Diana Adriano
Entre profunda pena y dolor, el pasado 01 de septiembre se llevó a cabo la misa de exequias de la señora Luz del Carmen Ramos en la parroquia Nuestra Señora del Rosario.
Doña Luz, como era conocida, formaba parte del colectivo de madres de mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez, quienes han sido acompañadas por la Iglesia desde hace una década.
Falleció sin haber podido cumplir su más grande sueño de encontrar a su hija, Luz Angélica Mena Flores, quien fue reportada como desaparecida desde el año 2008.
Familiares, amigos, integrantes de organizaciones de familiares de personas desaparecidas, así como miembros de la comunidad, se unieron para despedir a doña Luz, todos conmovidos por su historia de lucha y esperanza.
De esta lucha habló el padre Francisco García, compañero y guía espiritual de madres y padres de personas desaparecidas, quien presidió la misa de exequias, al lado del padre Felipe Ramos, párroco de la comunidad.
A la luz del evangelio, el padre Francisco reflexionó sobre la fe y la esperanza de doña Luz Ramos, quien durante años no cesó en su búsqueda, convirtiéndose en un símbolo de amor y resistencia.
“Pedimos a Dios por todos los que estamos aquí reunidos, todos quien tienen hija o hijo desaparecido, para ellos también son mis condolencias, y para que Dios reciba a Luz entre sus santos”, dijo el padre Francisco.
Luz, esperanza y justicia
Justo este mes se cumplieron 16 años de la desaparición de Luz Angélica Mena Flores. Su madre había ofrecido una misa para pedir a Dios esperanza y justicia, con la firme determinación de continuar su búsqueda hasta encontrarla con vida.
El padre Francisco reflexionó sobre el salmo del día, en particular sobre la frase “¿Quién puede entrar en tu casa, Señor, para adorarte?
“Las respuestas son muy bonitas, les decía que estas palabras y la vida de doña Luz pueden iluminar nuestra vida de fe”, expuso.
Recordó cómo doña Luz se mantuvo firme en la búsqueda a lo largo de 14 años, “siempre yendo a los lugares donde podía mostrar la foto de su hija. Cargada de fe, siempre”, recordó el sacerdote aludiendo a un texto que explica que la fe más elevada es cuando hay personas que aún cuando tienen desgracias, siguen creyendo.
“Muchas de ustedes, entre ellas doña Luz, han hecho un camino hermoso: el camino de la fe”, dijo el sacerdote para luego dirigirse al alma de la difunta:
“No temas, hermana Luz, Cristo murió y resucitó por ti y te acompañó en tu vida, por ello creemos que te librará de la muerte que acabas de sufrir”.
Así, en una atmósfera de solemnidad y tristeza, pero de fe, la comunidad fue testigo de la despedida a una mujer cuya vida quedó marcada por la ausencia de su hija, pero igualmente por la esperanza de encontrarla.
Al final, las organizaciones de acompañamiento que han seguido de cerca el caso de Luz Angélica compartieron el compromiso de mantener la búsqueda, inspirados por el ejemplo de fortaleza que la señora Luz dejó como legado.