Nuevamente les saludo con gran cariño y afecto. Quiero hoy platicar y compartir con ustedes algunas reflexiones del papa con ocasión del tercer aniversario de su pontificado. Desde un principio él nos invitó a no tener miedo, no tener miedo a la bondad, ni siquiera a la ternura, ya desde ahí el papa marca la línea de su pontificado que concluirá en este año de una manera muy concreta en el Año de la Misericordia.
Muy recién nombrado papa, en la misa del 19 de marzo del 2013, con ocasión de la fiesta de San José el papa se muestra sonriente y aclamado por la multitud que le dice “estamos contigo”. Ahí también al inicio de su pontificado el papa se siente bien recibido y respaldado por toda la Iglesia. Sin duda alguna nuestra experiencia al recibir al papa Francisco hace apenas unos días en nuestra diócesis, cuando también le manifestamos que estamos con él, con alegría, con gozo, lo hemos recibido y le manifestamos nuestro amor, nuestro cariño, nuestra obediencia, nuestra adhesión.
Cómo vivir la fe
Recordamos al inicio de su pontificado cómo también una de sus primeras acciones fue dirigirse a la tumba de San Pedro, donde dio gracias a Dios por haber sido llamado a este servicio y le pide a Dios por intercesión de San Pedro le dé la gracia, el espíritu para poder ser un papa conforme al proyecto de Dios y vive la Eucaristía ese día de la fiesta de San José, donde él hace una relación muy importante de lo que cada cristiano, él en primer lugar como pontífice, y todos nosotros tenemos que vivir nuestra fe… ¿cómo vivir nuestra fe? a ejemplo de San José.
El papa siente que está llamado a custodiar, custodiar la vida, la fe, la gracia en la Iglesia y por eso toma esa figura de San José y se pregunta ¿San José cómo ejerce su custodia? y lo dice el papa: con humildad, en silencio, de manera constante, firme, con una fidelidad total. El papa le pide a Dios eso, que le dé humildad, que sea en una actitud de silencio para escuchar a Dios y ser perseverante en su servicio y una fidelidad total, cosa que a todo cristiano nos incumbe.
Por eso me invito a mí, te invito a tí, a todos ustedes a que siguiendo el ejemplo de San José, como nos pide el papa, seamos humildes y con ese silencio interior capaz de escuchar a Dios, no desanimarnos, seguir adelante constantes, y sobre todo mantener una total fidelidad a Dios, a Cristo, en nuestro caso, al papa y a la Iglesia. Como esposo, dice el papa, está cercano a María y junto a María vive el proyecto, la misión que se le encomendó en los sentimientos de responsabilidad, de trabajo, de cuidado, de atención, en los momentos pues de serenidad, donde todo va bien, donde todo es bonito, pero también san José manifiesta entereza y fidelidad en los momentos difíciles: en el censo tiene que ir hasta Belén a censarse, en los momentos del parto, en las dificultades que compartió con María, la huída a Egipto, cuando se pierde el niño en el templo de Jerusalén ahí san José está pendiente, custodiando a su familia.
En alegría y dificultad
El papa asume también como una misión de custodia ese llamado a custodiar la Iglesia en los momentos de serenidad, pero también en los momentos de dificultad, que nosotros, yo como obispo de Ciudad Juárez y cada uno de ustedes sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas, laicos, todos también asumir en cada uno, en su vocación la custodia de la Iglesia, la custodia de la familia, con esas actitudes tan hermosas de San José.
Sigue preguntando el papa: ¿cómo vive San José su vocación con respecto a la custodia de María, de Jesús y de la Iglesia? y el papa nos dice algunas virtudes que san José demuestra atención constante a Dios. Estar siempre atento a Dios ¿qué me dice Dios? ¿qué nos dice Dios?: disponibilidad a su proyecto, no al mío.
San José está dispuesto a cumplir el proyecto de Dios, no el propio: fidelidad a la palabra de Dios y fidelidad a la palabra que él le dio a Dios de cumplir su voluntad, fidelidad dejando que Dios mismo construya la casa, es decir, San José se muestra dócil para que él sea el constructor de la casa y a través de él custodie a María, a Jesús y a la Iglesia, porque hoy para nosotros San José nos sigue custodiando para vivir siempre guiados por la fuerza del Espíritu Santo.
En ese sentido el papa desde que vino con nosotros a México y a Ciudad Juárez lo ha mostrado también en sus gestos, sus palabras, en su sentimientos, que está atento al designio de Dios, el papa está disponible a cumplir el proyecto de Dios, no el suyo, el proyecto de Dios, y a dejarse guiar por el Espíritu Santo. Que nosotros, que tú y yo y todos también tengamos esa plena y total disponibilidad apertura al proyecto de Dios escuchándolo, dejándonos guiar por el Espíritu Santo para ser fieles a la Palabra de Dios en su designio.
Escuchar a Dios
Dice el papa que San José sabe escuchar a Dios. Hoy en estos días es difícil escuchar, no escuchamos, tenemos poca capacidad para escuchar, que sepamos escuchar a Dios, que sepamos escuchar a los demás, escucharnos entre nosotros mismos. San José se deja guiar por la voluntad de Dios, se deja guiar por su voluntad personal conforme a la voluntad de Dios sensible a las personas que le son confiadas: María, como esposa; Jesús, como hijo y la Iglesia, todos nosotros, atento a lo que le rodea. Esta es una de las cosas muy importantes que tenemos que cultivar: estar atentos a todo lo que nos rodea. A veces nos ensimismamos, nos encerramos y nos volvemos ciegos o sordos, ¡Tenemos que despertar esa capacidad de atender, observar, analizar la realidad, los signos de los tiempos! porque también a través de lo que nos rodea, personas, acontecimientos, lo que nos sucede a diario Dios nos habla, y así, guiados por el Espíritu Santo, saber tomar decisiones sensatas conforme al proyecto de Dios.
Ahora que celebrarmos su tercer aniversario de pontificado, su visita entre nosotros el pasado 17 de febrero ¿qué nos deja? ¿qué nos enseña?: Que Dios nos confía la custodia del hombre al papa, a mí como obispo, a ustedes. Dios nos confía la custodia del hombre en la Iglesia y en la sociedad, responsabilidad que nos afecta a todos los bautizados, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Por tanto él nos da dones y talentos que tenemos que custodiar, Dios te da talentos Dios te da virtudes, Dios te da regalos ¡custódialos, cuídalos, hazlos producir! Hay que trabajar siempre en el servicio a los demás, dice el papa, en cualquier ámbito de la economía, de la política, en el ambiente social, en el ambiente de la educación y nosotros en el ambiente eclesial, como diócesis, como decanato, como parroquia, como Iglesia doméstica en cada familia, en todos los ambientes custodiar la creación.
Custodiar al hermano y a nosotros
También tenemos que custodiar la creación, el medio ambiente, ser guardianes del otro, no ser egoístas, ser guardianes del otro, de mi prójimo, sobretodo del que sufre, del enfermo, del necesitado. Ya hemos dicho que el papa tocó temas muy sensibles en nuestra ciudad a los cuales tenemos que poner mucha atención, custodiar esos sectores vulnerables de la Iglesia y de la sociedad, personas que han sufrido violencia, enfermos, pobres, migrantes, presos, obreros, en fin todos esos ambientes tenemos que custodiarlos.
Es importante que también aprendamos a cuidar y ser custodios de nosotros mismos: tú vales, tú eres una persona importante, tú eres un hijo de Dios, para que puedas dar mucho y servir a los demás tienes que cuidarte a tí mismo, ser custodio de tí mismo para que como hijo de Dios te conserves íntegro en la gracia, en la bondad. También ten cuidado de los dones que Dios te da.
Por eso escuchamos en estos días del Año de la Misericordia “Ser misericordiosos como el Padre”, eso significa custodiarte a tí mismo, ser santos, ser misericordiosos y eso implica evitar caer en el odio, la envidia, la soberbia, todo lo que nos divide y nos mata, nos ensucia, no caer en eso, más bien favorecer la gracia, la caridad, el servicio a los demás, más bien vigilar nuestros sentimientos, nuestro corazón, nuestro interior, porque es ahí desde donde debes de aportar, de evitar lo malo o lo bueno.
Que produzcamos frutos buenos para Dios, para la Iglesia y para nuestros hermanos. Por eso el papa pide no tener miedo a la bondad. Desde un principio, al inicio de su pontificado nos dice: no tengan miedo a la bondad, no tengan miedo a la ternura, el custodiar y preocuparse del otro requiere la bondad de san José que aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe con una gran ternura, dotado de fortaleza, de ánimo, capacidad de atención y de compasión, de verdadera apertura al otro, apertura al amor.
Por eso queridos hermanos, recordando lo que hemos aprendido del papa durante estos tres años, a la luz del modelo de santidad de san José, cultivemos nosotros estas virtudes: ser fuertes y valientes, trabajadores, con ánimo sensible de ternura. Repito, con una fortaleza de ánimo, capacidad de atención, ver a los demás, de compasión, de apertura al otro y sobre todo de amor, nunca olvidemos, dice el papa, que el verdadero poder es el servicio. Como san José, como el papa y yo obispo y ustedes y todos estamos llamados a vivir nuestra fe con un servicio hecho con humildad, concreto, no quedarnos en la idea, sino concretizar la humildad y el servicio al otro. Ricos de fe, ricos de ternura, ricos de esperanza a ejemplo de san José. que abre sus brazos para custodiar al pueblo de Dios hoy entre nosotros, y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad.
Les saludo con gran afecto y cariño que sigamos trabajando como diócesis y cada uno en lo personal. Que Dios los bendiga en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.