Diana Adriano
El pasado lunes 12 de enero, integrantes del Movimiento de Enfermeras de Acción Católica en Ciudad Juárez se reunieron para conmemorar el Día de la Enfermera con una significativa celebración eucarística realizada en la parroquia El Señor de la Misericordia.
Ante Jesús sacramentado, estas profesionales de la salud expresaron su gratitud y reafirmaron su compromiso con la vocación de servicio que caracteriza su labor. La santa misa de acción de gracias, que comenzó a las 7 de la tarde, estuvo presidida por el padre Jesús Caldera, párroco de San Ignacio de Loyola.
Custodias de la vida
En su homilía, el sacerdote destacó la importancia de la labor de las enfermeras como custodias de la vida y recordó la dimensión espiritual de su servicio.
“Que el Señor les dé la sabiduría para defender y custodiar la vida desde su concepción hasta la muerte natural. Que el Señor les dé la sabiduría para encontrarse con Él en el enfermo, en el que sufre”, expresó.
El sacerdote también dirigió palabras de consuelo y esperanza, reconociendo los desafíos que las enfermeras enfrentan diariamente durante sus labores en hospitales o de manera particular.
“Cuando se sientan cansadas, que el Señor sea su descanso. Cuando estén confundidas, que el Señor sea su sabiduría. Y cuando se vean estresadas y preocupadas, que el Señor sea el que les tranquilice”, agregó.
El sacerdote recordó a las asistentes que su vocación es un acto de amor y servicio a Dios.
“Recuerden que todo ocurre para el bien de aquellos que aman al Señor. Tengo la certeza de que ustedes son muy amadas, porque en cada enfermo lo están atendiendo a Él”, concluyó el sacerdote.
Luego se oyeron los aplausos que los fieles ofrecieron a las enfermeras como muestra de agradecimiento y admiración por su vocación.
Renuevan su compromiso
En un momento de la misa, las enfermeras fueron llamadas una por una y pasaron delante del altar. Una vez todas reunidas, recitaron su juramento, con el que renovaron su compromiso de brindar un servicio íntegro y lleno de amor, reflejando a Cristo en su labor diaria.
El momento culminó con la aspersión de agua bendita a las enfermeras, como signo de purificación y bendición, invocando la protección divina para su misión de cuidar la vida y aliviar el sufrimiento.
Al finalizar la Eucaristía, las enfermeras se dirigieron a la imagen de la Virgen Santísima, donde elevaron una oración a la Madre de Dios, mientras cada una le ofrecía una rosa, acompañada del rezo del Ave María.