Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucha alegría y gozo, con mucho amor de padre y pastor. Seguimos en el tiempo de Navidad, del nacimiento de la Sagrada familia. Hemos terminado un año, hemos comenzado otro nuevo. Nos ponemos en las manos del Señor que nos bendice, nos colma de su alegría, de su paz, de su amor.
En este domingo de la Epifanía, manifestación del Señor, hemos dicho en la oración colecta: “Dios Padre todo poderoso que manifestaste a tu unigénito a las naciones”, Epifanía es la manifestación de Cristo del Hijo de Dios a todos los pueblos, a todas las razas y continentes, a toda la humanidad. Y le pedimos en esta oración colecta que lleguemos a contemplar la hermosura de excelsa vida. Para eso se manifiesta, para eso es la epifanía, para que nosotros, tú y yo, tu familia, todos contemplemos, lleguemos a contemplar la hermosura de tu excelsa vida. Contemplar significa ver, admirar, pero también meditar. Significa hacer nuestra, acoger la hermosura de la gloria de Dios que se manifiesta en el Niño Dios.
Aparecen los magos con una pregunta muy importante ¿Dónde este el Rey de los Judíos que acaba de nacer? Es una pregunta muy importante y creo que tú y yo debemos hacernos esta pregunta todos los días, siempre: ¿Dónde está el Rey de los Judíos? ¿Dónde está este Niño que acaba de nacer? no sólo dejarlo allí en el nacimiento, materialmente hablando, sino ¿Dónde está? …en tu corazón, en tu familia, en la humanidad, en la creación, en el firmamento, en nuestra Iglesia, allí está el Rey de los Judíos, allí está el Niño Dios que acaba de nacer, porque Dios se nos manifiesta en la celebración, cada día se manifiesta en la familia, en el amor, en cada persona, en el pobre. ¿Cómo detectarlo, cómo llegar a Él?
Dice el texto de San Mateo que la estrella va guiando a los magos hasta el lugar donde nació el Salvador. Es importante dejarnos guiar por la estrella, por el Espíritu Santo, por su Palabra, por los acontecimientos que el mismo Dios me envía para que vaya a adorar al Niño Dios.
Reconocer al Niño dios en el Sagrario, en su Palabra, en la Eucaristía, en la Reconciliación, y adorarlo pero encontrar al Niño Dios en cada hermano.
Querido hermano yo te invito a que seas sensible y le pidas a Dios el don de la fe para descubrir la estrella, el mensaje a través del cual Dios se te manifiesta para que te encuentres con Él. Descubrir la presencia del Niño Dios en el prójimo nos debe causar una inmensa alegría. Los magos vieron al niño se postraron y le hicieron regalos, oro incienso y mirra. Pongámonos siempre de rodillas ante el hijo de Dios con una actitud de fe y de amor y como los magos también ofrezcamos oro, incienso y mirra, es decir, te ofrezco mi vida, te ofrezco mi corazón, mi caridad y misericordia con los demás.
Vamos empezando el año. Hagamos un acto de fe: ‘Creo en ti Señor, verdadero Dios y verdadero hombre, y te ofrezco mi vida’.
Queridos hermanos, que el Señor nos siga mostrando su luz, su amor y su gracia y que nosotros lo reconozcamos siempre con fe, que nos postremos ante Él para adorarlo y ofrecerle nuestra vida y lo mejor de nosotros.
Que Dios se manifieste en cada uno de nosotros y la bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo esté con ustedes.