Jesús Valdez de los Santos/ Comisión de Justicia y Paz de la Arquidiócesis Primada de México.
El pasado 28 de enero, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, firmó nuevas órdenes ejecutivas, relacionadas con el tema de salud.
Una de estas órdenes tiene que ver con reabrir un seguro médico ofrecido por el gobierno, a las personas más vulnerables, de manera que adquirir este seguro gubernamental será más económico que el seguro convencional. Con esto espera beneficiar a 16 millones de personas.
La otra orden ejecutiva es una mala noticia en materia de derechos humanos, pues eliminó la prohibición de financiar con recursos del gobierno a organizaciones sociales que impulsan el aborto libre en otros países, como es el caso de México.
Como tradición, desde 1984 los presidentes republicanos han bloqueado los recursos públicos para ese tipo de organizaciones sociales, y como tradición, los presidentes demócratas los vuelven a liberar.
Solamente durante la administración de Trump se calcula que el bloqueo de fondos ascendió a 7 mil millones de dólares, afectando a más de mil organizaciones promotoras del aborto.
Lo que llama la atención en esta ocasión, es que el presidente Joe Biden dice ser católico practicante, y por lo tanto, pareciera que está haciendo a un lado, con su decisión, toda argumentación científica, de derechos humanos y su fe católica para favorecer una política eugenésica.
El presidente de los Estados Unidos justifica su decisión con el argumento de que lo único que está haciendo hasta el momento es regresar el estado de las cosas en materia de salud a como estaban antes del gobierno de Trump, porque según su óptica, destruyó muchas cosas buenas que existían.
Pero el error que realiza el presidente actual es en fondo y forma. En fondo porque promover el aborto es una política anti derechos humanos, es cosificar a los humanos y hacerlos valiosos en cuanto sean útiles o no lo sean.
En forma también lo es, pues una encuesta recién publicada por los Caballeros de Colón en los Estados Unidos, demuestra que el 77 por ciento de los ciudadanos de ese país, están de acuerdo en reducir la posibilidad de abortar a sólo los tres primeros meses de gestación, y el 58 por ciento se opone a que el aborto sea financiado con recursos públicos.
Incluso entre los votantes del actual presidente, el 55% de ellos se opone a usar recursos públicos para financiar abortos en otros países. Con estas encuestas vemos con claridad que además este error puede recudir la popularidad del flamante presidente.
La comisión pro vida del Episcopado de Estados Unidos ya se pronunció al respecto: “Es lamentable que una de las primeras acciones oficiales del presidente Biden promueva la destrucción de vidas humanas en países en desarrollo… Esta orden ejecutiva es antiética para la razón, viola la dignidad humana y es incompatible con la enseñanza católica. Nosotros y nuestros hermanos obispos nos oponemos firmemente a esta acción. Urgimos al presidente para que use su cargo para el bien, priorizando a los mas vulnerables, incluyendo a los niños aún no nacidos. Como la proveedora de salud salud no gubernamental mas grande del mundo, la Iglesia Católica está lista para trabajar con él y su administración para promover la salud global de las mujeres de manera que contribuya al desarrollo humano integral, salvaguardando los derechos inherentes y la dignidad de toda vida humana, comenzando en el vientre….Esperamos que la nueva administración trabaje con nosotros para responder a estas importantes necesidades.”
El Presidente tiene la última palabra para corregir y responder a este ofrecimiento de la Iglesia Católica, su Iglesia.
(Publicado en Desde la fe)