Lectio Divina correspondiente al 23 de octubre, Domingo XXX del Tiempo Ordinario … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 18, 9-14
También a unos, que presumían de ser hombres de bien y despreciaban a los demás, les dijo esta parábola: -Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro recaudador de impuestos. El fariseo, de pie, hacia interiormente esta oración: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese que recauda impuestos para Roma. Ayuno dos veces por semana y pago los diezmos de todo lo que poseo”. Por su parte, el recaudador de impuestos, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador”. Les digo que éste bajo a su casa reconciliado con Dios, y el otro no. Porque el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido.
(Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión del texto:
¿A quiénes dirigió Jesús la parábola del evangelio?
Estando en el templo, ¿cómo fue la oración del fariseo y el publicano?
¿En qué parte del templo se ubicaba el recaudador de impuestos y qué hacía?
¿Qué le pide a Dios el recaudador en su oración?
¿Cuál es la aplicación que Jesucristo hace de esta parábola?
Breve Estudio Bíblico.
La liturgia de la Palabra en este domingo XXX del Tiempo Ordinario revela una de las imágenes más hermosas de Dios donde aparece escuchando, conmovido e interviniendo a favor de quien pone su fe en él. La primera lectura del libro de Sirácide (Eclesiástico), indica que existen personas que tienen una falsa imagen de Dios pretendiendo agradarlo con grandes ofrendas y actuando con falsas apariencias ya que son injustos con sus hermanos. Sin embargo, Dios escucha la oración del humilde y no tardará en hacerle justicia. La muerte de Pablo se presenta como inminente y transmite su legado a Timoteo y a otros dirigentes que los exhorta a soportar los sufrimientos por el evangelio perseverando en la fe y así, esperar la corona merecida cuando el Señor los conduzca a su Reino celestial.
El evangelio es una perícopa exclusiva de san Lucas que narra la escena de Jesucristo enseñando por medio de una parábola sobre algunos que se tenían por justos al creer que cumplían a la perfección la ley de Dios y por ello se sentían diferentes a los demás. Son dos hombres que acuden al templo a orar, un fariseo engreído que pide no ser como los demás, se autojustifca en sus acciones y se engrandece de todo lo que hace para agradar a Dios. El otro hombre es un cobrador de impuestos que, con el dolor de sus pecados, muestra temor de Dios y se sabe necesitado de su misericordia. Jesucristo con esta parábola muestra el icono del verdadero discípulo que siempre se ha de reconocer necesitado de Dios y también, la verdadera imagen de Dios como Padre que escucha, se compadece y se hace presente en la vida toda persona que confía y cree en Él.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, a corazón abierto, las siguientes preguntas:
Mi fe y oración, ¿van acompañadas de la acción? Es decir, en mi diario vivir, ¿reflejo el rostro de Dios con mis acciones?
¿Caigo en el error de la falsa religiosidad al creer que por pertenecer a algún ministerio parroquial o a cierta comunidad, soy mejor que los demás e incluso merecedor de los dones de Dios? ¿A qué se deben este tipo de actitudes?
¿De qué manera afecta el sentido de nuestra vida el tener una falsa imagen de Dios y el crear un dios a la medida para justificar nuestras acciones e ideologías?
¿De qué manera busco profundizar mi conocimiento de Dios, alimentar mi fe y cuidar de ella?
La oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios. ¿Qué acciones debo realizar en mi vida para evitar la soberbia, el engrandecerme y sentirme superior a los demás?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Dios mío,
¡ten compasión de mí, que soy un pecador!
Enséñame a orar y a vivir con espíritu humilde y sencillo.
A vivir siempre desde ti y para ti.
A engrandecer en amor y servicio a mis hermanos.
María, Madre Santísima,
dame de tu corazón, de tu humildad y enséñame a amar.
En tiempos de prosperidad y necesidad,
recuérdame voltear al cielo, confiar en Dios y dar gracias.
Llévame por el camino de los santos.
¡Qué nunca camine sin ti!
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe:
« El Señor no está lejos de sus fieles » (Salmo 33).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Estamos llamados a expulsar de nosotros a ese fariseo engreído que está escondido en nuestro interior, a reconocernos pecadores y necesitados de la misericordia de Dios.
Propuesta: Como el cobrador de impuestos, vayamos con el corazón arrepentido de nuestros pecados y a reconciliarnos con Dios pues sabemos que nos escucha y nos ama. Vivamos el Sacramento de la Reconciliación y llevemos a la vida las obras del Reino con nuestros hermanos. Una sonrisa, un “gracias” o un saludo pueden cambiar el día de una persona. Seamos humildes y sencillos de corazón, eso cambia nuestra vida.
Primera Lectura: Sirácide 35, 15-27. 20-22
Salmo 33
Segunda Lectura: 2 Timoteo 4, 6-8. 16-18
Color: Verde