Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucha alegría y con amor de padre y pastor. Estamos por terminar el tiempo de Navidad con la fiesta Solemnidad de hoy: el Bautismo del Señor. A partir de mañana lunes entraremos al tiempo ordinario.
La Navidad ha sido un tiempo fuerte en donde hemos centrado nuestra mirada y corazón en Jesús, el Niño Dios que nos ha nacido. Su nacimiento, la Sagrada Familia, el primer día del año con la fiesta de María Madre, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, la Epifanía y este domingo el Bautismo del Señor son parte de este tiempo.
Tres aspectos
El evangelio de San Marcos que hoy se ha proclamado nos narra este momento extraordinario del Bautismo del Señor. Juan predicaba ‘prepárense, arrepiéntanse, ya viene tras de mí uno que es más poderoso que yo’. Juan tiene la misión de preparar los corazones para recibir al que viene detrás, Jesús el hijo de Dios.
Jesús se retira de su tierra Nazaret a lo más lejano, a la Galilea pagana del otro lado del Jordán. Es ahí cuando acude con Juan para ser bautizado. El mismo Juan le dice ‘más bien tú bautízame’; y dice Juan refiriéndose a Cristo: “Él nos bautizará con el Espíritu Santo’.
Del momento bellísimo del Bautismo del Señor San Marcos nos narra tres aspectos muy importantes que hay que reflexionar:
Primero, dice el texto, los cielos se rasgaron. Yo entiendo con esa expresión como que el cielo se estremeció, se alegró en Jesús, es decir, toda la creación reconoce que quien está siendo bautizado es el Hijo de Dios.
El segundo aspecto que señala San Marcos es que el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió y se posó sobre Jesús. Cuando fuiste bautizado dijeron: ‘yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se hizo presente sobre Jesús , como se hace presente en la vida de cada uno de nosotros.
Y luego se escuchó la voz del Padre que dice: “Tú eres mi hijo amado y tengo en ti mis complacencias”. Primero presenta a su Hijo para que todos sepan que es su amado, y luego se complace en su hijo Jesús hecho hombre para salvarnos. Es una Epifanía, una manifestación de la Santísima Trinidad.
Hijos predilectos
Por eso para que sea un Bautismo válido se debe hacer con esa fórmula: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Bien pudiéramos decir con toda certeza, que también en ti y en mí, que somos sus hijos, Dios Padre se complace. Todo padre se complace en sus hijos. Por eso dice San Juan, todo el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios.
A partir de ese momento que Juan bautizo a Jesús, comienza su vida pública, a predicar el Reino de Dios, comienza a hacer milagros, a sanar, a perdonar a cumplir la voluntad del Padre y nos enseña el camino.
Una invitación
Hoy, queridos hermanos, los invito a pensar en nuestro propio Bautismo: Soy bautizado, soy hijo de Dios, el Espíritu Santo esta en mí y Dios me ama y se complace en mí. ¡Qué importante nuestro bautismo! Por eso debemos valorarlo.
Normalmente celebramos nuestro cumpleaños, el día que nacimos, pero ¿cuántos celebramos el día en que fuimos bautizados?, ¿Cuántos celebramos el día de nuestro nacimiento en la fe?
Por eso te invito a que vayas a tu certificado de Bautismo y ver qué día fui bautizado y ese día celebrarlo y valorarlo también y al ser conscientes de que soy bautizado e hijo de Dios, eso me lleve al testimonio, a dar ejemplo. Creer con todo mi corazón y profesar mi fe cumpliendo el precepto “ámense los unos a los otros”
Atentos y dispuestos
Queridos hermanos, el bautizado debe escuchar con atención al Padre en Jesús, que es la Palabra del Padre. El bautizado, hijo de Dios, debe estar siempre atento. Estén preparados con una buena disposición.
Terminamos este tiempo de Navidad y mañana lunes, tiempo ordinario, no menos importante, también se nos presenta una reflexión riquísima para nuestra fe: Invoquemos al Señor, busquemos al Señor con fe, decidamos seguir toda la vida a ese Niño Dios que adoramos en Navidad y reconocemos como nuestro Dios y Salvador y traducir eso en un testimonio y compromiso de vida, de ser cada vez mejores.
Sigamos adelante firmes en nuestra fe, para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Que la bendición de Dios los acompañe siempre, Padre, Hijo y Espíritu Santo.