguir viviendo.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.