Lectio Divina correspondiente al 18 de julio Domingo XVI del Tiempo Ordinario … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
1.Lectura: ¿Qué dice el texto?
Marcos 6, 30-34
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: -Vengan ustedes solos a un lugar deshabitado, para descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no tenían ni tiempo para comer. Se fueron pues, en la barca, ellos solos, a un lugar deshabitado. Pero los vieron alejarse y muchos, al reconocerlos, fueron allá por tierra desde los pueblos, llegando incluso antes que ellos. Al desembarcar, vio Jesús un gran gentío, sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
(Texto tomado de la Biblia de América)
Meditar la palabra
Después de haber leído el texto del evangelio y para profundizar más hagámonos las siguientes preguntas:
¿De dónde procedían los apóstoles antes de encontrarse con Jesucristo? (Ver Marcos 6, 7-13).
Al recibirlos Jesucristo ¿qué les pide hacer a los apóstoles?
La gente que logró verlos y reconocerlos ¿que hizo?
Al desembarcar Jesucristo y los apóstoles ¿qué sucedió?
Breve Estudio Bíblico
Este domingo la liturgia de la Palabra presenta un apartado del fascinante libro del profeta Jeremías cuyo mensaje central es la esperanza. Este libro nos conduce a ver de una manera diferente y profunda hacia nosotros mismos, hacia nuestra sociedad y, sobre todo, hacia nuestra relación con Dios. La primera lectura (23, 1-6) es una denuncia contra aquellos malos pastores y guías que cometen una de las mayores injusticias contra el pueblo: dispersarlo y no cuidar de él. Su actuar tiene como consecuencias el destierro, la pérdida de la tierra, el templo y la amenaza de perder su propia identidad. La esperanza está en la promesa de Dios, el verdadero pastor, quien concretamente actuará reuniendo a las ovejas dispersas, las traerá de regreso y, finalmente, pondrá pastores que realicen con eficiencia su misión de apacentar a las ovejas. San Pablo en la segunda lectura (Efesios 2, 13-18) nos revela que todos los hombres se unen a Cristo por su sangre para formar con Él un solo cuerpo. Judíos y gentiles forman ahora una sola humanidad creada en Cristo y reconciliada con Dios. Ya no hay lugar para odios, prejuicios, ni privilegios de raza o leyes. Ahora, unidos en Cristo y por su muerte, todos los creyentes formamos un solo pueblo y tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu.
El Evangelio según san Marcos (6, 30-34) nos describe tres situaciones: el regreso de los apóstoles de la misión, el entusiasmo de la gente por encontrarse con Cristo y la compasión que Él les muestra. Esta perícopa nos prepara para el suceso de la multiplicación de los panes y los peces. Los apóstoles regresan del primer e histórico envío a la misión alegres, cansados y hambrientos. Cristo se compadece de ellos y les pide alejarse a un lugar solitario para descansar, pero la gente ve hacia donde se dirigen y llegan primero. Jesucristo ahora se compadece del gran gentío pues los ve como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles, mostrándose como un verdadero pastor.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Reflexiona tus respuestas a las siguientes preguntas para ahondar más en esta Palabra de Vida:
Jesucristo es compasivo con los apóstoles que vuelven cansados y hambrientos de la misión. También lo hace con la gente que entusiasmada lo buscaba. ¿Qué me enseña con esto?
¿Qué tan frecuentemente busco el tiempo para estar a solas con Dios?
¿En quién o en qué descansan las fatigas de mi vida?
¿Qué tanto le permito a Dios que dé descanso a mi alma? ¿Qué estoy dispuesto a hacer para ello?
¿Soy un verdadero pastor para las personas que Dios me ha encomendado? ¿Por qué?
¿Me intereso por dejar que Jesucristo me enseñe a través de su Palabra?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús,
llévame a ese lugar apartado para estar a solas contigo y escucharte.
Aprender de ti, ser como tú, ver como tú.
Que, la compasión que tienes para mí, la refleje en mis hermanos sin distinción.
Vivir en un mismo Espíritu y que seamos uno en ti.
Aquieta mi ser, deseo descansar en ti, alimentarme de ti.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo.
Haz que en mi corazón y en mi mente retumben las palabras del salmista y las haga vida:
“El Señor es mi pastor, nada me faltará”.
- Contemplación:
Para la contemplación hagamos el propósito de repetir varias veces este versículo durante la semana:
«Vengan ustedes solos a un lugar deshabitado, para descansar un poco» (Mc 6, 31).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Esta semana el alimento de la Santa Palabra nos invita a la intimidad con Dios y a vivir la compasión con los hermanos, incluso con los más dispersos.
Propuesta: Al igual que la gente que salió al encuentro de Cristo, buscaré ese lugar apartado para estar a solas con él a través de la oración y la lectura de la Escritura. Dios nos llama a la paz, a la reconciliación, buscaré el tiempo para vivir el sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía. Nos llama a ser compasivos, es decir, a sentir lo mismo que el otro está padeciendo. Me interesaré y ocuparé en compartir de lo mío con alguna persona o familia que se encuentre en necesidad. Y así, formar el pueblo que desea Dios, todos ser uno en un mismo Espíritu.