Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con cariño, paz y tranquilidad. Estamos en el domingo XIV del Tiempo Ordinario, pero hoy el tema es diferente. Es el motivo triste que nos ha afectado mucho a todos como diócesis: el fallecimiento de don Renato. Ha sido llamado a la Casa del Padre y sin duda alguna a todos nos entristece; en lo personal por mi apego y cercanía con él fue grande, pero así todos ustedes, los sacerdotes, consagrados, tanta gente, toda la diócesis.
Nos sorprendió la noticia porque dentro de la gravedad de su enfermedad, ahí estaba, pero el Señor tiene sus tiempos y lo ha llamado con Él. Ya descansa en paz.
Hay sentimientos encontrados, por una parte la tristeza del padre que se va. Hablo en lo personal pues fue como un padre para mí en el episcopado, me ordenó, fue un hermano en la fe y compartimos el ministerio, fue muy cercano, mi mentor, mi maestro, mi párroco, desde los doce años lo conozco y siento una relación muy cercana, más en el episcopado y está la tristeza por su partida, pero también la tranquilidad, la serenidad, la paz, por un gran hombre, un excelente pastor.
Imponía su presencia. Hasta parecía duro, fuerte de carácter, pero ya tratándolo fue muy bueno, tenía un gran corazón y nunca lo olvidaremos, todos nosotros lo tendremos muy presente en nuestra vida diocesana. 20 años sirviendo a esta Iglesia que peregrina en Ciudad Juárez, todo lo que hizo: organizó el Seminario, trabajó en un plan diocesano de pastoral, en fin, muy entregado. Por eso digo hay sentimientos encontrados, la tristeza, pero también la alegría de que cumplió, vivió su ministerio y al renunciar vivió con su familia en León y apenas este lunes ha sido llamado a la Casa del Padre. Que nos quedemos con esa presencia agradable de don Renato, del hombre fuerte, un roble, que entregó su vida, primero en la diócesis de Cuautémoc-Madera y después entre nosotros. Toda una labor pastoral extraordinaria como obispo.
En lo personal estoy muy agradecido con Dios por haberlo conocido, por todo lo que me comunicó y enseñó, tengo muchos motivos de gratitud para con Dios por la presencia muy cercana en mi vida de don Renato como sacerdote y obispo.
Curiosamente el evangelio de este domingo XIV habla de que Jesús designó a 72 discípulos y los mandó a predicar de dos en dos. Don Renato evangelizó, predicó la Palabra de Dios en toda la diócesis como nos pide Jesús. En ese sentido, tantas vocaciones en Ciudad Juárez que don Renato ordenó, tanto sacerdotes, sin duda alguna están muy agradecidos con él.
Fue un hombre tranquilo, fuerte de carácter, daba miedo a veces, pero sabía escuchar y en medio de su fortaleza y su carácter fuerte, estaba su nobleza, su sencillez.
Él como sacerdote y como obispo en Madera y Juárez, ejerció su ministerio predicando, celebrando la fe, siendo un gran pastor, siempre con entrega y generosidad haciendo el bien,
por eso hoy el mensaje es “Oremos por el eterno descanso de don Renato, lo tendremos siempre presente”.
Tuve la oportunidad de asistir a su funeral este miércoles en un templo significativo, el Templo Expiatorio, acompañado del arzobispo de León, don. Alfonso, y de don Constancio, el arzobispo de Chihuahua que también don Renato ordenó, (también a don Gerardo Rojas). Fue una misa muy sentida y bonita, tranquila. Y el próximo martes, como ya lo anuncié, pedí a su hermano y sobrina que nos traigan las cenizas y hacer una misa solemne con sus cenizas presentes, el martes próximo a las 12 en Catedral, todos los que gusten participar, será una celebración con tristeza y dolor de su muerte, pero tiene que ser festiva para agradecer a Dios todo lo que hizo a través de la persona de don Renato con nosotros.
Los invito a participar y los animo a seguir caminando juntos en la fe, pues sin duda don Renato desde el cielo intercederá por los que somos su familia, fuimos su diócesis durante 20. Y en ese sentido la fe y la esperanza nos unen, así como la certeza de que ya está con Dios y ora e intercede por nosotros.
Adelante, seguimos caminando unidos, él ya fue recibido por Cristo y nosotros debemos seguir cumpliendo nuestra misión y recordar con alegría a don Renato como el padre, amigo y pastor cercano que fue para nosotros. Lo encomendamos a Dios. Pedimos por don Renato y pidan por mí y que el Señor nos ilumine con su gracia y nos fortalezca. La bendición de Dios permanezca con todos ustedes.