Mtro. Iván González/Historiador
Hace poco más de doscientos años, la Constitución de 1824 determinó la fundación del Estado de Chihuahua, como una de las 19 entidades que integraban el pacto federal. En ese mismo documento se reconocían 5 territorios, dentro de los que se encontraba Nuevo México. El Paso del Norte, un cruce estratégico perteneciente a este último, se integró a la soberanía chihuahuense para 1826. Esta es la historia de su fundación.
El 8 de diciembre de 1659, Fray García de San Francisco declaraba ante una pequeña comunidad de indios mansos y sumas: bajé con algo de “trabajo a El Paso del Río del Norte en la frontera de la Nueva España…en medio de la custodia y provincia de Nuevo México…[y] tomé posesión de esta conversión de los mansos y los sumanas (González, 2023). Con un gran simbolismo, el misionero bendecía una pequeña iglesia hecha con “ramas y lodo”. Así, comenzaba la historia de una comunidad que ha resistido los embates del tiempo y la adversidad, para convertirse en un refugio para los perseguidos.
“Llamo por testigos al cielo y la tierra y a todos los santos ángeles que están presentes como guardias…”, declaraba el venerable fraile, al instalar la Misión de Guadalupe de los Indios Mansos de El Paso del Río del Norte, antecedente histórico de las ciudades de Juárez y El Paso. Este no fue el primer intento de evangelizar a la Nación Mansa. Desde 1630, Fray Alonso de Benavides —máxima autoridad de la Santa Custodia de la Conversión de San Pablo, de los Naturales de Nuevo México— había asentado la necesidad de controlar dicho cruce en la ruta de su camino hacia Santa Fe, lugar donde despachaba. En su carta dirigida al Rey Felipe IV de España, el padre custodio destacaba la necesidad de controlar el “passo” hacia el norte.
En su relatoría, Benavides resaltaba que la nación mansa se destacaba de entre las tribus “bárbaras e indomables” y que además, estaban dispuestas a la evangelización. Los “Mansos o Gorretas, [llamados así] porque se [cortaban] el pelo de tal manera que parece [como si] llevaran una pequeña gorra puesta en la cabeza” no poseen casas, “sino solo chozas de ramas…Tampoco siembran…los hombres [van] desnudos. Y las mujeres solo se cubren de la cintura para abajo con dos pieles de ciervo”. El término manso fue usado en un primer momento por Juan de Oñate, quien, para mayo de 1598, señalaba que sus primeras palabras fueron “manxo, manxo, micos, micos”, para resaltar que eran mansos y amigos.
De acuerdo con diversos registros históricos, Fray García de San Francisco se hizo acompañar de Fray Francisco de Salazar, quien escribió el relato de la fundación de Nuestra Señora de Guadalupe. Texto encontrado en los archivos eclesiásticos por Anne Hughes, e integrado en su texto «Los comienzos del asentamiento español en el distrito de El Paso”.
Hughes afirmaba que «los edificios temporales de la misión erigidos por García pronto fueron reemplazados por estructuras más sustanciales», señalando que el 2 de abril de 1662, se bendijo la «primera piedra de cimentación de la iglesia de esta conversión y congregación de los Mansos de Nuestra Señora de Guadalupe del Passo, patrona y titular de dicha iglesia». Ésta fue dedicada el 15 de enero de 1668, cuando, en presencia del gobernador, el padre custodio y un gran vestíbulo, García bautizó a cien indios. Fray García todavía estaba en El Paso para 1671, su firma apareció por última vez en el registro bautismal con fecha del 8 de septiembre de ese año. Murió el 22 de enero de 1673, en la ciudad de Senecú, Nuevo México, en donde fue sepultado.